El
saldo de ayer en la Asamblea Legislativa representa un debilitamiento político
y moral del PPD y su gobernador con respecto a los compromisos contraídos en la
pasada campaña electoral. Plantea,
prospectivamente, cuánto se le podrá creer a esos políticos cuando regresen al
pueblo a buscar nuevos endosos. ¿A
cuenta de qué? Veamos.
En ese
balance hay un cumplimiento completo, el del Proyecto 488 sobre eliminación del
discrimen con respecto a parejas de cualquier sexo u orientación sexual. Esa victoria y ese cumplimiento se
llama Luis Vega Ramos, y es justo así consignarlo.
Con
respecto al Proyecto 238, de la autoría del senador Luis Nieves, la cobardía de
los legisladores populares ante el chantaje electorero de los “divinos
pastores” del oscurantismo, se redujo a la protección contra el discrimen
contra homosexuales y lesbianas --- que son personas y ciudadanos como los
legisladores --- a una sola cuestión, las relaciones y derechos laborales ---
retirando del proyecto, por extorsión fundamentalista, toda una larga lista de
situaciones donde el discrimen abunda, consagrando esos discrímenes, sub
silentio , como buenos, legales, y morales.
Vergüenza
le debe dar a esa mayoría popular por su oportunismo cínico. No tanto así al PNP, porque ese partido
no tiene las complicaciones mentales y morales del PPD, las que, por lo visto,
va perdiendo a ritmo acelerado.
Con
respecto a la apócrifa reforma legislativa, el incumplimiento es prácticamente
total, con excepción de cesar los atracos manifiestos de carros y dietas.
Esa
reforma fue siempre, en un operativo dirigido desde el primer día por Eduardo
Bhatia, un proceso legislativo de escondite detrás de los otros dos proyectos
que atrajeron mayor atención porque el sexo vende más que la vergüenza. Convoyado de esa manera, no recibió la
atención pública de los otros proyectos, y lo aprobaron a lo sucusumuco. Para ello tergiversaron el concepto de
legislador ciudadano que lo que siempre ha significado un ciudadano que realiza
las funciones normales como tal y que dedica un tiempo parcial, en una sola sesión
legislativa, a servirle al País con su experiencia en el mundo real, en vez de a
tiempo completo, mayormente perdido, en los pasillos del Capitolio y los
restaurantes vecinos.
Para
tal ofuscación, redefinieron el concepto de legislador ciudadano: ahora, para
ellos, significa legislador a tiempo completo, que naturalmente es
ciudadano. La maniobra sofística
es manifiesta.
“En el
fondo del caño hay un negrito”, dacia el cuento de José Luis González. El negrito en este caso se llama
dinero, mucho dinero para cada legislador. Lo demás es pura hipocresía.
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