Oscar López
Cintrón, un independentista puertorriqueño que se expresó conforme a sus ideas,
pero que no cometió crímenes de sangre contra ningún norteamericano hace más de
treinta años, está pagando en las cárceles de Barack Obama por el terrible
crimen por el que mataron a Sócrates hace 25 siglos, por pensar de otra manera,
contraria a la política de otra sociedad, Atenas ayer, Estados Unidos hoy.
Jonathan
Pollard es un delincuente judío que como espía de Israel robó secretos de la
inteligencia norteamericana, poniendo en claro peligro la seguridad nacional,
sobre la que preside hoy Barak Obama.
Y ayer fue excarcelado, cumpliendo sólo 14 de los 40 años de su
sentencia.
Compare
el lector la magnitud y alcance de ambos delitos: en un caso la seguridad nacional, en el otro una diferencia
de pensamiento sobre la relación imperio-colonia que se le ha impuesto a Puerto
Rico desde 1898.
Por eso
he dicho que tenemos como Presidente de los Estados Unidos un hombre que sólo
ve para un lado, y es ciego para el otro.
En otras palabras, un Presidente moralmente tuerto.
Un
lector de este espacio me escribió diciéndome que mi caracterización de Obama
como tuerto era muy fuerte aunque estuvo de acuerdo con el argumento. Por eso le hice una rebaja, que repito
hoy. Si no es tuerto cabal, ciertamente
es bizco, o turnio, como decimos en el campo.
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