“Lo
primero es estar vivo”, racionaliza el vulgo, cuando se resigna a la pobreza, a
la desesperanza, y a la impotencia para cambiar el rumbo de la sociedad. Eso, en términos concretos, quiere decir, vida, salud,
capacidad para ejercer sus potencias naturales.
Esa es
la primera dimensión de la crisis puertorriqueña que mal vivimos: dos mil setecientos millones de dólares
entregados a corporaciones privadas --- al lucro --- para que le aseguren la
salud, la vida, al pueblo. Se
trata de una traición, de un crimen organizado, esta vez por el gobierno mismo,
que prometió al pueblo todo lo contrario.
La venta publicitaria del embuste --- desde Rosselló hasta García
Padilla --- de que el pueblo pobre tiene una tarjetita que le asegura la vida,
constituye una flagrante mendacidad en la boca del actual gobierno. Detrás de esa traición están los dos
hermanos del gobernador, Tony y Jerry, casi igual que la antigua tirilla cómica. Y están, además, el cabildero de luxe
del seudo partido demócrata de Puerto Rico --- un figmento de la imaginación
--- Roberto Prats y Rafael Hernández
Colón, con su conocido afrentamiento por los chavos. Esa es la patética realidad del PPD a los dos años de
gobierno en el campo de la vida, de la salud.
A
partir de la vida, vista esta en dimensión de desarrollo, de capacidades y
destrezas hacia la plenitud de su realización, está el proceso educativo
escolar. Y aquí encontramos lo que es equivalente a la traición en el campo de
la salud: la anarquía. Esa anarquía no le sirve bien ni a los
estudiantes, ni a los maestros, ni a los padres, y por tanto menos aún a la
sociedad.
Vidas
saludables, mas educación competente, desarrollista de las potencias humanas,
idealmente debe constituir la aspiración señera de toda comunidad y de todo
gobierno decente. No lo es en este
momento en Puerto Rico.
Si a la
vida, la salud, y a la educación, le añadimos la dimensión posibilitante de su
desarrollo --- la economía --- percibimos que, trágicamente, su componente más
decisivo, la energía, está sumida en un estercolero moral y administrativo
paralizante, por asqueante, mientras los equivalentes criollos del Nerón romano
tocan la lira en los medios publicitarios, diciendo tonterías.
La vida
se nos difumina, la educación se convierte en bazofia pública o en racket
privado, y la energía se debate en las entrañas de un estercolero moral.
El
pueblo no sabrá articular estas tres dimensiones de su crisis, pero las siente,
las sufre, y actuará sobre ellas la próxima vez que se le permita opinar, auque
se equivoque y vote por lo peor.
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