Cuando cursábamos
los grados primarios en lo años 30 del pasado siglo, los términos en que se
expresaba el conflicto entre judíos y palestinos eran sencillos. El país se llamaba Palestina, y los judíos
andaban por la “diáspora” europea y americana. Entonces surgió el Sionismo --- una doctrina de supuesta
base bíblica como promesa al pueblo judío, que luego vino a llamarse
oficialmente como Israel.
El
confrontamiento ideológico sobre ambos bandos se concreta desde que Inglaterra,
la “pérfida Albión” del imperialismo en el mundo asiático y africano, proclamó
lo que vino a llamarse “La Declaración Balfour”, a nombre del entonces Primer
Ministro conservador del Imperio Británico. Con esa bandera, de ahí en adelante, se emprendió la lucha
de los judíos para despojar a los palestinos de su tierra natal e histórica,
hasta que en 1948 el Presidente Truman reconoció al estado de Israel, en las
tierras de la antigua y original Palestina.
De ese
momento en adelante --- de 1948 al 2012 --- la violencia ha gobernado la vida
de palestinos y judíos, donde los protagonistas principales fueron Golda Meier,
Benahem Begin, Moshe Dayan, y el actual Presidente Shimon Peres. Los palestinos se han defendido y
reciprocado la violencia, a nombre suyo y a nombre de millones de palestinos
diezmados y desplazados a tierras vecinas, para hacerle espacio a los judíos
que regresaban de Europa y America, en un franco y criminal --- genocida ---
despojo de la Palestina de los palestinos.
El
“holocausto” sufrido por los judíos a manos de los nazis y estalinistas se lo
cobran ahora los judíos a los palestinos: los tienen cercados, despojados de sus tierras, incumplen las
resoluciones de las Naciones Unidas al respecto y se amparan en su fortín
armamentista suplido en gran parte por los Estados Unidos.
Los
palestinos de Gaza no son ningunos angelitos, pero llamarle terrorismo a la
defensa de su pueblo ignora el hecho de que Israel es producto del terror también.
El caso
se complica política y moralmente porque la población judía de los Estados
Unidos --- a lo más un 3 por ciento --- tiene una riqueza y una influencia
desproporcionada en la política norteamericana --- tiene cautivos, como si
fueran palestinos también --- a sus políticos y Presidentes.
Esa es
la receta para la guerra y el genocidio permanente en el Oriente Medio: un dilema moral sin solución pacífica a
la vista, más allá de treguas pegadas con saliva.
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