martes, 28 de febrero de 2017

Las Contorsiones de la Oligarquía: Trump y Rosselló

A principios del siglo pasado el filósofo inglés G.E.Moore acuñó un aforismo tan sencillo como profundo:  “Cada cosa es lo que es, y no otra cosa”.  Su significado universal intuitivamente correcto, nos obliga a separar la paja y la broza del teatro político para dar con la verdadera realidad que la publicidad y la cháchara partidista esconden, mientras dicen educar al pueblo.


Quien se asome bien prevenido al espectáculo que se da en la polis norteamericana y en el fondo y la actualidad de la polis puertorriqueña tiene que concluir que se trata de dos oligarquías, una grande y una chiquita, desde sus fundaciones como entidades civiles organizadas, siglo 16 para el Puerto Rico español y siglo 18 para la república de Washington y Jefferson y los Adams de los Estados Unidos.


La oligarquía es el gobierno de todos por los pocos ricos.  La democracia, el gobierno del pueblo por el pueblo y para el pueblo es “el sueño de una noche de verano”.  Aclarado eso, vamos a la terca realidad.  La oligarquía americana que hoy timonea Donald Trump es un asco, una vergüenza nacional, un bochorno internacional, en que esa oligarquía --- como decimos en el campo --- ha salido desnuda a la sala.


Ahora bien, esa es la oligarquía grande, la imperial.  Vamos a la oligarquía chiquita, la nuestra.  Un pequeño Trump, mini-oligarca , dice que va a hacer esto y aquello, y lo otro, sin la preparación necesaria, sin dinero público disponible porque la oligarquía grande lo asfixia con su PROMESA, y no existe en el gobernante de la oligarquía chiquita la dignidad ni la entereza de un David contra el Goliat opresor.


Porque “cada cosa es lo que es, y no otra cosa”.


Nuestra crisis oligárquica es más grave que la norteamericana.  Porque allá la sociedad es más fuerte que el Estado, más plural, más diversa, más resistente.  La oligarquía chiquita nuestra --- como Estado --- es mucho más aplastante que lo que es allá.  Nuestra sociedad es ademas de dócil, colonizada, frágil:  todavía pensamos que si dejamos de mirarnos el ombligo y miramos al horizonte posible, nos coge el holandés.

domingo, 26 de febrero de 2017

Entre la Decepción y la Esperanza

Hace apenas un mes, al nombrarse para la Secretaría de Educación a la contratista Julia Keleher, pensé que por su juventud y preparación en la materia infundiría nuevos ánimos y soluciones pertinentes a la postración anémica de ese Departamento: una Torre de Babel saturada de empleados, contratos, conflictos y desidias paralizantes.


Reclutada inexplicablemente del mundo de los contratos epidémicos de la fauna partidista, pensé que aún así podría orientársele sobre la calamidad sociológica de ese Departamento. Todo dependería de si tenía o no la capacidad para enfrentar la tarea con la convicción de un esquema conceptual educativo, integrado como proyecto de desarrollo.  No pasaron tres semanas sin que la propia Secretaria nos proveyera la respuesta: un contrato especial para que produzca ese proyecto de reforma, sobre el cual no tiene que convencer o persuadir a la Secretaria, porque el asunto nace y se queda en casa:  ella se contrata a sí misma para pensar y hacer de una manera diferente, renovadora, reformista, por el doble del dinero de los otros Secretarios de gabinete.  ¡Qué monería!, ¡Qué charada se juegan Rosselló y Doña Julia!


¡Que decepción! ¡Que desencanto!


La esperanza, con todo y eso, no está totalmente perdida.  Porque al otro lado del Departamento de Educación, entregado a la contratería y a la “contratista de luxe”, está la Universidad de Puerto Rico, la que con todo y los vendavales que ha sufrido, desde Ismael Almodóvar y Fernando Agrait, pasando por Antonio García Padilla, de la misma escuadra de galanes del servilismo, se ha mantenido como la joya de la corona del Puerto Rico de los últimos tres cuartos de siglo, de 1942 al 2017.


La U.P.R. ha sufrido crisis internas y externas, administrativas y políticas, y los claustros de esos años, contra viento y marea, han sostenido La Torre con los hombros y su lealtad de Alma Mater.  Pero ahora se enfrenta a un enemigo externo y poderoso --- PROMESA--- que en su ignorancia implacable amenaza desmantelar la U.P.R.  Y por eso se enfrenta --- como en el caso del Departamento de Educación --- a un enemigo implacable --- que suma a la ignorancia el poder, ignorando los altos valores de la actual Universidad, aún con todos sus problemas de falta de un proyecto institucional articulado.


Pero hay esperanza para la Universidad, porque a falta de que sus integrantes internos articulen sus valores y logros, existen ciudadanos observadores atentos a su obra que salen en su defensa efectiva.  Me refiero específicamente al análisis que en Perspectivas hace el editor de “El Nuevo Día” en su edición de hoy 26 de febrero: La U.P.R. su Peor Enemigo.


Se trata de un análisis amplio, objetivo, de la obra histórica y potencia de futuro de la U.P.R., que al no reconocerse en esa obra y en esa potencia, se ataca a sí misma, se debilita ante sus detractores.  ¡Que tomen nota los universitarios, y sobre todo los sátrapas de PROMESA!

lunes, 13 de febrero de 2017

El Status en Broma y en Serio: O la Reforma Política, por Arriba o por Abajo

Las luchas políticas sobre nuestro status político como pueblo exhiben dos vertientes mil veces ensayadas en nuestra historia.  La primera consiste de un repetido ejercicio legalista, juridicista, formal, que en filosofía llamamos dialéctico.  La segunda es semánticamente más modesta.  En vez de dialéctica de ideas se concentra en los problemas reales del pueblo, en los límites de sus poderes políticos para confrontar sus problemas.  En la historia del pensamiento, desde Atenas hasta San Juan de Puerto Rico, a esta tradición se le ha llamado pragmática, es decir, basada en confrontar los “asuntos importantes”, que en griego se llamaban “pragmata”.


Traducidos esos términos a mi experiencia académica y política, se trata de lidiar con nuestros problemas de País “por arriba”, o “por abajo”, es decir, mediante  polémicas de conceptos, ideas generales, jurídicas o políticas --- enfoque dialéctico --- o por el contrario diagnosticar nuestros males en términos del método alternativo, operacional, pragmático, que consiste en realizar un intenso ejercicio de comunicación con el pueblo mismo, en aras de conjurar sus males.


El contraste intelectual de métodos que he definido para enfrentar nuestro status político se evidencia en las maneras alternativas que profesan los diferentes bandos del PPD para reintegrar el partido a la unidad de proyección victoriosa hacia el futuro, y especialmente con respecto al status político y la restauración económica y social.


A lo anterior es que llamo “el Status en serio”, a diferencia del “el Status en broma”, que se constituye por unas actitudes y lenguajes abstractos, “ideales”, a contrapelo de las realidades y los intereses de los Estados Unidos y del pueblo de Puerto Rico.


Como testigo de esa dicotomía ideológica o metodológica a lo largo de 80 años de conciencia alerta sobre nuestra peripecia política --- desde la Masacre de Ponce hasta la masacre del ELA a manos del Congreso y de Promesa --- no me explico cómo la mitad del PPD insiste en el método retórico-dialéctico --- conceptos, ideas abstractas, derecho federal o internacional --- de espaldas a la angustia moral, social y política de nuestro pueblo.  El método realmente democrático, a partir de 1938 en el PPD, ha sido el método pragmático, circunstancial, de gran deferencia y respeto al electorado potencial del 2020.  Ese es el “status en serio”.  El “status en broma” consiste en la dialéctica de conceptos --- que frente a los Estados Unidos es como discursear elocuentemente ante un teatro vacío.


Los dos candidatos a la presidencia del PPD ilustran esas dos formas de acción política.  Dejo al lector determinar cuál es una o la otra.


Por ahora me basta recordar el aforismo filosófico aplicable de Manuel Kant, relevante al tema de hoy:  “los conceptos sin materia concreta resultan vacíos” y ”la pura materia sin ideas resulta ciega”.