Durante
el año de 1960-1961, mediante una beca Postdoctoral en la Escuela de Economía
de Londres, me dediqué exclusiva e intensantemente al estudio de las
circunstancias y los términos en que se realizó la revolución anticolonial en
Asia, África y algunos países del Oriente Medio.
Vertí
el producto de aquel internado académico en dos extensos artículos publicados
en enero de 1961 y enero de 1962 en las revistas especializadas de más
prestigio en esas materias: la
Ethics --- una revista internacional de filosofía y ética política, publicada
por la Universidad de Chicago, titulada “El Componente Ideológico del
Desarrollo de la India, y luego, en 1962, otro largo artículo publicado en la
revista “Review of Politics”, de la Universidad de Notre Dame, titulado “La Ideología
Política de la Democracia Dirigida”.
En esa
historia, y en esa literatura académica, se encuentran los motivos y los
reclamos de libertad nacional, o de autonomía consentida, del mundo que para
entonces --- amparado en la filosofía soberanista de las Naciones Unidas --- había
tolerado la opresión imperial europea y las políticas extractivas de sus
imperios --- Bélgica, Holanda, Francia, Alemania e Inglaterra --- para
enriquecer al imperio y explotar las hasta entonces colonias.
Ese
mundo colonial se liberó “a sangre y fuego”, en la famosa frase de Otto Von
Bismark. Muchos de sus líderes ---
por ejemplo Kwameh Nkrumah, de Ghana --- salieron de las prisiones para ocupar
las presidencias de sus países.
Estados
Unidos, con relación a Puerto Rico, ha burlado el mandato internacional, con su
desprecio tipo “patito feo” --- y lo hace porque tiene poder para hacerlo. No derecho, pero sí poder y la Isla dócil
se lo permite. ¿Hasta cuándo? Eso
es lo que está planteado por los acontecimientos de esta semana.
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