He
vacilado mucho antes de usar la palabra y el concepto de “pedagogo” para
titular estas líneas. La razón es
sencilla: las escuelas de pedagogía
han desacreditado la disciplina educativa que porta ese nombre: pedagogía. La han convertido en un ejercicio de copiete y de memoria,
como si los estudiantes fueran cotorras repetidoras de lo que oyen.
Me
acojo al concepto griego del vocablo.
Se trata de guiar, llevar al niño --- de ahí la raíz “pedis”, que unida
a la noción de “gogía”, o guía, resume el concepto de la educación.
Están
ante la consideración del País varios esquemas de transformación de su vida económica. Una se refiere a la restructuración de
las instrumentalidades públicas, tales como la AEE, la AAA, y la AEP, entre
otras. Se trata de la necesidad de
cambios radicales, en número y en función. La más importante, sin embargo, tiene que ver con la
transformación del aparato contributivo --- ingresos e impuestos --- que transformarían
el hábito y la conducta contributiva y de consumo de toda la población
puertorriqueña adulta.
Se
trata de una transformación compleja y costosa para el ciudadano. Y sin embargo no hay quien la explique,
quien eduque sobre ella. Se
escuchan multitud de voces en una algarabía ininteligible y
contradictoria. Se supone que
alguien en el gobierno debe saber de qué se trata, especialmente aquellos que
el pueblo eligió para que explicaran y gobernaran. Pero ese supuesto carece de realidad ante el silencio de los
gobernantes. Polemizar, atacar y
defender no representan educación alguna.
Por el contario, causan turbación.
¿Cómo
es posible que el gobierno autorice una campaña de publicidad costosa, con los
dineros del pueblo, sobre una legislación que no presenta ni publica?
Manipulación
publicitaria no es educación. Es
todo lo contrario, manipulación de imágenes vacías o falsas.
En los
Estados Unidos, desde el comienzo de la república, sus grandes lideres
explicaban, educaban. Washington,
Lincoln, Roosevelt --- ambos, Teodoro y Franklin Delano --- explicaban,
educaban como medio de ganar y merecer la confianza pública.
En
Puerto Rico el más persistente educador y explicador del siglo 19 fue Don Luis
Muñoz Rivera, de ahí sus éxitos políticos y su veneración por el pueblo. Ese sitial y esa función en el siglo 20
la ocupó Don Luis Muñoz Marín. De
ahí sus éxitos también.
Cuando
esa función de alta pedagogía falta, el pueblo perece.
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