Lo que
el pueblo observa y vive es la anarquía social --- en lo privado --- y el caos
moral y administrativo en lo que concierne al Estado.
La
mentiras oficiales --- desde la boca de comer de Luis Fortuño --- y la
desmoralización del servicio público o de aquellos que quieren servir, más la
protuberante corrupción de los que sólo quieren servirse a sí mismos, han producido
un sentido de aturdimiento en los que sufren y observan este proceso cínico de
destrucción institucional.
Una
sola estampa luminosa ilustra la profundidad y extensión de la crisis: el mensaje electrónico de la señora del
último buscón de contratos, aprovechao de la conexión con Fortuño, al despido vía
renuncia simulada de su esposo, Jerome Garffer, uno de los “bagmen” de Fortuño
desde Energía Eléctrica: “hijos de
perra” le dice la señora a los que desenmascararon a su esposo, y les
recomienda meterse un supositorio por buen sitio para aliviarse de su
estreñimiento, léase indignación moral ante la conducta ratera de su
esposo. ¡Que fina la señora! O ¡que “finoda” es la “crema de la
crema” PNP! Nos ha provisto de sí misma un retrato a cuerpo entero.
He
dicho en otras ocasiones lo que repito hoy: Rosselló cayó en la tentación de la corrupción al año y
medio de su gestión, y Fortuño le llamó “cáncer”. Fortuño llegó a Fortaleza con un diseño malsano: tomar por asalto la Corte Suprema;
declarar en emergencia energética al País, sin razón alguna en la realidad;
destruir el Colegio de Abogados; apoderarse de AEELA, poniéndola a cargo de
tarugos políticos suyos y aprobando una Ley Siete que lo constituía en dictador
y jefe en la repartición de contratos ya millonarios sin atender a las leyes, a
las subastas, a nada que lo limitara:
un pequeño Trujillo boricua.
Esos
han sido los valores efectivos de Luis Fortuño: el saqueo, el amiguismo, el desempleo, por un lado, y por el
otro la mano dura que no es dura nada, sino incompetente, corrupta, simuladora.
Es
tiempo que el pueblo le devuelva el afiche cínico a Fortuño, y le diga “tus
valores cuentan”: la mentira, la hipocresía, el enriquecimiento ilícito, de él
y su señora, que hasta los coloretes y los polvos tenemos que pagarle, mientras
gana millones en los bancos beneficiados por la legislación de su esposo. ¡Esos valores, los valores de Fortuño sí
cuentan para desgracia del pueblo!
Para
encontrar un caso igual habría que remontarse a las antiguas repúblicas
bananeras de medio siglo atrás, con sus caudillos inclementes con sus
pueblos. Con la diferencia --- oh,
ironía --- de que aquellos no eran electos.
Aquí
hay votos. La pregunta es... ¿hay
pueblo con inteligencia y memoria?
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