El
discursito amanerado e hipócrita que pronunció hace dos semanas el Expresidente del
Senado Tomas Rivera Schatz debe analizarse en tres dimensiones. La primera, transparente a la luz de
sus palabras, es que ni en el PNP lo quieren al mando de ninguna decisión
importante para el pueblo y el País.
Su record de patanerías en su incumbencia como Presidente del Senado
justifican el rechazo que la base del partido le ha infligido en sus aspiraciones gubernamentales.
Como
Presidente del Senado arrastró por el piso el prestigio histórico de ese
Cuerpo, que honraron Antonio R. Barceló, Rafael Martínez Nadal, Luis Muñoz Marín
y Don Luis Ferré. Violó derechos
de libre expresión, usó la Policía para macetear a ciudadanos discrepantes,
llenó la Judicatura de mediocridades analfabetas del derecho --- cuyas
consecuencias sufrimos todos los días, desde el Tribunal Supremo hasta las
salas de Instancia --- que a diario hacen recordar la perversidad política del
hoy confesor de fracaso ante la matrícula de su propio Partido.
En
segundo lugar, su faena de roedor de la confianza del pueblo PNP en los dos
candidatos declarados hasta la fecha para la gobernación, se ha estrellado ante
la memoria de sus congéneres del PNP, que lo han notado ausente de su función
senatorial porque no es Presidente, que en tiempo de Fortuño significó el
chantaje continuo ante un gobernador babieca. Sueña con aquellos días de impunidad para la patanería y el
maltrato de la entonces minoría popular. Ante el rechazo de la masa del Partido, sueña --- como
“second best” --- con volver a dominar la gobernación desde la Presidencia del
Senado.
En
tercer lugar, su rechazo por el pueblo PNP --- y no se trata de otra cosa ---
significa que no todo está perdido para la memoria y la inteligencia práctica y
comparativa de los militantes de ese Partido, o lo que es lo mismo, mirado
desde arriba, que la ecuación electoral ha cambiado radicalmente esta semana
con la aparición en escena de un hombre nuevo, de una opción nueva para formar
gobierno en el 2016: David Bernier.
Ante
todas esas realidades, escrutadas en forma realista por el candidato frustrado,
Rivera Schatz ha optado por la resignación de la zorra en la fábula de
Samaniego, “no las quiero comer, no están maduras”, refiriéndose al racimo de
uvas inalcanzable que le hacían la boca agua.
Abundando
en las analogías literarias, debemos --- frente a la confesión de derrota de
Rivera Schatz --- recordar a Horacio, citando a Esopo, “los montes estuvieron
tres días de parto, con terrible estruendo, y al fin parieron un ratón”.
Eso fue
el discursito amanerado de Tomas Rivera Schatz.