domingo, 14 de diciembre de 2014

La Única Salida de Alejandro: El Método Truman


La situación económica, financiera y fiscal a la que se enfrenta Puerto Rico y su Gobernador Alejandro García Padilla, requiere, para su entendimiento y superación, una dramática actitud de sinceración, o lo que Mahatma Gandhi llamó “un experimento con la verdad”.

Esa verdad tendría dos funciones. La primera, explicarle al pueblo la realidad y los términos de la crisis, a diferencia de la enredadera de cifras que se blanden en la prensa y en el grupo de gobierno y que ni Dios --- si existiera --- entendería.  La segunda función de la verdad es la de mantener una relación de fe y confianza entre pueblo y gobernador.

Me temo, sin embargo, que Alejandro, no ha podido o no ha querido sincerarse con el pueblo sobre un pasado que no es el suyo, sino de sus predecesores, desde Rafael Hernández Colón hasta Luis Fortuño, tampoco querrá explicar y justificar sus acciones de los últimos dos años.

El pueblo no tiene ningún deseo de justificar la corrupción y la incompetencia del pasado, pero tampoco quiere dar por bueno el silencio y la improductividad política y económica del actual gobierno, ni su incapacidad para explicar las causas y fechorías de lo heredado, como tampoco interesa que lo tomen por tonto, a base de una fe de carbonero: yo creo lo que cree la iglesia, y la iglesia cree lo que yo creo.

 Ese tipo de votante paso a la historia, y en su día no lo moverá ni la más cara agencia de publicidad.

Existe un precedente histórico que puede aleccionar a Alejandro y su grupito de Fortaleza.  Se trata de la gesta de sabiduría y coraje desplegados por Harry S. Truman en 1948.  Dado por muerto por toda la prensa americana, y con un Partido Republicano a las puertas de Casa Blanca, Harry Truman se fue al País --- en trenes que recorrieron pueblos grandes y pequeños --- para explicarle a los norteamericanos la incompetencia y avaricia de los republicanos.  Citó una Sesión Especial del Congresos y le sometió 18 importantes proyectos de ley, de los cuales no aprobaron uno sólo.  ¡Ah ja!, concluyó Truman, este es el “do nothing Congress”.  Los maseteó, los describió tal cual eran, y los derrotó, porque el pueblo necesitaba explicaciones y las tuvo.

En esa jornada, el objetivo del desenmascaramiento no sería el PNP, con su desvergonzada herencia de corrupción, sino que lo sería también la Legislatura del PPD, que quiere administrar al País desde Puerta de Tierra.

Si esta gesta se diera, su lección moral no sólo me recordaría a Harry Truman, sino un viejo drama del Oeste vaquero, en que Alan Ladd mostró la diferencia que hace ante las crisis un hombre con coraje, pantalones, y testosterona.  De lo contrario, la masa oportunista de su partido --- en la Legislatura y fuera de ella --- lo derrotarán.  Y entonces se oirá, como se dijo del Crucificado, que “fue llevado al matadero y no abrió su boca”.

viernes, 12 de diciembre de 2014

Entre la Espada y la Pared: O, un Palo Sucio por las Dos Puntas


A la hora que escribo estas líneas, el Gobernador no ha decidido qué hacer con el proyecto que le sometió a la Asamblea Legislativa sobre el impuesto al petróleo.  La tensión y la expectativa crecen.  ¿Firmará o no firmará el proyecto para convertirlo en ley?  Opino que se trata de una falsa expectación: no tiene más remedio que firmarlo.  Sobre la marcha, mañana o pasado, lo que se dicen sus defectos o limitaciones, tales como limitar al 8.5 por ciento el costo de los bonos, o la prohibición de un ajuste anual por el costo de vida, se irán corrigiendo conforme los hechos, en el tablero real de la negociación con los buitres de Wall Street, según vayan confirmando las limitaciones legisladas.  Actuar a priori, a nombre de los peores escenarios, no es prudente, especialmente porque existen razones de peso --- y de pesos --- para sostener cualquiera de las dos alternativas.

Después de la guerra entre el Gobernador y la Legislatura sobre la necesidad y la forma que debió presidir el proceso y el proyecto, se impone el criterio prudente de trabajar sobre lo hecho y no insistir en actitudes de todo o nada.

Lo anterior no significa que el proyecto aprobado por la Legislatura sea perfecto, ni que la posición y el método del Gobernador hayan sido los más sabios o prudentes, como no lo ha sido tampoco la actitud ácida de varios senadores ante la propuesta del Gobernador.  Lo que estoy diciendo es que después de la lucha amarga, desmoralizadora que culminó en la aprobación del proyecto, el Gobernador no puede aferrarse a lo perfecto para rechazar lo bueno.

Que las dos enmiendas incluidas en el proyecto --- el rechazo del ajuste inflacionario al impuesto y la limitación a que deban negociarse los bonos --- puede achacársele que con el tiempo limitarían el monto real del impuesto, por un lado, y por el otro limita el poder de negociación del Estado, cuando sabemos que se trata de un mercado fluctuante.  Esa es la liga en que estamos jugando.  Pero por el otro lado, la Legislatura popular está harta de la manipulación de los intereses a gusto y gana de los buitres del mercado de bonos.

En el fondo, se trata de un asunto espinoso --- un palo sucio por las dos puntas --- pero la Legislatura no puede administrar, ni el Gobernador actuar a base de lo que la parezca a los especuladores.

Mientras tanto, hay que mantener la relación cordial y racional entre el Gobernador y la Legislatura.  Eso se logra firmando el proyecto, convertirlo en ley, y hacer consciente a la Legislatura de sus limitaciones.  Sólo eso crearía las condiciones de diálogo para corregirlo.

miércoles, 10 de diciembre de 2014

El “Affair” Pellé Santiago: El Saber Político y las Decisiones Políticas


De antiguo se sabe que el saber político --- y por tanto la acción y las decisiones políticas --- difiere por mucho del saber científico o lógico.  En el caso de estos últimos saberes lidiamos con proposiciones universales, porque los objetos de que tratan, sean estos reales --- las cosas de la experiencia ordinaria -- o ideales, puros conceptos del entendimiento o la razón, ocurren siempre de la misma manera, son invariables en su conducta, como en el caso de las ciencias naturales.

Por el otro lado, cuando estudiamos, analizamos y afirmamos proporciones sobre cosas variables --- la política, la moral, las artes --- no podemos aspirar a generalizaciones universales o absolutas, porque los objetos y las realidades de la vida práctica --- histórica, política, ética o artística --- siempre pueden ser de otra manera, y en todo caso lo que sobre ellos pueda afirmarse es incierto, variable, cambiante, carente por ello de exactitud y precisión.

Valga este preámbulo como marco en que encajar una conducta particular, de un político, un moralista, un administrador.  En ese contexto quiero analizar la conducta del representante Pedro Pellé Santiago, al romper filas con su partido y votar por una medida propuesta y defendida por el otro partido.  ¿Y de qué se trata?  ¿Convicción?  ¿Conciencia? ¿Negocio de voto por dinero?  Yo no sé, y nadie sabe a ciencia cierta.  Pero han llovido sobre él todos los innuendos de rigor:  ¿Compraventa, torpeza, deslealtad a su partido?  Lo cierto es que le aguó la fiesta a su partido de opositores irracionales de todo lo que proponga el partido de gobierno, que representa a todo el pueblo de Puerto Rico, hasta que otras elecciones digan otra cosa.

Toda política democrática se fundamenta en mayoría --- minoría, no importa el proceso para llegar a eso.  Se fundamenta además en la santidad de la conciencia individual.  Transcurre mediante acuerdos y transacciones entre entes políticos de ideas discrepantes, con tal de facilitar decisiones necesarias al pueblo.  Demonizar al que se atreve a romper filas para facilitar soluciones, y llamarle cobarde, telegrafía la miseria moral de los políticos que son poco más que tuercas de maquinaria.

Es interesante, aunque no sorprende, la unanimidad del elemento soberanista independentista que contaba con la derrota de la medida en cuestión, para declarar muertos al PPD y a Alejandro García Padilla, para proclamar el triunfo del purismo virginal de su agenda.  Pellé Santiago les frustró esa romántica quimera.  Por eso hay que denostarlo y acusarlo de vender su voto.  Yo, por el contrario, creo que su conducta ha sido racional y valiente.  Si andando el tiempo su Distrito Representativo se beneficia de su acción, santo y bueno.  Así es la política democrática a nombre de los votos que se tienen.  Los que no tienen votos --- también gracias a la democracia --- están libres para difamar a los que sí tienen votos y los usan.

domingo, 7 de diciembre de 2014

Individuos, Partidos y Políticas Públicas


En los 70 años que llevo estudiando y practicando el arte de la política --- la política como propuesta de acción pública mediante partidos, esto es, conjunto de ciudadanos agregados en torno a un programa colectivo --- colectivo en sus agentes y sus instrumentos de acción, no había yo observado una falsificación más patente y destructiva como la que hoy exhibe el Partido Popular Democrático en la Legislatura y una que otra alcaldía.

Un partido político es un colectivo, que resulta de la agregación de voluntades hacia una postura común hacia el Bien Común de la comunidad política a que supuestamente sirve.

La conducta destructiva de por lo menos una docena de legisladores populares, tanto en la Cámara como en el Senado, con respecto al cuadro fiscal y financiero del Estado, representa una negación de su función y responsabilidad como políticos, a favor de un exhibicionismo individualista que le da la espalda a sus responsabilidades políticas, en la teoría y en la práctica de la democracia.

¿Cómo se explica la conducta de este puñado de legisladores --- electos bajo la insignia del Partido Popular y elegidos sólo gracias a ese hecho --- cuando repudian a su Gobernador, el de su partido y el del pueblo todo, en aras de unas pequeñas teorías y unas grandes ignorancias del cuadro fiscal y financiero del gobierno,  mirando demagógicamente a las gradas en busca de prospectivos votos, aunque el País se hunde?

Es enteramente posible que estos legisladores estén convencidos en sus conciencias de que la legislación que objetan e intentan desnaturalizar no convenga al pueblo.  En ese caso, en actitud de consistencia con sus conciencias deberían entregar sus escaños a favor de otros que puedan responderle al pueblo y al Ejecutivo con sus actuaciones de partido, no de individualismo místico y romántico.

En la Cámara esa posición olímpica se redujo a un voto de clara naturaleza ideológica incompatible con la responsabilidad del partido y del gobierno de ese partido, que masivamente representa, en la teoría y en la práctica, al pueblo de Puerto Rico.

La conducta política propiamente dicha es la conducta desde y para la “polis”, la comunidad política como un todo.  No es el escenario propio --- como negación de la responsabilidad política --- para preciosismos personalistas, individualistas, de “después de mí, el diluvio”.

En la vida política honesta hay que sacrificar a veces los pruritos personales --- la pureza cautiva --- en aras de consensos mayoritarios que hacen posible la acción colectiva.  Porque la vida política no es el ámbito de lo absoluto, o de las certezas totales.  Porque los juicios políticos son inexactos, variables, válidos no en absoluto sino en su mayor parte.  Eso diferencia la política --- la práctica --- de la teoría y la verdad completa.  Lo contrario es pura arrogancia, o agendas políticas contrarias e inconfesables.

martes, 2 de diciembre de 2014

Los Tiempos, la Necesidad y la Fortuna


Los conceptos que titulan estas líneas fueron acuñados a principios del siglo XVI por el pensador florentino Nicolás Maquiavelo.  Mas allá de la mala prensa que ha tenido su pensamiento, por mor de falsificaciones superficiales de sus doctrinas, su vasta cultura histórica, su perspicaz captación de los valores --- o falta de ellos --- operantes en la Italia del Renacimiento, nos ha legado un cuerpo de doctrina política sólo comparable con Aristóteles en la antigüedad clásica o con la ingente obra científica de Max Weber en la Alemania de principios del siglo pasado.

“El Príncipe” de Maquiavelo constituye la obra fundamental de ciencia política que dio inicio a la época moderna, que en ese sentido cierra, para 1915-1920, con las obras del alemán “La Política como Vocación”, y “Economía y Sociedad”.

¿A qué aluden ambas obras, que pudiera ser relevante al vía crucis puertorriqueño de nuestros días?  Aluden a la necesaria concepción de la política como una dialéctica cotidiana y necesaria de medios y fines.  Es precisamente sobre esos dos términos --- medios y fines --- que ha ocurrido la mayor tergiversación de su pensamiento.

La ignorancia histórica y bibliográfica le atribuye a Maquiavelo haber postulado la tesis de que “el fin justifica los medios”, entendiendo por ello que cualquier medio es bueno y legitimo con tal de que consiga el bien deseado.  Nada más lejos de la doctrina del historiador, diplomático y teórico político de Florencia, ya que tal interpretación postularía la inmoralidad y el cinismo como principios políticos.

¿Cuál es la verdadera doctrina de Maquiavelo sobre la acción y la decisión políticas?  Sencillamente que en la acción, personal o política, cada fin exige unos medios específicos para lograrse.  Por lo que entonces puede afirmarse que si uno quiere lograr un fin tal o cual debe conocer y querer los medios --- los únicos medios --- para realizarlo.

Postular y desear fines sin conciencia de las condiciones y acciones que harían posible realizarlo sería fantasía, sueños o quimeras.

Maquiavelo pensaba que “las condiciones de los tiempos”, la “necesidad”, y la “fortuna”, constituían el marco objetivo contra el cual, o mediante el cual, se posibilitaba la acción efectiva y exitosa.

Aplique el lector esos dos principios --- el de la relación de medios y fines y el de las tres condiciones objetivas en que siempre se da la acción --- a la presente crisis económica puertorriqueña, a ver cómo se evalúan los enfoques y propuestas para conjurarla.

¿Los tiempos?  No vivimos en los años cincuenta, ni tan siquiera en los ochenta.  ¿Necesidad? O reflotamos o nos hundimos bajo el peso de la herencia siniestra de la irresponsabilidad, de los Romero, los Rosselló y los Fortuños. ¿Fortuna?  Eso mismo, Fortuño.