“El Vocero”: Del Adulterio a la Prostitución

Hace rato que venimos señalando que el periodicucho arriba mencionado está vendido al PNP.  Que Luis Fortuño, Jorge Santini y Miguel Romero lo han comprado como lechón de a peso, a cambio de que sus titulares y columnas reproduzcan las posturas de ese partido.  Todo esto con fondos federales, en forma inmoral, ilegal e inconstitucional.  Pero vaya usted a saber:  no hay árbitros, no hay jueces imparciales, no hay Poder Judicial.  El que hay, desde el Secretario de Justicia hasta el Tribunal Supremo actúan como comités locales del PNP.

“El Vocero” ha fracasado como empresa comercial, y decidió venderse a Luis Fortuño por un plato de lentejas, por dinero del pueblo y del estado, renunciando a la apariencia tan siquiera de prensa libre.  Ahora se ha hecho pública su compraventa:  en realidad, por anuncio propio del supuesto Director, el señor Peter Miller --- el nuevo Director del periodicucho, repartido gratuitamente, es Luis Fortuño.  El que paga por el recorte dirá cómo será el recorte.  Excepto que Fortuño no pagará:  pagará el pueblo para ensalzar “la gran obra” de Fortuño.

Esto establece un nuevo record de la desvergüenza en nuestro País.

¿Qué es lo que ha ocurrido aquí?  Que un periodicucho infumable, entregado al PNP, ha decidido salir del closet, de la aparente clandestinidad que ha representado un insulto al periodismo, sin precedentes en nuestro País.  Y no sólo porque el periódico está dispuesto a venderse, sino que Luis Fortuño ha estado dispuesto a comprarlo con dinero público, nuestro o federal, da lo mismo.

Hasta el anuncio de hoy, “El Vocero”  meramente practicaba el adulterio, escondido.  Hoy ha entrado franca y deliberadamente en la prostitución.  No sólo el señor Miller, que se vende, sino el gobernador Fortuño, que compra sus servicios.  Porque una cosa es la mujer o el hombre que a lo escondido practican la deslealtad, y otra cosa es la compraventa de afectos.  En el primer caso hablamos de personas confundidas, que ni cobran ni pagan.  En el segundo caso, el de la empresa de “El Vocero”, por el que se paga “cash”, hay que llamarle a las cosas por su nombre:  tanto el que vende su honor periodístico, como el que lo compra no son sino putas políticas, o putos, como sea el caso.