La vida
privada se planifica en la intimidad, mientras la vida pública se realiza en la
política, en lo externo de nuestras acciones con relación a los otros. La ética es personal; la moral es pública,
porque se refiere a los valores operantes de una comunidad política, y política
por ser social, como es el hombre intrínsecamente.
Vayan
por delante estas breves distinciones como preludio a lo que sigue: una exploración de los motivos que
llevan a los hombres y mujeres a la vida política, a la representación política
del pueblo, a cuyo nombre se ejercita el poder público de la comunidad, desde
el Estado.
El
Estado --- y el gobierno que lo representa --- es neutral desde el punto de
vista de los valores y programas que se agitan en la comunidad política. Son las personas privadas en su acción
pública, como grupos de interés, como facciones, como partidos políticos, los
que le dan contenido valorativo, ético, programático, a la posible acción del
Estado sobre la sociedad.
Sin la acción
personal --- privada en cuanto pueden serlo --- sobre el estado y el gobierno,
no existe la vida política, pública, comunitaria.
La
pregunta crucial que debemos hacernos es la siguiente: ¿qué lleva a las personas privadas ---
padres, madres, profesionales, obreros, estudiantes y profesores --- a la vida política,
a afectar las vidas privadas desde la vertiente pública, gubernamental? No tengo duda que en la mayoría de los
casos se trata de una motivación entusiasta por el bien colectivo, comunitario,
público. En mi vida personal y en
la de mi generación viví esa experiencia gozosa del servicio a mi País y a mi
gente. No fuimos a buscar nada,
sino a llevar, a dar… esfuerzo, inteligencia, experiencia. Lo mismo hizo la generación anterior,
con enormes sacrificios personales, poniéndolo todo al servicio del público
como País.
Dos
ejemplos luminosos me humedecen los ojos, por tratarse de dos amigos
entrañables, siendo ellos veteranos y yo joven senador andando a tientas por
los recintos legislativos: Jorge
Font Saldaña, después de ocupar --- por décadas --- las más altas posiciones
legislativas y ejecutivas, murió en la pobreza, en una modesta casita
alquilada, en la calle Unión de Miramar.
Don Antonio Fernós Isern fue, a decir de Don Luis Muñoz Marín en sus
honras fúnebres --- actos que su familia me pidió que dirigiera, como ocurrió también
en el caso de Jorge Font --- el arquitecto del Estado Libre Asociado, y Muñoz
el político que lo hizo posible.
Pues ese gran señor, en su oficina de senador de 1965 al 1969, tenia dos
gavetas en su escritorio: una para
los sellos oficiales, pagados por el Senado, y otra para los sellos de su
correspondencia personal, pagados por él mismo.
Para
aquellos cuya pereza mental no les permite enterarse de nuestra historia política,
hay que martillarle, sobre las orejas y la nuca, que no es correcto excusar la
perversión de la vida pública actual con el sonsonete ignorante y estúpido de
que todos los partidos y todos los políticos han sido y hecho lo mismo, háblese
de los años cuarenta o de nuestra sórdida realidad política en Fortaleza y
Puerta de Tierra.
La vida
política es una vocación moral de servicio. Su prostitución actual no invalida su necesidad a la mayor
brevedad.
¡Hay
que lanzar los mercaderes del templo, a foetazo --- a voto --- limpio!
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