El
primero --- que cualifica para uno de los grandes genocidas de la historia ---
asesina a su pueblo físicamente, además de moralmente, humanamente. Pero cuando se le pregunta, dice que
esos asesinatos los realizan unos terroristas que turban la paz que él quiere
para su pueblo. El universo todo,
menos Rusia, China, e Irán, saben y dicen que Asad está mintiendo como un
cochino y como un criminal genocida.
Una
mujer le ha salido al paso --- la delegada norteamericana en las Naciones Unidas, que le ha dicho vil
embustero a Asad.
Acá en
Guaynabo, Héctor O’Neill ha asesinado la democracia electoral, y anda por ahí,
lo más fresco, alegando que no sabe nada de nada, como Pedro Roselló afirmó
que no sabía nada de los 40 ladrones presos por pillos, de su
administración ejecutiva.
El País
sabe ya lo que ocurrió: O’Neill,
cacique incuestionado en su satrapía de Guaynabo City, pensó, organizó, y
ejecutó la conspiración antidemocrática más grande y más sucia de nuestra historia cívica. Y como con respecto a Siria una mujer
desde Nueva York declaró embustero al Presidente sirio, al matón de Damasco,
una mujer en Puerto Rico le ha salido al paso al asesino de la democracia en
Guaynabo: la representante Albita
Rivera lo ha señalado como el más grande embustero de la comarca.
Si
existiera en Puerto Rico lo que una vez existió, un Secretario de Justicia, ya
O’Neill estaría camino del presidio estatal. Pero el juey dormido de Justicia duerme y ronca, soñando con
el puesto de juez que su verdadero jefe político --- Tomás Rivera Schatz --- le
ha prometido, a cambio de hacerse el bobo prostituyendo la posición constitucional que desgraciadamente
ocupa.
Sólo
nos queda como esperanza el pueblo-gente de Guaynabo para limpiar el vertedero
moral en que O’Neill ha convertido nuestra ciudad.
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