En toda
sociedad organizada se establece una estructura de poderes y procedimientos, jurídicos
y políticos --- porque representan la “polis”--- conforme a los cuales los
oficiales que a nombre del pueblo ejercen el poder organizan el gobierno. No importa la índole del Estado, ya sea
totalitario, liberal representativo o tradicional hereditario, el Estado
siempre es el mismo --- es el poder del pueblo organizado políticamente.
Una
cosa muy diferente al Estado es el gobierno, que consiste un esquema de
instituciones operacionales que emanan del Estado mientras ambos --- Estado y
gobierno --- sólo se legitiman por el pueblo, ya sea racionalmente o
representativamente y, como realidad evanescente en el presente, tradicionalmente,
como es el caso de los Emiratos Árabes y Arabia Saudita.
El
Estado autoriza, el gobierno administra, y el pueblo legitima a ambos, mediante
la autorización electoral explícita o mediante el consentimiento pasivo,
incluyendo a los abstenidos.
La confusión
o la ignorancia sobre estos tres niveles del discurso político lleva a algunos,
desde la derecha y desde la izquierda --- independentistas de todos los géneros
y estadistas que profesan la ignorancia invencible --- a culpar al Estado
puertorriqueño, el Estado Libre Asociado, de la crisis situacional --- de tipo
fiscal --- que nos agobia en los días que corren. Una precisión histórica debe aclarar tan ostensible error en
el análisis. Porque Puerto Rico
--- el Estado Puertorriqueño --- el Estado Libre Asociado, nos cobija constitucionalmente
desde 1952, --- en esos 53 años el mismo status ha amparado buenos gobiernos y
sufrido malos gobiernos. Los
defectos o insuficiencias de poderes que hoy se le señalan --- con el
dramatismo que la crisis fiscal facilita --- han existido desde siempre, tales
como la ausencia del poder de quiebra y la libertad de cabotaje. Eso no fue obstáculo en el pasado para
que un liderato honesto y competente --- de 1941 a 1968 --- le asegurara a
Puerto Rico un crecimiento económico continuo y una administración pública
honesta, competente y responsable.
La
llorona del status con relación a la crisis fiscal acusa ignorancia y oportunismo
verbal y político si no tuerto, por lo menos bizco. Con esas cegueras parciales se interesa entrar en una
campaña política --- el tercer nivel de nuestra vida de pueblo, de todo pueblo democrático
--- con una visión distorsionada sobre las causas de nuestra zozobra. Porque si no es el Estado el
responsable de ella, debe ser el gobierno, los gobiernos que padecimos y
padecemos. Su falta de
racionalidad, funcionalidad, productividad. No hay que desmontar el gobierno y los servicios que presta,
sino racionalizarlos, y transferir sus demagogias clientelistas al crecimiento económico. “Its the economy, stupid”; dijo Bill
Clinton hace 20 años, y le dio a su país el mejor gobierno del último cuarto de
siglo.
Sobre
el nivel político electoral, no hay que preocuparse mucho. Ese tiene sus reglas, siempre las
mismas, lo que hay que velar es que mientras se le entiende y se le tolera, no
dañe la administración racional ni destruya la economía. De lo contrario, habremos de repetir,
con Luis Muñoz Rivera, ¡“nulla est redemptio”!
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