martes, 29 de julio de 2014

De Bolívar Pagán: Estadista Culto, a los Estadistas Incultos de Nuestros Días


La historia le habla claro a los estadistas de nuestros días.  Una de sus voces es la de Bolívar Pagán, eterno vicepresidente del Partido Socialista de Santiago Iglesias, y su Comisionado Residente de 1936 a 1940.  Ya para 1923 Bolívar Pagán gestionó ante el Congreso, con éxito, la autorización para formar coaliciones políticas en Puerto Rico, hasta entonces prohibidas.  Aun en 1940, cuando el Partido Popular ganó las elecciones, y el Senado, y persuadió a adversarios para el control de la Cámara, Bolívar sobrevivió la debacle coalicionista y volvió a Washington como Comisionado Residente.  De tal manera que cuando nos habla desde la eternidad, sus credenciales son inexpugnables como estadista.

¿Cuál es el mensaje histórico de este estadista furibundo?  Sencillamente que Puerto Rico nunca será república separada ni estadidad anexionada.  ¿Por qué? Por el carácter de los Estados Unidos y por el carácter de Puerto Rico como nación, como cultura, como unidad de experiencia histórica de más de 500 años.

Bolívar, al salir de la política partidista, se acogió a la vida de estudioso de nuestra historia.  Y se convirtió en un excelente y respetado “scholar”, con una objetividad impresionante sobre nuestra historia política.  Sus dos volúmenes sobre nuestros partidos políticos debieran ser lectura obligada de estos ingenuos soñadores de la estadidad de nuestros días.

Dice Bolívar en la página nueve del primer volumen de su “Historia de los Partidos Políticos Puertorriqueños”:  “Bajo la soberanía española,  prevaleció la tendencia en Puerto Rico  de mantenerse unido a España, como luego, bajo la nueva soberanía norteamericana, prevaleció la tendencia de mantenerse en unión con los Estados Unidos.  Sin embargo, siempre Puerto Rico preservó sus contornos definidos de pueblo con personalidad propia”.  Según Alexis de Tocqueville, “en todas partes, donde los angloamericanos entraron en contacto con pueblos de otro origen, desaparecieron estos fundidos en la lengua y en las costumbres angloamericanas.  Eso no ha sido la realidad en Puerto Rico.  Esta Isla ha resistido el impacto, y a través de medio siglo de contacto con los Estados Unidos ha preservado su lengua vernácula, su religión, sus costumbres, su fundamental legislación sustantiva, su idiosincrasia y su peculiar personalidad histórica”.

Hay más, que el espacio no me permite reproducir.  Pero le doy la asignación al lector:  Bolívar Pagán, Vol.I, Historia de los Partidos Políticos Puertorriqueños, páginas 9 y 10. 

domingo, 27 de julio de 2014

El PPD ante su Propia Historia


El Partido Popular Democrático representa, en la historia de Puerto Rico, el partido más longevo a los tres cuartos de siglo de su productiva vida, y el más exitoso y productivo de creaciones y servicios al País, en lo político-constitucional, en lo económico y en lo social.  Desde el desarrollo económico, la justicia social y la autonomía política con relación a Estados Unidos, no ha tenido ni tiene paralelo o contrincante viable ante el electorado sensato y prudente de Puerto Rico.

Lo anterior no representa un reclamo, un alegato, ni una teoría: se trata de la realidad objetiva de las cosas, en la historia y en la sociedad.

Esta tesis histórica cuenta con una sola excepción: 1968, porque de allí es que surge su adversario político de hoy como penepeísmo estadista.  Lo que se ventila hoy como desiderátum político --- estadidad contra autonomía, es decir estadidad machorra contra Estado Libre Asociado productivo, no es sino el resultado de un tantrum político de Don Luis Muñoz Marín ante la “insolencia” de un gobernador y de un grupo generacional que lo acompañamos, de aspirar a que democráticamente se escucharan nuestras ideas y preferencias en una primaria limpia para todas las alternativas que entonces competían.

Aquel brote caudillista de Muñoz rompió la unidad del PPD y le dio entrada al PNP a la legitimidad democrática con una minoría del voto registrado.  Lo demás es historia.

El episodio es lamentable y costoso en sus consecuencias, ya que en la ocasión anterior en que se retó la integridad del PPD Muñoz había procedido --- en 1948, frente al Congreso Pro-Independencia, firmado por líderes y legisladores populares --- con meridiana claridad y cuentas claras:  el PPD no era un partido independentista.  Porque entonces un grupo de líderes --- excelentes personas, patrióticas a su modo e inteligentes --- pretendieron hacer del PPD un partido independentista, rechazando su postura oficial desde 1938 como partido autonomista, heredero de Baldorioty y Muñoz Rivera.

Luis Muñoz Marín le advirtió al Partido Popular, en una frase profética, que “si se dividen, se revientan”.  En 1948 le puso fin, clara y tajantemente, a la pretensión independentista dentro del PPD, incluyendo la Legislatura.  De allí en adelante el Partido caminó a gloriosos triunfos: 1948, 1952, 1956, 1960 y 1964.

En el 1968 un grupo de líderes, de dentro y de fuera de la Legislatura, respaldamos la reelección de Roberto Sánchez Vilella a la gobernación.  La vieja guardia conservadora y caduca del PPD discrepó, lo que en sí no era malo sino legítimo.  Pero Muñoz en vez de arbitrar las diferencias y resolverlas democráticamente, optó por el manotazo caudillista, y pisoteó la democracia y la unidad del Partido.

“Si se dividen, se revientan”, ¿recuerdan?

Una pareja división amenaza hoy al PPD, dirigida por un grupo de “soberanistas”, que usan como máscara el concepto para encubrir su independentismo.  Se trata de ganar indulgencias con escapularios ajenos.  ¿Por qué y para qué?  Dejo al lector la respuesta, por ahora.  Porque detrás de este análisis hay aun más historia.

jueves, 24 de julio de 2014

25 de Julio en Guayama: Tres Símbolos que nos Definen como Pueblo


Dentro de unas horas el Partido Popular Democrático se reúne en Guayama para recordar --- celebrar sería más optimista --- las tres significaciones del 25 de julio, dos de ellas macabras --- la invasión norteamericana de 1898 y los asesinatos de Cerro Maravilla, y la otra rectificadora de ambas pesadillas, el Día de la Constitución de 1952.  La primera recuerda a William McKinley, el desabrido Presidente de aquel tiempo, y la segunda el regalo de Carlos Romero a los derechos civiles de Puerto Rico  Se trata de dos asesinatos a manos de unos bribones de la Policía “inspirados”, si no instruidos por Romero. 
La tercera memoria de este día celebra el acto mediante el cual el pueblo de Puerto Rico asumió su mayoría de edad, mediante una Constitución de su propia factura, solicitada por su liderato y su pueblo, refrendada en su forma final, y reiterada en adelante por todas las consultas plebiscitarias realizadas desde entonces, excepto la consulta tramposa y amañada de Luis Fortuño.

Que esa Constitución tiene imperfecciones no se discute.  Que es superior a toda otra alternativa como régimen constitucional y como esquema de relaciones con los Estados Unidos, tampoco debe haber duda.

Quienes conozcan bien el carácter político de nuestro pueblo saben que jamás renunciará a su participación --- como agente y como recipiente --- en la poderosa economía norteamericana, ni a los beneficios irrevocables de la ciudadanía.  Eso se reafirmará mañana en Guayama.  Mucho menos renunciará a su autonomía fiscal, su cultura y su idioma.

martes, 22 de julio de 2014

El PPD y el Status: Análisis de un Trilema


Un dilema es un enfrentamiento a dos opiniones igualmente desagradables.  En tal situación no hay manera de ganar.  Si a eso se le añade una tercera dimensión desagradable, entonces tenemos entre manos un trilema, vocablo que acabo de inventarme para hacerle justicia a la complejidad política del asunto del status.  Claro, me refiero a las actitudes, opciones y responsabilidad del Partido Popular Democrático, ya que en el mundo simplísimo del PNP y los estadistas el mundo político puertorriqueño es unidimensional:  la estadidad, y ya está, como si fuera posible en la sociología y mentalidad política norteamericana.

Vamos al trilema popular.  Por un lado tienen ante sí sus lideres un compromiso de campaña de legislar una Asamblea Constitucional de Status.  Pero ahora la posponen a favor de un voto directo entre estadidad, independencia y un Estado Libre Asociado presumiblemente desarrollado.  El problema con eso es que los elementos del desarrollo son tan problemáticos como lo que sería la independencia, un verdadero salto a la oscuridad.  Por el otro lado, las soluciones clásicas, pretéritas e imaginarias de lo que será la independencia, rechazada masiva y reiteradamente por el pueblo de Puerto Rico desde hace más de siglo y medio, y por el otro la estadidad americana, credo de acomplejados, que no reaccionan dignamente ante los amos que los considera inferiores.  De ahí la penosa genuflexión de sus actitudes.

¿Qué nos queda?  La Asamblea Constitucional de Status.  Teóricamente es la solución más digna, excepto por las actitudes de los partidos que participarían en ella.  Los estadistas, si participan, que es imposible, se enfrentarían a una alianza de independentistas y estadolibristas contra ellos, por lo que quizás rechacen ese método de antemano.  Los independentistas tendrían en contra a los autonomistas y estadistas, aunque para ellos eso no es importante, pues lo importante es ir al baile.  ¿Y los autonomistas?  Esos pueden estar seguros de enfrentarse a la alianza habitual de estadistas con los independentistas.  De todo eso, ¿saldrá un consenso mayoritario que represente dignamente a Puerto Rico?  Quedan dos opciones, que analizaremos mañana:  la primera, una consulta estadidad sí o no; y la otra, el plebiscito de Rafael Hernández Colón, que Alejandro García Padilla acaba de comprar increíblemente.

Pero el trilema parió existe otra opción, que también analizaré mañana, y que trasciende el trilema antes mencionado.  Se trata de la cuarta dimensión, que es la más sencilla e históricamente la más productiva para el pueblo de Puerto Rico.

La Estadidad: La Otra Higuera Estéril


Entre las analogías más didácticas del mito bíblico sobresale aquella en que Jesucristo compara el aspavientoso orgullo humano a la fronda apariencial de una higuera que no produce frutos, o como decimos en el campo, “machorra”.  La estadidad como fórmula política para Puerto Rico lleva 116 años de fatuas representaciones ideológicas como salvadora de nuestra condición política y económica.  Y no ha producido ni un ápice de movimiento en el establecimiento político de Washington, ni constituido mayoría clara y honesta en el electorado puertorriqueño.  ¡Es machorra!

Tras haber celebrado en el 2012 un seudo-plebiscito tramposo, fruto de la mente ídem de Luis Fortuño, el PNP estadista anda envalentonado pidiendo una votación plebiscitaria de estadidad sí o no.  Y yo digo, como Héctor Ferrer, ¿y por qué no?  Porque sería la muerte segura.

El plebiscito de Hernández Colon y García Padilla --- el “nuevo” padrino del PPD y su gobernador dependiente de él --- le restaría al ELA el voto independentista, poco o mucho, y el voto soberanista --- más poco que mucho, pero importante numéricamente.  ¿Por qué despreciar esa alianza natural de conveniencias políticas para ir los estadolibristas solos y debilitados contra tres fuerzas coincidentes en contra?  Si se insiste en el enfrentamiento cuerpo a cuerpo de estadidad y ELA en crisis de lealtades ideológicas será porque Hernández Colón y Alejandro saben algo sobre el electorado que yo no sé.  Tendré que esperar.

lunes, 21 de julio de 2014

El Estado, la Sociedad y los Partidos


Todo estado político consiste de una estructura de valores fundamentales que se integran en una Constitución: un ensamblaje de partes que en su conjunto opera sobre las necesidades y demandas del pueblo, es decir, sobre la sociedad como conjunto de acciones, pasiones, deseos, aspiraciones y recursos materiales y morales a las que el estado le da forma y dirección.

Para realizar esas funciones el estado necesita la fuerza, la energía, los mensajes que desde la circunferencia social mueven al aparato estatal, ejecutivo, legislativo y judicial.

Existe una diferencia crucial --- como materia de percepción --- entre la transparencia jurídica del estado y la complejidad de acciones y aspiraciones que el abigarrado ambiente social envía al estado como demandas, a ser procesadas y resueltas por el aparato gubernamental del estado, sus ejecutivos, legisladores y jueces.

La forma de precisar esas demandas en la democracia liberal y representativa es mediante los grupos de intereses o facciones de todo tipo, pero principalmente mediante los partidos políticos, que aglutinan todos los valores e intereses de la ciudadanía, los procesa, selecciona entre ellos, y los postula como programas ante el electorado total con ánimo de obtener el control del estado para darle cauce y cumplimiento.

En virtud de estas consideraciones, es de suma importancia que el público democrático observe, pondere, entienda y estudie las posturas de los partidos --- su  historia y su ejecutoria --- su historia y su ejecutoria, digo --- de tal manera que pueda evaluar, comparar y distinguir entre palabras y hechos.

Ayer y hoy se han celebrado en San Juan asambleas o reuniones masivas --- poco importa el nombre --- del Partido Popular Democrático.  Las raíces de ese partido se remontan al autonomismo del siglo XIX, al reformismo social y económico de los años 40, y al estadolibrismo de 1953 a esta parte.

El Partido tiene una historia noble, una ejecutoria contundente, y un presente que le dice “presente” al porvenir.  Obra humana con errores e imperfecciones, pero de indiscutible patriotismo y obra fehaciente.  Hoy, enfrentado a un País en crisis en todos los órdenes, se reunió en asamblea para aceptar el reto económico y social que lo confrontan.  Experiencia tiene, y obra ingente realizada, y capacidad de sobra, como diría Juan Jacobo Rousseau, “en el silencio de las pasiones”, con fe y amor a Puerto Rico.

jueves, 17 de julio de 2014

Ecos del 1948 en el PPD


Hace 66 años, tras haber Don Luis Muñoz Marín declarado --- y cumplido su compromiso con el pueblo en el sentido de que un voto por el PPD no era un voto por ningún status particular, un grupo de populares independentistas crearon el Congreso Pro Independencia de Puerto Rico.  Muñoz repudió aquella ruptura con el compromiso contraído con el pueblo y declaró la incompatibilidad del Congreso con el Partido Popular Democrático.  Una expresión altiva de Muñoz selló aquella incompatibilidad.  La hizo personalmente al Presidente de la Cámara de Representantes, el Dr. Francisco Susoni: “Doctor, si usted quiere defender la independencia, funde un partido, porque este Partido Popular Democrático no es independentista”.  Ese fue el sentido de su expresión, no recuerdo si las palabras exactas.

Superado aquel reto, el PPD logró resonantes victorias hasta 1968.  Su derrota entonces no tuvo nada que ver con el status.

Históricamente los independentistas se han alineado con lo que entonces surgió --- el Partido Independentista Puertorriqueño, el hoy moribundo PIP ---, que es hoy una sombra de lo que fue bajo el liderato de Gilberto Concepción de Gracia.  Hoy es un quiste oficinesco en la Comisión Estatal de Elecciones, sin pueblo y sin impacto alguno en la vida política puertorriqueña.  Lo único que les interesa es aliarse a los estadistas en la esperanza de derrotar al Estado Libre Asociado.  ¡Vano empeño y triste destino!

Hoy se levanta en las filas del Partido Popular un grupo que repite la voluntad independentista de un sector del PPD.  No confiesan su independentismo abiertamente porque saben que ello sería un ejercicio de extrema unción, frente al carácter político anti-independentista de la casi unanimidad del pueblo y electorado puertorriqueño.  Se llaman a si mismos soberanistas, pero no pueden explicar la diferencia entre soberanía e independencia.  ¿Sabe el lector por qué?  Porque no existe tal diferencia.  Si el lector quiere confirmar este aserto, consulte cualquier diccionario político, jurídico o ideológico, a ver si existe alguna diferencia entre soberanía política e independencia política.  Son exactamente equivalentes.

Todo lo anterior indica que los nuevos patriotas que rechazan la autonomía del Estado Libre Asociado para afirmar su necesidad de soberanía, pero no la independencia, tienen mucho que explicar, porque su actual discurso carece de honestidad intelectual, teniendo más bien el carácter de máscara dramática o pescaíto para coger incautos.  Si explican y dan contenido jurídico diferencial a su novel status --- soberanía sin independencia --- podríamos asistir a un debate racional, que no es posible con una independencia encapotada.

miércoles, 16 de julio de 2014

El Patético Debut de Pedro Pierluisi como Hombre de Estado


Hace un par de días el Comisionado Residente Pedro Pierluisi, reclamando ser el segundo líder electo del País, aunque no aclaró que preside un partido minoritario, se fue a los cenáculos de las casas de corretaje a lloriquear con ellos --- los pobres --- por el mal trato que les ha dado el Gobernador.  “Yo”, les dijo, “ le doy a ustedes la ventaja de la duda”.  Pregunta que se gotea:  ¿qué duda?  Porque en ese asunto los agresores han sido los emporios especulativos --- apostadores a la ruleta rusa del mercado.  ¿Qué perdón hay que pedirles?  Promete el señor Pierluisi que cuando el sea gobernador los protegerá y favorecerá, a expensas de los servicios públicos y los empleos que sostienen a tantas familias puertorriqueñas.  Se trata de una proverbial traición al pueblo de Puerto Rico, a la vez que le pediría su voto para consumar su entrega a los bonistas.

Por primera vez en la historia de Puerto Rico un candidato a gobernador se compromete a diezmar el servicio y el empleo público para dirigir los recursos fiscales del pueblo a especuladores implacables e insensibles, que le han declarado la guerra a Puerto Rico, sobre el que Pierluisi quiere gobernar.

Constituye un precedente abominable el que un político de oposición, electo para otras funciones en Washington, se entrometa en una delicada controversia de Estado en la que el Primer Ejecutivo ostenta --- el sólo, constitucionalmente --- la representación del País.

Si Pedro Pierluisi no quiere o no puede ayudar en este trance, que no estorbe uniéndose politiqueramente a los enemigos de la salud fiscal del País.

martes, 15 de julio de 2014

El Sistema Político: Estructura Interna y Demandas Externas


Todo sistema político es analizable en términos de sus instituciones internas --- los poderes públicos establecidos en su constitución, más los organismos administrativos que surgen de esa constitución --- y del ambiente externo que desde la sociedad le hace demandas.  Estas demandas se procesan en la estructura interna del Estado y sus resultados o soluciones se envían a la sociedad, a la circunferencia de la acción ejecutiva, legislativa y judicial, mediante el aparato administrativo que conocemos como gobierno.

Es sistema social externo de donde surgen los agentes y oficiales del pueblo como gobierno representa un sistema de facilidades y resistencias a ser consideraras, procesadas por el sistema jurídico institucional interno, que llamamos estado o gobierno.  Se concreta su actividad en demandas, exigencias, peticiones, que rodean como piel, y a veces como aparato ortopédico las acciones del estado.

Reducido este planteo a la acción del gobernante y el político desde el poder, es obligación moral del ciudadano y de los que lo juzgan entender la estructura de ese ambiente externo al que va dirigida la acción política y las decisiones gubernamentales.  Porque muchas veces esas acciones tienen poco que ver con los deseos, o con las mejores intenciones al momento de la decisión, ya que tienen que contar con y están limitadas por el ambiente --- resistencias y limitaciones --- del sistema político en que se opera, a modo de camisa de fuerza que restringe al organismo político desde el cual se opera. 

Dice el viejo refrán inglés que “if wishes were horses, beggars could ride”.  Si no existiera en una sociedad política abierta, democrática, un sistema de resistencias a los mejores programas e ideales, Lincoln no hubiera necesitado una cruenta Guerra Civil para abolir la esclavitud en Estados Unidos, ni Roosevelt una revolución moral y social para establecer su Nuevo Trato.  Y si no existieran las opíparas casas de corretaje financiero como intermediarios financieros, la vida de Alejandro García Padilla fuera un paraíso donde los buenos propósitos se realizarían automáticamente.  De ahí que todo gobierno debe tener claro --- y todo pueblo democrático entender --- que con buenas intenciones no basta.  A los gobiernos hay que evaluarlos a la luz de su brega interna --- los mejores programas y las mejores intenciones --- y de las resistencias externas que amenazan los mejores propósitos.

lunes, 14 de julio de 2014

Razones y Pasiones en el Proceso Político


En todo sistema político el analista tiene que vérselas con dos constantes --- los gobernantes y los aspirantes a gobernantes, ya sea mediante la legitimidad democrática o mediante la fuerza bruta que asalta el poder del pueblo en las tiranías, dictaduras y totalitarismos, en los que se utiliza al pueblo para escalar el poder, cuando ese asalto es pacífico y demagógico hasta el momento del éxito.  De ahí en adelante no se pretende dar razones, las pasiones bastan, con la fuerza bruta de escudo. 

En los regímenes democráticos representativos la ecuación razón-pasión tiene otro carácter y representa una división del trabajo, en el tiempo y en el proceso mismo de aspirar al poder o de gobernar para y con el consentimiento de los gobernados.

El proceso cotidiano de proyectar ideas, programas y estrategias administrativas de toda índole --- económicas, de educación y salud, de seguridad y responsabilidad fiscal, pertenece al ámbito de la razón, de la inteligencia práctica, carentes, claro está, de exactitud total y predecibilidad de éxito seguro.  Porque participa esa dimensión del reino de la acción, que es siempre inseguro, variable, inexacto.  Constituye, sin embargo, un quehacer racional, cuando se define, se declara y se defiende como futuro posible.

Ligado y condicionado --- facilitando o impidiendo --- ese proceso racional, están las pasiones humanas del poder, el dinero, las influencias malsanas, muchas veces más poderosas que la razón:  apetitos, sed de gratificaciones instantáneas, narcisismo protagónico, afán de dominio y ostentación.  Ese proceso rodea y condiciona lo que los procesos y la voluntad racional definen, proponen y quieren realizar como futuro de la comunidad política.

En los dos grandes partidos que se turnan en el poder gubernativo en Puerto Rico, esa dupleta razón-pasión va cobrando visibilidad y perfil ostensible.  No se trata de que la ambición política personal sea irracional.  Tiene la razón práctica de ser necesaria al proceso democrático.  Todo depende de cómo se proyecta, tiempo, espacio y circunstancias.  Carente de medida y de prudencia puede derrotarse a sí misma, además de derrotar la causa serena y trabajosa de la razón práctica.

¿Estoy hablando en lenguas, o me entienden mis lectores residentes en Puerto Rico en el 2014?  Estoy hablando de la pequeñez moral de los verdaderos autores del presente desastre, de 1980 al 2012:  de la pasión de los puestos, las candidaturas, los contratos, las escoltas, y suma y sigue.  En todos estos casos la pasión egoísta derrotó a la razón generosa.

La razón como capacidad y la inteligencia como método no funcionan solas.  Se valen de los principios activos de la voluntad, la perseverancia, el valor, para dirigir y transformar el mundo externo de las cosas.  Por el otro lado, la pasión sola no produce soluciones, ni aun los que sus deseos anhelan.  Necesita dirección, luces que le señalen los medios para sus fines de gratificación.

Traducido lo anterior al mundo casi caótico en que vivimos, no es difícil entender que en el proceso social que liga la razón con la pasión el gobierno de un pueblo --- democráticamente legitimado, y la administración de que se vale para realizar sus fines de servicio público --- representa la “razón práctica” que dirige la acción administrativa, mientras que los deseos, las demandas del pueblo, los entramados de la política partidista, representan la pasión.  Pero la pasión no puede dirigir porque es egocéntrica.  Lo más que puede hacer es contribuir con la energías para mover la inteligencia hacia fines deseables.

Ni la razón es de por sí pura y transparente, ni la pasión necesariamente destructiva del Bien Común.  La pasión provee la fuerza que necesita el gobierno; la razón provee la dirección.  Sin la pasión, la política es inerte; sin la razón es ciega, vacía, abstracta.

Dígame el lector por dónde andamos respecto a esta ecuación constitutiva de toda política, especialmente dónde estamos y cómo estamos en el Puerto Rico de 2014.

jueves, 10 de julio de 2014

El Poder y la Responsabilidad en la Democracia


En los regímenes dictatoriales, tiránicos y totalitarios, el poder no tiene que darle cuentas a nadie porque se asume como valor absoluto de los mandones de turno.  El principio de la responsabilidad para con el pueblo sobre el cual gobiernan --- si a eso se le puede llamar gobierno --- les es ajeno y abominable, ya que el poder se legitima a sí mismo con la fuerza.  Realmente en esos casos no se trata de regímenes políticos sino de maquinarias de poder avasallador, contra ideas, personas y sociedad.

Todo lo anterior niega el principio rector de la sociedad democrática, que consiste en dar cuenta y cultivar el consentimiento de los gobernados para validar normativamente --- normas y leyes --- la acción del Estado y del gobernante.

Cuando en Puerto Rico nos planteamos ese problema abismático de la responsabilidad de los gobernantes --- como personas y como clase --- tenemos que ejercitar implacablemente la memoria histórica.  ¿Quiénes y a cuenta de qué nos han gobernado de 1969 al 2014?  No se trata de dictaduras ni de totalitarismos, sino de gobiernos legales, constitucionales y políticamente democráticos, por lo menos nominalmente.  De tal manera que nuestra presente crisis económica y fiscal se remite a las acciones de esos 7 gobernadores, la mayoría de los cuales controlaban las dos Cámaras legislativas, y cuando no las controlaban obtenían su aprobación para sus propuestas, con la sola excepción de Aníbal Acevedo Vilá, contra quien Primitivo Aponte y los falsos auténticos libraron una guerra santa para sabotear su gobierno.

En todo caso, sumados todos esos personajes, constituyeron y aun constituyen la clase política del País, y mientras este se hunde en el hoyo negro de la quiebra económica y fiscal, disfrutan, inmoralmente, de sus escoltas, cabildeos y fundaciones trompito a costa del pueblo empobrecido de Puerto Rico.  ¡Así paga el diablo!

Existe, como corona de esa irresponsabilidad cumulativa, el episodio siniestro de la destrucción de las empresas 936, espina dorsal de nuestro desarrollo industrial, empleo bien remunerado y numeroso, y sostén --- por su efecto multiplicador --- del crecimiento económico que a la vuelta de la esquina se traduce en solvencia fiscal, en vez de la crisis aparentemente terminal que hoy sufrimos.  Ese es el legado abominable de Romero, Rosselló y Fortuño, en busca de la quimera de la estadidad.

Ese es el legado, en fin,  de esa clase política ñoña que hemos sufrido durante el último medio siglo. 

Luego analizaré la crisis fiscal a la luz de otra dimensión de la irresponsabilidad que la ha provocado: la dimensión federal.

Un Gobierno Autista y un Pueblo Espantao


Si uno se interna en el bosque y no marca los árboles para el regreso, cae en el sentido de perdimiento y naufragio que aqueja al pueblo de Puerto Rico en el momento que escribo.

Nuestro pueblo se siente anonadado, confundido, perdido entre las sombras de lo que pretende pasar por explicaciones y justificaciones de su confusión.  Sus líderes no explican, y cuando lo hacen lo más que pueden articular son frases sueltas, sin articulación gramatical ni lógica.  El pueblo intuye que están trabajando, bregando contra la tupida urdimbre de la complejidad económica, financiera y fiscal.  Y quiere creer, pero no le brindan los asideros por donde elevarse al entendimiento de la crisis.

Hace apenas seis o diez meses que todo estaba aparentemente claro:  José Ortiz, Jorge Rodríguez, Miguel Cordero y Josué Colón respiraban optimismo:  optimismo de enormes bonos de productividad mientras quebraban la Agencia (AEE).  Expulsados de allí por efectos de su palpable corrupción, la Agencia ha caído en la mortandad financiera que sólo la imagen de los cocodrilos jadeantes en los “Everglades” de la Florida pueden comparar.

La nueva gerencia de la AEE está sumida en la búsqueda de fondos con qué pagar las deudas heredadas de los cinco gobernadores anteriores y no los encuentra.  Si el gobierno no sabe, ¿qué va a saber el pueblo de las porquerías financieras heredadas?

Hay que abonarle a la gerencia de la AEE y al Gobernador su valor para enfrentarse a la crisis, aunque el pueblo está a oscuras sobre esa peripecia trágica.  Confía en la honradez y en la motivación de servicio --- aun desde las catacumbas de la corrupción e incompetencia previas --- de los que lidian en la oscuridad contra el estercolero heredado.

Da pena y compunge el espíritu el que los cuatro sindicatos más económicamente privilegiados del País --- UTIER, UIIA, Fondo del Seguro del Estado y la TUAMA estén en las calles gritando su insolidaridad con el País, negándole los servicios esenciales, a nombre de sus ingresos privilegiados.  Esos son otros que se internaron en el bosque y no se llevaron consigo la tiza para marcar los árboles en el regreso a la luz.

El gobierno no explica, y al pueblo se le brotan los ojos de espanto.

domingo, 6 de julio de 2014

La Crisis es Moral: La Clase Política ha Traicionado al Bien Común


Pueden hacerse todos los análisis que el intelecto es capaz de diseñar, en apología de los gobiernos que se apropiaron los haberes públicos del País, y pueden producirse cifras realistas o inverosímiles sobre la magnitud del desfalco financiero del Estado Puertorriqueño --- cifras correctas, plausibles o inventadas ---, pero aun así el pueblo puertorriqueño no tiene la menor idea de la traición de que ha sido víctima a manos de los 7 gobernadores --- de 1973 a 2012 --- en que confió para dirigir su destino desde la gobernación.  Tres de esos gobernadores fueron reincidentes --- Hernández Colón, Romero y Rosselló.  Luis Fortuño fue la culminación de esa corrupción, personal y pública.

En torno a esos gobernadores pululó una clase política de valores y actitudes intercambiables.  Se casan entre sí, frecuentan los mismos centros sociales, restaurantes, iglesias y entretenimientos sociales y deportivos.  Se guardan las espaldas entre sí y se contratan mutuamente para engrosar sus caudales.  A eso llamó Wilfredo Pareto, el sociólogo político italiano de principios del siglo pasado “La circulación de las elites”.

Una memoria --- aunque sea corta --- de la peripecia económica y administrativa de la AEE, AAA y del Fondo del Seguro del Estado, no deja resquicio para dudar que esas tres instrumentalidades públicas han sido saqueadas en forma sistemática y corrupta, por sus ejecutivos, sus gerenciales, sus sindicatos, en servicio a las personas y los partidos que se las han repartido.

Hoy, a la altura de 46 años de corrupción personal y mangoneo político, sus gerentes a todos los niveles, y los sindicatos aliados, dan vueltas como cucarachas al impacto de la luz que se dirige a exterminarlas.

Se dice que agua pasada no mueve molinos, pero quizás la peste de su desgraciado cúmulo aleccione para el presente y el futuro.  Porque se trata nada menos de una alianza --- una coincidencia insana --- de los partidos que hasta el 2012 han renegado de sus orígenes, y como clase política se han robado la sustancia del haber público --- moral y económico --- y lanzado al País a una quiebra virtual.

Está por verse si los esfuerzos valientes de Alejandro García Padilla y su pequeño grupo de funcionarios serios pueden evitar el abismo que otros propiciaron con su avaricia económica y su torpeza moral.

Porque la crisis es moral, y tiene autores conocidos, que sabiéndose autores guardan silencio mientras se esconden detrás de sus escoltas y fundaciones.

Los Elementos de la Obligación Política


¿Obligación?  ¿De quién y con relación a quien?  Del Estado democrático para con el pueblo que lo instituye, lo juzga periódicamente, y lo valida o lo rechaza y lo destituye.  A eso llamaba Nicolás Maquiavelo y todos los tratadistas que le sucedieron, hasta John Locke a fines del siglo XVII y Tomas Jefferson a fines del siglo XVIII, la “razón de estado”, o en el lenguaje más sencillo de los políticos y la ciudadanía, el “police power” para con sus representados y el pueblo en general.

Lo que el Gobernador Alejandro García Padilla y la Legislatura de Puerto Rico aprobaron es una variante de esa obligación política de los gobernantes hacia los gobernados en un sistema democrático representativo.

Traducida al lenguaje ordinario esa obligación política, estamos hablando de los servicios que el gobierno le debe al pueblo, entre ellos, principalmente, los de salud, educación, seguridad y oportunidades de empleo.

Que aparezca en el discurso público una corporación de especulaciones en bonos y préstamos y le diga al mundo que Puerto Rico ha cometido el enorme crimen de anteponer los servicios al pueblo por sobre el pago a tiempo y totalmente de su deuda bursátil constituye una obscenidad moral que hay que repudiar con todas las fuerzas que la responsabilidad y el patriotismo exigen.

Ahora bien, si la intuición moral y el sentido común, y el derecho vigente que representa la justicia absoluta, resultaran derrotadas en las cortes del imperio, ¿qué vamos a hacer como pueblo?

Esa pregunta tiene carácter abismático para nuestro pueblo.  Yo sé cual debe ser la respuesta, pero quiero escuchar otras voces, otras conciencias, sobre tal condición hipotética y moralmente límite.

miércoles, 2 de julio de 2014

Alejandro Entre El Bautista y Tiresias


En la mitología antigua, tanto cristiana como pagana, existen arquetipos representativos de alternativas polares --- contrapuestas --- sobre la salvación humana en la comunidad política.  El Bautista, supuesto anunciador de la salvación que Jesús de Nazaret representaría para el pueblo judío, representó la antípoda de otro arquetipo antiguo, Tiresias, un personaje portador de malas nuevas para los héroes trágicos del drama griego.

En la depresión económica y de espíritu que la presente situación social y política exhibe, esos dos modelos de liderato se imponen a la conciencia pública.  Por un lado, el Gobernador enfrenta y confronta a los abusadores traficantes de bonos, mientras Tiresias dirige el coro del derrotismo, y le echa en cara al Gobernador su anuncio esperanzador de que aún bajo las presentes circunstancias la economía sigue produciendo empleos, nuevos empleos.  Entonces se le ataca de optimismo vacío y sin apoyo en la realidad.  Quisieran que el Gobernador se uniera al lamento lagrimero de los Tiresias de la vida.  El Gobernador no es el Bautista, pero no puede ser Tiresias, anunciando a su pueblo la perdición sin retorno.

Decía el historiador inglés Collingwood, barajando la gravitación de la tierra con la altura de los cielos que el hombre prudente tiene que hacer ambas cosas, los pies en la tierra y la vista en los cielos.  Denunciar los abusos de las casas desacreditadoras de Puerto Rico, en defensa de nuestro pueblo --- pies en la tierra --- y reconocer los esfuerzos del gobierno y la empresa privada por la creación de nuevos empleos --- ojos en las alturas --- dista mucho de ser moral o políticamente contradictorio.

Los Tiresias de la vida deben aguantar las ganas de que el Gobernador y Puerto Rico fracasen para sentirse más cómodos en sus “análisis profundos”.

Crisis Económica y Crisis Moral en Puerto Rico


Una crisis económica, como la que se dio en los Estados Unidos de 1929 a 1940 --- la Gran Depresión --- que alcanzó ribetes mundiales al coincidir con graves tendencias totalitarias en Europa --- Fascismo y Comunismo --- parece que nos azota desde el 2006, sin señales de finalizar mediante un reequilibrio de los factores que la constituyen: producción, empresarismo, empleo, condición fiscal resultante, entre otros.

No podemos, sin embargo, hablar con propiedad de crisis política.  Porque no ha habido crisis constitucional alguna, ni alteración notable en las conductas de los agentes políticos que conducen los  vagones de la competencia democrática: partidos, grupos de intereses particulares, discusión y comportamiento, en busca de consensos entre las tres Ramas del Estado: Legislativo, Ejecutivo y Judicial.  Las mini-crisis dentro de ellas y contra ellas no han llevado la sangre al río.

El ámbito político --- Gobernador y Legislatura --- han confrontado mayormente la crisis económica de manera seria, valiente y eficaz.  Donde existe una verdadera crisis es en la elite política de los partidos cuyos gobernadores son responsables de la crisis económica:  Carlos Romero, Rafael Hernández Colón, Pedro Rosselló, Sila María Calderón y Luis Fortuño, incluyendo en esa tribu a los parientes y dolientes de la chupeta pública, que han succionado el tesoro público abusivamente, mientras destruyeron la base fiscal que sustentaba la posibilidad misma de ofrecerle al pueblo los servicios que necesita, gracias al endeudamiento irresponsable y demagógico en que incurrieron sin fuentes de pago, y que hoy frustra al gobierno y al País en la parálisis económica y fiscal.

El Gobernador y la Legislatura han respondido a este reto con valor y entereza.  Pero desmoraliza sobremanera al pueblo saber que los exgobernadores --- y los jueces que un día mandaron al Tribunal Supremo --- no acusan en sus conciencias la crisis que crearon.  Lo de ellos es el dinero, las escoltas para protegerlos del pueblo, los cabildeos que venden la influencia que el pueblo ingenuamente les concedió.

Que dos exjueces del Tribunal Supremo, Antonio Andreu García y Federico Hernández Denton --- exfuncionarios partidistas de Rafael Hernández Colon --- retirados con pensiones de sueldo completo, heredable por sus esposas, alquilen esa influencia al mejor postor, el Banco Doral, en un pleito contra el Departamento de Hacienda, rompe con todos los récords de amoralidad pública en Puerto Rico.

Por eso digo, la crisis es económica y fiscal, mas no política.  Pero sobre todo, la crisis es moral, de parte de aquellos que el pueblo encumbró y hoy muerden la mano que los alimentó.  Ese establo político y moral de Rafael Hernández Colón le cuesta al pueblo mucho más que los buitres bonistas que amenazan con destruirlo.