El caso
del pueblo de Puerto Rico contra Pablo Casellas convocó precisamente a la vasta
mayoría de este pueblo a observar y evaluar el proceso judicial contra el
acusado. La aritmética de la decisión
ilustró la aritmética de los sentimientos del pueblo que observó casi
obsesivamente el transcurso del juicio.
Un pueblo unido frente a una tragedia en la que todos los participantes
sufrieron el impacto intelectual y emocional de los hechos: una madre asesinada, unas hijas
anonadadas --- entre la pérdida de su madre y la posible pérdida de su padre
--- y un padre y abuelo desgarrado en su espíritu como blanco de las
consecuencias del acto brutal en el seno de la familia. Los padres nunca terminamos en la
peripecia y la herencia de nuestros hijos, sea esta gloriosa o infame.
Lope de
Vega anticipó la figura dramática de este lamentable caso. Ante la muerte de un connotado abusador
y facineroso personaje, el pueblecito de Fuenteovejuna --- autor anónimo y unánime
del hecho de justicia absoluta --- contestó tranquilo y satisfecho, ante la
pregunta por la autoría de aquella muerte, confesando lo obvio: “¿quién mató al
comendador?, ¡Fuenteovejuna,
señor!’
En la
misma proporción con que el jurado
se expresó por la culpabilidad del acusado --- 11 a 1 --- el pueblo celebró en
las calles y hogares ese desenlace.
No por prueba técnica fehaciente, sino por intuición racional sencilla y
directa --- madre de la justicia absoluta --- el pueblo vio confirmado su
veredicto moral.
Nadie
puede escamotearle al amigo Salvador Casellas, el padre atormentado, sus
esfuerzos de padre por creerle y defender a su hijo en el momento de la óptima
desgracia. Cumplió su deber, al
margen de la mecánica jurídica y procesal de la justicia organizada como
institución racional.
En este
desafortunado proceso cada uno cumplió con su deber. Y el pueblo como observador y los entes de la justicia,
fiscalía, defensa y jurado, como oficiales de esa justicia, dieron todos lo
mejor de sí mismos para que el sistema de la justicia criminal recobrara mucho
del prestigio perdido en días recientes.
En esa mención debo destacar la firmeza, inteligencia y carácter del
juez José Ramírez Lluch en su administración de un proceso difícil.
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