miércoles, 28 de mayo de 2014

¿Por qué Ocuparse de Chemo Soto?


Para la vasta mayoría del pueblo de Puerto Rico, incluido Canóvanas y el Distrito Senatorial de Carolina, se trata de un chiste, un ridículo, y ciertamente una payasada por la que Chemo Soto dispone para su familia de las posiciones electivas de ese pedazo de Puerto Rico.  Como chiste, como cinismo extremo que proviene de una condición de retraso mental, la cosa pasa, como pasó por un tiempo el otro episodio pintoresco del Chuchin de Guayama, que hoy anda en manos de la justicia.

Cuando me refiero a esa conducta política grotesca como picaresca, ando por los predios de Cervantes y su “Buscón”.  Pero me doy cuenta enseguida que la picaresca de Cervantes es graciosa, divertida, inofensiva en su entorno.  Lo de Chemo y Canóvanas --- mañana Carolina --- no tiene nada de gracioso.  Es insultante al concepto de la representación democrática y huele a caso mental digno de ASSMCA si estuviera activa todavía.  Aquí la picardía no viene de pintoresco sino de pícaro en el pleno sentido de la palabra.

Así que el incidente apesta moral y políticamente, pero a ese precio se compra la casa:  así es el PNP.  Por eso hay que discutir a Chemo, porque Chemo no es Chemo:  Chemo es el PNP, y por ello el peligro de degradación de la función representativa no lo representa él privadamente, lo representa el PNP.

En ciencia a veces un sólo caso prueba una teoría.  En política también, chemísticamente hablando.

martes, 27 de mayo de 2014

La AEE: Enemigos de Adentro y de Afuera


En toda la historia de Puerto Rico, desde que Luis Muñoz Marín y su generación le imprimieron rumbo al gobierno de Puerto Rico y sus instituciones, jamás se había generado un debate tan intenso, agrio y conflictivo como el que hoy presenciamos sobre la AEE, y en el que participamos como ciudadanos alertas sobre su importancia y porvenir.

Ese debate tiene dos dimensiones críticas.  Por un lado la crisis de gerencia que padece, por décadas, la AEE, por concepto de la corrupción interna que la sacude, la politización partidista que le carcome las entrañas, y la incompetencia crasa de sus gerencias --- históricas y actuales ---, que han repartido entre ellos mismos, sus gerenciales y sus sindicatos, la substancia económica que ha generado como monopolio del pueblo sobre la energía que necesita en sus familias y en las empresas de todo tipo.

A la hora que escribo, esta noche, la AEE está descapitalizada:  no tiene ni con qué comprar los combustibles que usa para generar energía, mientras le cobra a todos sus usuarios por el combustible y su sacramental “ajuste”, que compra con el dinero que ese pueblo paga, pero que se ha hecho sal y agua en las arcas de la agencia.

Los enemigos externos de la AEE --- empresarios, especuladores del petróleo, El Nuevo Día, ciertos elementos poderosos de la Asamblea Legislativa --- quisieran destruirla y jugar a los topos o a las cartas con unos inversionistas privados que se desconocen, pero que mueven los muñecos desde detrás de las cortinas, y sobre los cuales el pueblo ni los usuarios tendrían ningún poder que no sea el lamento borincano, como era el caso antes de crearse la Autoridad.

La única oportunidad que estos buitres que hoy actúan desde la sombra tienen de lograr sus propósitos es que la gerencia de la AEE los complazca con su incompetencia y su voracidad de repartirse los haberes del pueblo en la Autoridad.  Si no limpian su desempeño de las sombras de la corrupción, la Autoridad le caerá como guanábana madura en la falda de los nuevos colmillús, cerrando así el ciclo histórico de 1940-2014.

Estamos ante un experimento crucial de capacidad, voluntad, y convicción ética sobre para qué es el Estado democrático y el Bien Común.

Si esto último se da, estaremos ante la misma claudicación que se ha dado en los últimos 22 años en el área de la salud:  con los dineros disponibles, se ha declarado incompetente al gobierno y a las profesiones y recursos de la salud para administrar un sistema público universal --- en acceso, continuidad y pago ---, por lo cual hay que entregar el dinero del pueblo a los comerciantes privados de la salud y el dolor humano.

Así no hay patria o pueblo  del cual nos enorgullezca formar parte.  Porque ahí también se habrá ido la luz.

lunes, 26 de mayo de 2014

La AEE: Mientras más Cambia, más Permanece Igual


El cinismo racionalista francés ha acuñado un aforismo que uso de título para los breves apuntes de esta noche.  Después de supuestamente haberse legislado para poner fin a la corrupción en esa instrumentalizad y marcar un nuevo rumbo de eficiencia, cancelando el partidismo político burdo que sufre la agencia, y después de que el Director Ejecutivo --- Juan Alicea --- se deshiciera en promesas de limpieza y productividad, ahora parece que los políticos no quieren soltar el mango de esa mina política y económica, y que Alicea reclama que todo anda bien allí dentro, de espaldas a las iniciativas de depuración del FBI y el Departamento de Justicia.

La discusión pública sobre el carácter y el historial de los prospectivos representantes del pueblo en la Junta de Gobierno y en la nueva Junta Reguladora de la limpieza ética y las políticas internas de la agencia han marcado un retorno a la supuesta orilla dejada atrás de la corrupción y el cartelismo depredador de los dineros del pueblo.

En el lapachero en que resbala el gobierno y en que vive la AEE muy bien podríamos todos acabar muy por atrás de donde se inició esta discusión sobre la limpieza ética y moral de todos los parásitos de la AEE, empezando por los dos partidos políticos.

A un pueblo torpe le sirven --- desde hace 22 años --- gobiernos gemelos en la duplicidad y la incompetencia, que sustituyen con la jaibería y el bla, bla, bla.

Detrás de la Crisis Económica y Fiscal, la Crisis Cívica


Lejos de ser crisis distintas nuestra crisis económica y fiscal y nuestra crisis cívica, de valores de solidaridad y de simpatía comunitaria, la verdad es que la anonimia social --- falta de normas y valores que cimenten toda otra acción en el plano político y social --- es causa y patología de todo lo económico y fiscal.

Durante el pasado fin de semana --- como si yo ya no supiera nada de nada --- me dediqué a escuchar, a preguntar y prestarle atención a las opiniones de puertorriqueños trabados en singular combate con la crisis total que vivimos, económica, fiscal, política y moral --- y sobre todo administrativa, que es la que afecta directamente al ciudadano --- y sufrí --- en el doble sentido de aguantar y tolerar --- las descargas del pueblo sencillo, de todos los órdenes de la vida activa, profesionales y funcionarios que confluían en los procesos intolerables de los malos servicios públicos de empleados displicentes, vagos, impreparados, sin supervisión, contra los ciudadanos que los pagamos. 

Esa no es la crisis económica, ni la fiscal. Es la crisis cívica, carente de valores sociales y humanas:  como peatones, conductores, policías, funcionarios a quienes les importa un pito la necesidad del ciudadano que acude a las ventanillas.  El servicio público ha sido degradado por el partidismo, por un lado, y por el sindicalismo amoral que sólo exige mejores sueldos y menos trabajo, y que como cúmulo de una gerencia incompetente y cobarde, le ha entregado a los sindicatos los criterios de servicio al ciudadano.  El Estado ha sido tan cobarde --- de 1969 a esta parte --- que no se atreve a supervisar la calidad del servicio de unos empleados ensoberbecidos que parece que siempre están de “break”.

El pueblo yace oprimido y desesperanzado bajo la clase política que lo explota, electoralmente y económicamente, padece calladamente, como cordero llevado al matadero, sin abrir su boca.  Ese pueblo, que no tiene prensa, siente y padece calladamente, y entonces se encanalla, succionando de las agencias estatales y federales las migajas que lo conforman, pero sin coraje, sin altivez, sin enjuiciamiento de los políticos que lo envilecen.  De esa manera se unen a la mano pedigüeña estirada, el equivalente de la ratería de los contratos y tumbes a que se dedica la clase política.

Comerse una luz de tránsito, guiar borracho, evadir las contribuciones, mentir para obtener dineros públicos, se convierte, por abajo, en la virtud cívica, equivalente a la avaricia de los de arriba.

¿Y la política? ¿Y los políticos?  Su función es la de gobernar, y educar al pueblo sobre las realidades, actitudes, valores, criterios del bien y del mal.  Pero, ¿dónde están esos educadores?  Están velando guïras, atacándose unos a otros.  Pervirtiendo al pueblo, en vez de educarlo. 

No en balde la crisis cívica es peor que la económica y fiscal, porque es mas profunda.

miércoles, 21 de mayo de 2014

Puerto Rico en Washington: Una Enmienda Impostergable


En los comienzos de la República Norteamericana, el Presidente y el Vicepresidente se elegían en votaciones independientes.  La anomalía creó serios problemas de integración política, con elecciones que produjeron personas y propósitos encontrados al más alto nivel de la Nación.

El liderato político de entonces captó la absoluta inconveniencia de elegir separadamente al Presidente y al Vicepresidente, por lo que se instituyó la elección conjunta, integrada de ambas magistraturas, mediante mayorías respectivas --- Presidente y Vicepresidente --- en el Colegio Electoral.

En Puerto Rico tenemos un sistema que propicia el partidismo crudo, con un Comisionado Residente que corre y es electo por un partido que puede ser contrario, como al presente, al partido de gobierno, y que conforme a nuestro tribalismo sabotea al Gobernador y su agenda.  No se trata de un Comisionado o Gobernador específico, se trata de que se lleva a Washington la guerra política de Puerto Rico en vez de un frente unido por el País.

Ningún partido debería objetar la aprobación de una enmienda constitucional para asegurar que Gobernador y Comisionado Residente trabajen armónicamente en beneficio de nuestro pueblo, dado el hecho de que se ha hecho frecuente la elección de personas opuestas en programas y valores --- uno en Fortaleza y el otro en Washington.  Los contratos laterales para adelantar el programa del Gobernador no resuelven el problema, lo complican y lo encarecen.

Esta reforma no cuesta nada, pero vale mucho, con sólo entenderla. 

Maravilla, Parte II


Después de la publicación de la Segunda Parte del Quijote apócrifo, se acuñó en el mundo literario español un dicho de carácter aforístico:  “Segundas partes nunca fueron buenas”.  Pero como dice nuestro jíbaro, “eso es asegún y cómo”.

Me amparo en esa tradición para preguntarme si la investigación que ha instituido el Presidente del Senado, Eduardo Bhatia, sobre el cartel del petróleo que ha desangrado a la AEE y esquilmado al pueblo consumidor, familias y empresas, puede responder a la naturaleza del problema con la eficacia y el drama moral de aquella otra, la del Cerro Maravilla, que impugnó efectivamente la conducta del entonces Gobernador Carlos Romero y su incondicional cuerpo policíaco.

Aquella dramática investigación desenmascaró a Carlos Romero como el autor intelectual, el inspirador del Crimen de Maravilla, y a su incondicional cuerpo policíaco como los instrumentos dóciles de su liderato fascista.  El eminente abogado norteamericano Samuel Dash, exitoso en la investigación de Nixon y Watergate, declaró públicamente que le parecía que había causa probable para acusar a Romero de aquellos viles asesinatos.  Sin embargo, aunque no se realizara la acusación y el encarcelamiento de Romero, el pueblo de Puerto Rico se educó sobre todo el proceso, aunque le tomara 6 años más para destituir a Romero con sus votos.  Dice el hombre común que si usted pierde, pero aprende, no ha perdido.

Hoy se plantea al Senado de Puerto Rico y a todo el pueblo, un segundo Maravilla:  el robo organizado, conspiratorial, del acervo público, por una ganga de mafiosos corporativos que ha depredado a la AEE.

Esta investigación será un ejercicio sobre todo de educación pública, cívica, sobre la corrupción gubernamental y sobre el honor traicionado.

El PNP, si en efecto se siente inocente e intocado por esa corrupción tipo cartelazo, debe unirse a la investigación, porque de lo contrario la politiza y se declara objeto de la pesquisa, en vez de organismo legislativo airado ante el robo organizado en la AEE.  Porque a priori, nadie está alegando que el cartel es exclusivamente PNP, sino como hipótesis investigativa, se trata de un fenómeno pluripartidista.

Al final de esta investigación sabremos si la AEE es salvable como instrumentalizad pública o no.

lunes, 19 de mayo de 2014

El Cartel del Petróleo: Se le Salió el Refajo


La fiestecita de despedida que le ofrecieron los intermediarios del petróleo que van a la AEE constituyó un aurodesenmascaramiento de los depredadores de la Autoridad --- y por tanto del pueblo consumidor --- con respecto al entramado de operadores, administradores y vendedores del líquido a través de los buenos oficios de William Clark Martínez.

Ese es el balance del “exposé” que les ha hecho El Vocero en el día de hoy, con la firma de la excelente periodista Jenniffer Álvarez Jaime.

Normalmente, en Puerto Rico, los analistas y opinadores políticos --- los serios, no los chabacanos del entretenimiento y el insulto --- nos alimentamos del periodismo para el acervo de hechos sobre los que basamos nuestros comentarios.  De hecho, sólo tres personas en Puerto Rico conocen de primera mano y en forma total, los hechos y la data total que produce el gobierno:  las tres ramas y las instrumentalidades financieramente autónomas:  el Gobernador, el Director de Gerencia y Presupuesto, y la Secretaria de la Gobernación.  De ahí hacia abajo, todos tocamos de oído, desde la parcialidad de nuestra ubicación social, valorativa e ideológica, es decir de partes opinando sobre partes.  Tampoco conocemos el detalle de esas partes.

De vez en cuando, sin embargo, aparece un periodista, varón o hembra, que sacude el árbol de la complejidad y el encubrimiento y corre el velo sobre una parte significativa de la trama burocrática, como en el caso de Jenniffer Álvarez Jaime contra la tupida pared de tinieblas de la AEE.

En su reportaje de esta mañana lo incluye todo, porque lo averiguó todo:  los principales malhechores, el método para tomar las decisiones entre ellos, la ceguera y sordera y consentimiento tácito de la dirección de la AEE --- en otras palabras, los autores y gestores de la corrupción que ese Cartel dignifica.

Desde la crisis del petróleo de 1974 los gobernadores de turno conocían la tramoya de esa corruptela, pero no querían saberlo.  Les bastaba que su partido respectivo capitalizara en esa extensa “fiesta” cotidiana.

La situación no aguanta más, no sólo por lo cara que es la tarifa, sino por el reparto de la energía por la que sólo el pueblo y las empresas pagan a “Villegas y todo el que llega”: hoteles, iglesias, residenciales, alcaldías, y todos los santos que allegan su vela a la jauja de la AEE.  La reciente ley aprobada por la Legislatura no toca nada de eso porque se trata de sus clientes políticos “protovotos”.  En ese sentido comparten la corrupción con los corruptos de adentro de la AEE.

Ahora bien, esta nueva ley tiene carácter de última oportunidad para la AEE:  “Do or die”, como dice el americano.  Si la corrupción y la incompetencia continua, veremos en tres años un proceso de privatización, es decir un salto final a la luz… o a las tinieblas, sin retorno posible.

jueves, 15 de mayo de 2014

La Democracia Aritmética y la Democracia Política


La fe democrática encierra en sus entrañas una paradoja, porque desde el punto de vista práctico --- de alguna manera hay que decidir las contiendas por el poder legítimo --- la mayoría aritmética tiene derecho a imperar sobre las minorías.  Ahora bien, todos sabemos que unos cientos  votos de mayoría en manera alguna representan la virtud política fundamental:  la justicia como encarnación de Bien Común, porque pueden darse mayorías aritméticas, mecánicas, que nieguen precisamente el Bien Común.

¿Cómo se espanta la democracia ese tufo de superficialidad meramente numérica, populista, demagógica, sin compromiso y articulación de los ideales operantes de la comunidad, rumbo a la vida buena colectiva que es solidaria, orgánica, cualitativa?

No hay más respuesta a esa interrogante existencial que no sea el liderato.  Puesto que por más que cacareen los partidos y las campañas sobre este o aquel programa, todo eso es paja en el momento de la acción desde el Estado para producir el Bien Común.  Lo que realmente se vota y lo que queda después de la fanfarria electoral es el liderato, las personas que dicen o quieren representar al pueblo.  A ese nivel, las mayorías aritméticas quedan atrás y se impone la visión, la virtud política, la voluntad empleada desinteresadamente en servicio al pueblo como paga por su buena fe sana e ingenua, muchas veces ignorante, a favor de sus líderes.

Decía el pensador inglés A.D. Lindsay que el voto de todo el pueblo adulto se justifica, no importa su escala social o su cultura individual, porque a fin de cuentas “cada uno es quien mejor sabe donde le aprieta el zapato”.  El más pobre y el más simple sabe eso mejor que nadie más.  Entonces selecciona, vota, por representantes, por un conjunto de liderato.  En ese momento la responsabilidad por el rumbo social es de los líderes.  Entonces se presentan dos opciones.  O el líder honra las necesidades y aspiraciones del pueblo, o le da la espalda.  Y no sólo le da la espalda sino que organiza el poder de ese pueblo para engañarlo, engatusarlo, para negarle la sinceridad y la integridad de su experiencia, del zapato que aprieta.  De ahí en adelante la democracia es una farsa, una traición.  La democracia integral, moral, como praxis del Bien Común sale traicionada.

Épocas ha habido, en Puerto Rico y en los Estados Unidos --- Franklin D. Roosevelt y Luis Muñoz Marín, por ejemplo --- en que la democracia moral, la del Bien Común, ha superado la mera democracia aritmética, necesaria pero crasamente insuficiente para un pueblo digno.  Ese es precisamente el dilema a que se enfrenta nuestro pueblo en el momento de crisis total que hoy sufre:  la democracia como aritmética electoral o la democracia como compromiso y juramento moral.

martes, 13 de mayo de 2014

Energía Eléctrica: El Problema, la Ley, y el Asunto Fundamental


La Cámara de Representantes aprobó hoy una nueva ley para regir la administración de la AEE.  El documento concilia los puntos de vista encontrados del Gobernador, la Cámara, y el Senado lidereado por su Presidente Eduardo Bhatia.  El acuerdo supone un consenso labrado a partir de posiciones radicalmente divergentes entre Fortaleza y ambos Cuerpos Legislativos.  Así ocurre siempre en la democracia:  el consenso se acuerda, se llega a él a partir de posiciones inicialmente encontradas, no se parte de él, puesto que en ese caso no habría problema político alguno de valor en una democracia que es sobre todo discusión a partir de diferencias.  En ese sentido hay que reconocerle a las partes inicialmente encontradas su buen fe y su responsabilidad para producir una legislación aceptable a todos.

En este proceso hay que destacar el trabajo serio y productivo  del Representante Jesús Santa, quien no sólo produjo ideas conciliatorias, sino efectivas a un tiempo para salvar las diferencias iniciales con Bhatia y el Senado.

La nueva legislación para la AEE se propone producir un desempeño eficiente, económico, honesto y a corto plazo para bajar el costo de la energía en Puerto Rico.  No es adecuada a la totalidad del problema --- como el de los abusivos subsidios a los municipios, a los hoteles, a las iglesias, entre otros beneficiarios irracionales de las tarifas que paga el pueblo --- pero es un buen comienzo para enderezar el carrito loco en que se ha convertido la AEE.

La nueva ley no toca tampoco la politización --- partidización --- de los puestos, las funciones y demás corrupciones de la agencia.  Pero es un buen comienzo, que a la luz del ojo atento de la ciudadanía podría comenzar el adecentamiento de la Autoridad.

En el fondo del debate sobre esta ley y las vicisitudes de la AEE late un debate de filosofía política y de teoría democrática:  ¿Quién le responde al pueblo, que es el dueño de la Autoridad, por el desempeño de sus oficiales?  La Autoridad la creó el pueblo, la financia el pueblo consumidor de la energía, y tiene que responderle al pueblo sobre la eficiencia de su producto --- o sobre la excelencia o corruptela de su desempeño --- al momento en que el ciudadano necesite y demande explicaciones sobre injusticias y abusos de la Autoridad.

Si se entrega ese acervo estratégico del pueblo a manos privadas, en el momento de pedir cuentas o corregir abusos y agravios, ¿a dónde acudirá el ciudadano?  Porque el principio de la empresa privada es el lucro.  El de la empresa pública es el servicio.  Esa es la gran cuestión que late en el fondo de este debate.  Jamás debe perderse de vista.  Porque ese es el asunto fundamental.

lunes, 12 de mayo de 2014

Alejandro o el Timón del Titanic: Mitad Hundido y Mitad Flotando


No es la mejor condición para asumir el mando de un barco en alta mar:  mitad debajo del agua y mitad a flote.  Estoy seguro que el Gobernador no sabía la condición del barco que asumía.  El brillo aparente del Titanic hacía implausible su hundimiento.  Puesto que el Titanic no tenía remedio, no puedo ajorar la analogía con la nave que Alejandro heredó hace año y medio.

La dimensión del desastre que le entregó Luis Fortuño era tal que dudo mucho de que el nuevo gobernador tuviera una idea cabal de su herencia.  Por eso en sus primeras presentaciones al pueblo decidió no resaltar los fracasos y las mentiras de Luis Fortuño, sino invitar al futuro y recobrar el tiempo perdido, por lo que adoptó lo que llamé el “optimismo metodológico”, a ver si encendiendo la esperanza y la buena fe del pueblo se trascendía la quiebra económica y fiscal que heredó de aquel cínico paquete vestido de gobernador que fue Luis Fortuño.

El último mensaje del Gobernador al País y a la Legislatura nos mostró la otra cara de Alejandro, que parece decir “a lo hecho, pecho”.  En otras palabras, asumida su dedicación y honestidad personal, a hacer lo que hay que hacer, no importa las consecuencias partidistas.  Eso sería verdadero liderato político y moral.  No queda otro camino.  La verdad es la mejor política.

domingo, 11 de mayo de 2014

¿Qué Procuran los Procuradores de las Procuradurías?


Técnicamente, como mandato de ley y como expectativa razonable, los procuradores de clientelas específicas --- veteranos, mujer, paciente, entre otros --- tienen como misión y responsabilidad empatar la pelea para los solicitantes de servicios, de atención y de justicia.  La forma que se le ha dado por ley a esa encomienda --- llamémosla mandamiento legal --- es la de una independencia administrativa que postula la voluntad y compromiso absoluto con los clientes, usuarios o beneficiarios mediante la acción supuestamente autónoma de los procuradores.

¿Hay alguien en Puerto Rico que crea que esos procuradores o procuradoras son autónomos con relación a las decisiones políticas que los llevaron allí, y que esa autonomía se mantiene con ellos y sólo ellos, en abstracción de las obligaciones morales y legales del puesto?  O expresado de otra manera, ¿son los procuradores atornillados los únicos puros y honestos y apolíticos para rendir ese servicio?

Esa burocracia política y partidista, cara y excesiva, pertenece a los años de la jauja del crecimiento económico automático, de fundamentos arenosos y blandos, como hemos visto.  Hay que recoger velas, racionalizar los servicios y disolver los principados, mientras se asegura el servicio.  Todo dependerá de los mandamientos legales que definan el trabajo de esas procuradurías en sus nuevas sedes, de tal manera que se les aseguren dos cosas:  autonomía legal y medios económicos para realizar su tarea.  No pueden ser los mismos medios, porque la situación fiscal no lo permite.  Porque se nos acabó la “affluent society” y hay que apurar con voluntad las consecuencias.

No existe otra manera única ni una persona única para servir a estas clientelas con convicción  y efectividad.  Lo demás es cacareo político, ideológico y partidista.

¿Qué procuran los procuradores y procuradoras en realidad, que no sea retener sus puestos?  Porque claramente el servicio se puede dar y mejorar sin ellos, si ese fuera el caso.

Si el Gobernador entrega ese principio en una procuraduría, tendrá que hacerlo en todas inclusive las que han sido menos estridentes.  Y no sólo eso, tendría que barajar todas las cartas de nuevo, y no estamos para eso, ni él ni el pueblo, que parece decir: “pasa de mí esta copa”.

miércoles, 7 de mayo de 2014

Luis Muñoz Marín sobre los Republicanos: “Son los Mismos”


Desde los albores mismos del siglo 20, correteando por la imprenta de su padre, Luis Muñoz Rivera, Luis Muñoz Marín conoció lo que más tarde llamó “la subcultura republicana” de José Celso Barbosa, Rafael Martínez Nadal y Miguel Ángel García Méndez.  Esa subcultura adoraba el capital, el dinero, la pequeña oligarquía del café, el tabaco y la caña de azúcar y a sus instrumentos representativos del gran comercio y los abogados políticos que lo manejaban.

Su dios era el dinero, su patria los Estados Unidos, y su credo político un gobierno débil que permitiera la explotación privada del trabajador.  Eran, aquellos republicanos, hasta 1940, dueños de la tierra, de la hacienda, del comercio, y de la Legislatura insular, donde sus abogados hablaban por sus clientes.

Elección tras elección, todo se iba transformando en Puerto Rico --- especialmente después de 1940 --- menos los republicanos.  No en balde el mote efectivo de “son los mismos” con una subcultura heredada desde los primeros años del siglo, y ¡asombra, lector, todavía hoy!

Acaban de salir para la sala pública al desnudo, sin ropa y sin recato, a defender la politiquería dentro de las agencias de gobierno para que el servicio dependa del partido y no de la obligación moral de responderle al ciudadano en sus necesidades.

Es el colmo de la desfachatez atacar la propuesta generosa del Gobernador para que se legisle para asegurarle al ciudadano un servicio eficaz y honesto, no importa los colores y los partidos.  Debieran abrazar la propuesta, ya que como partido de minoría serían los principales beneficiarios de una administración pública honesta, objetiva, igual para todos los ciudadanos, al margen de los partidos.  Por el contrario, han reaccionado como adictos a la droga del abuso del poder, de la politiquería burda, de la ramplonería administrativa.

¿Cómo debieron acoger la abnegada propuesta de Alejandro?  De dos maneras.  Primero, reconocer el gesto de rescate del servicio público de manos de politiqueros vulgares, y darle el prestigio moral que una vez tuvo, de 1942 a 1968.  Segundo, colaborar para que la ley que estableciera ese principio de objetividad administrativa fuera la mejor posible.  Pero no, porque ya están organizando pequeñas tribus irracionales en el gobierno para sabotear, para atornillarse, al margen de los méritos y las capacidades.  Porque para ellos el gobierno no es para servir a todos por igual sino para lucrarse con poder y con dinero.

Hoy, a la altura del 2014, podemos evocar la frase inolvidable de Muñoz sobre los republicanos:  ¡“son los mismos”!  

martes, 6 de mayo de 2014

Las Instrumentalidades Públicas


Las corporaciones o instrumentalidades públicas, producto de la creatividad de Rexford Guy Tugwell y Luis Muñoz Marín, antes de los tiempos del cólera, y que contaron con el patriotismo, la inteligencia y dedicación de insignes patricios del servicio público --- Antonio Luchetti, Sergio Cuevas y Rafael Urrutia, entre otros --- están bajo fuego de líderes legislativos que quieren marcar un territorio para su protagonismo.

Por 28 años estas instrumentalidades funcionaron efectivamente, desde 1942 a 1972, incluyendo la administración de Don Luis A. Ferré, que no las tocó, y que nombró para dirigirlas a ejecutivos competentes.  Agua, luz, teléfonos, etc, como agencias financieramente autónomas y autosuficientes, constituyeron un orgullo para el País y para los gobiernos, antes de sufrir los embates de la politiquería y la corrupción de ambos partidos mayoritarios.  El balance actual es cenizas.  Requieren reconstrucción radical, despolitización y retoma seria de su función social para toda la ciudadanía:  porque decir luz, agua, teléfono, carreteras, muelles, aeropuertos, etc. es decir servicio público que de otra manera no se presta.

Si es verdad --- que no lo es --- que estas instrumentalidades han fracasado y que no son reformables dentro de su concepto, no quedaría mas alternativa que el lucro privado, la ganancia a la trágala, sin apelación posible al gobierno que el pueblo eligió para ofrecer esos servicios y protegerlo de las garras del afrentamiento económico privado.  ¡Vaya a quejarse al río!

Si el lector interesa ver la diferencia entre un tumbe multimillonario y un servicio público, ambos con dinero del pueblo, fíjese en la atrocidad que es el contubernio de Mi Salud:  un monopolio privado creado por el gobierno para enriquecer seis corporaciones privadas al servicio del lucro, inmoralmente auspiciadas por el gobierno con el dinero del pueblo y los fondos federales.  ¿Es ese el enfoque que quiere adelantar el senador Bhatia?

Las instrumentalidades públicas tienen problemas, de eficiencia, de politiquería, de amiguismo --- pero son todas corregibles con voluntad y honradez.  Donde no hay nada que buscar es en el derechismo ideológico de la privatización.

lunes, 5 de mayo de 2014

El Populismo Elitista de El Nuevo Día y su Iniciativa Comunitaria


Desde mediados de 1994, cuando Pedro Rosselló decidió venderle el Departamento de Educación a sus contribuyentes partidistas --- a través de su gestor residente, Víctor Fajardo --- ese Departamento y la educación pública del País han carecido absolutamente de dirección educativa.  Por dirección educativa significo un conjunto de ideas que definan la tarea de enseñar y de aprender en términos de experiencias y destrezas que desarrollen en el educando las ganas de saber, la curiosidad, el afán de entender y proyectarse hacia lo desconocido, lo interesante, lo novedoso, en los procesos de las ciencias, de las artes y de la acción social y moral.

Han habido, de 1994 hacia acá, ocho Secretarios de Educación, administradores de lo que heredaron --- un monstruo burocrático enormemente rico en dinero y problemas ---  sin sentido alguno definido de rumbo sobre la experiencia educativa, esto es, una experiencia que responda, cotidianamente y hora por hora, a esta pregunta sencilla: ¿qué es lo que ocurre entre estudiantes y maestros cuando ocurre el aprendizaje?

A falta de eso --- la esencia del asunto --- han habido crecimientos cuantitativos en el Departamento:  presupuesto, organizaciones y reorganizaciones administrativas, un enorme aumento en los dineros federales y estatales, pero no en el manto burocrático cada día más caro y cada día menos productivo --- los frutos ---, todo ello acompañado de una enorme complacencia con más de lo mismo.

¿Por qué se tolera tanto gasto improductivo, tanta mediocridad, y tanto fracaso en el desempeño y en el producto?  Me parece sencilla la respuesta, que es la misma aplicable al desastre de cómo se usan los dineros públicos en salud, al son de un billón doscientos millones para engordar clientes políticos en las aseguradoras privadas, a cuya merced de lucro insaciable se deja la salud del pueblo.  En el fondo se trata de que el pueblo es engatusable mediante la publicidad masiva, pagada con fondos públicos para engañar al idem --- al pueblo mismo.

En educación pública ocurre lo mismo.  El pueblo cree que le están haciendo un gran favor, y tolera la mediocridad como si fuera ley natural.  Los maestros agitan por sueldos y retiros, pero no hablan de educación, de reflexión, de análisis en las distintas materias que  enseñan como cotorras --- y no quieren que los evalúen.

Compare esos dos fracasos en educación y salud, donde se hace tan fácil el engaño, con los problemas de la seguridad y el empleo:  ahí no hay engatusamiento posible --- el pueblo lo sabe, porque lo vive, si está desempleado o es víctima de la violencia. Igualmente sabe del desastre de energía eléctrica y acueductos y alcantarillados.  Porque los sufre directamente y de inmediato.

La respuesta ante estos ingentes problemas no es privatizar la responsabilidad hacia grupitos elite que se llaman comunitarios, manejados por un cordón editorial de El Nuevo Día.  Que se inscriban como partido y que compitan por el voto del pueblo.  En todo caso lo que harían con ese poder ilegítimo sería sabotear la acción constitucional y la responsabilidad del Secretario de Educación, el que sea, producto del voto de todo el pueblo y no de un grupito elite de un periódico que quiere gobierna al País sin ir a las elecciones.

jueves, 1 de mayo de 2014

Política, Axiología y Aritmética


La discusión pública que ocurre en el gobierno de Puerto Rico, desde la sociedad en general, y por parte de los analistas que desmenuzamos los números que el gobierno publica y los cambios que quiere hacer en esos números, activa tres dimensiones de evaluación para los problemas que nos acosan.  Esas tres dimensiones están captadas en mi título de hoy:  política --- teoría y práctica del bien común; axiología --- tabla de valores y prioridades personales y sociales; y aritmética --- el control cuantitativo, la métrica con que juzgamos soluciones y posibilidades de superar nuestras crisis, especialmente la financiera y fiscal.

El nivel político es sencillo: se trata de para qué --- en la democracia --- instituimos organizamos y elegimos gobiernos.  Dado que todos no podemos gobernar a un tiempo, y que el no gobierno --- la anarquía --- es una fantasía, tenemos que autorizar gobiernos para que sirvan al Bien Común y no a sí mismos, ni a grupitos de oligarcas que pasan falsamente de aristócratas, esto es, “gobierno de los mejores”.  Tal cosa no ha existido nunca ni existirá en la historia.

Puesto que el gobierno democrático es el gobierno para realizar la justicia, esto es, el Bien Común, es necesario que gobierne desde una jerarquía de valores, de prioridades, para que el Bien Común no resulte en el bien de unos pocos.  Eso supone una base económica firme y estable a la luz de los componentes financieros y fiscales que hacen posibles los programas de justicia social que definen el Bien Común.

Esos programas políticos conforman y definen una axiología --- una acción concreta de prioridades que pueda convocar el respaldo de la ciudadanía.  Cuando la economía de un país democrático entra en recesión o depresión, los principios de justicia --- qué va primero y qué va después --- se estremecen, y demandan que sus líderes hablen claro y tomen decisiones firmes, conforme a jerarquías de valores y prioridades que satisfagan la opinión pública, política y en general del pueblo.

Eso ha hecho durante los últimos dos días Alejandro García Padilla.  Ante sus propuestas realistas, valientes, y viables, hemos visto las reacciones patéticas, ignorantes y demagógicas de los principales culpables de esta crisis.  Hemos visto también el purismo ideológico de algunos analistas disecados en el pasado, a nombre de ideologías superadas por la historia.  Tienen un problema de aritmética, puesto que para complacer sus gustos ideológicos tendrían que, si restan por un lado, sumar por el otro para que el total necesario resuelva o alivie la crisis.  Me recuerdan a mi antiguo mentor --- Aristóteles de Estagira --- cuando le preguntaron por qué no seguía la doctrina idealista y pura de su maestro Platón, que suponía entregarle el gobierno a los filósofos reyes, poseedores del saber y la virtud absolutas.  “Muéstrenme uno, uno sólo, de esos seres maravillosos y yo con gusto les entregaría el poder.  Pero no he conocido ninguno”.  Y yo añado, ni en Atenas ni en Puerto Rico.

El Mensaje: Principios, Argumentos y Acciones


Mi entrenamiento intelectual en la Universidad de Chicago en los tempranos años cincuenta del pasado siglo me indujo a apreciar el valor del discurso estructurado.  Ello implica que si se es serio y se quiere ser efectivo en la comunicación ese discurso tiene que ser articulado en términos de las ideas matrices, o principios, o puntos de partida en lo que se quiere demostrar.  Si no se habla por hablar y se pretende comunicar algo significativo y veraz, los principios tienen que estar claros, porque es desde ellos que se deducen las consecuencias, teóricas o prácticas, que la operación intelectual o la acción realizarían.

Por ejemplo, hace toda la diferencia en el mundo si el punto de partida del filósofo, el político, o el retórico reside en Dios, o en la Naturaleza, o en la acción ética, política o productiva.  Porque a partir de los principios se hacen deducciones y se construyen argumentos y se validan o no acciones.

El mensaje que dirigió Alejandro al País arrancó de dos principios, a saber:  (a) que en la democracia el pueblo autoriza y legitima las decisiones del gobernante, que por principio tienen que ir dirigidas a resolver lo que Alejandro llama “la gente”, Muñoz Marín “el pueblo”, y John Dewey, el filósofo de la democracia americana “los problemas de los hombres” en sociedad.  Hoy decimos “y las mujeres también”.  Y (b) que el gobernante tiene que partir de las circunstancias que hereda, de “la altura de los tiempos” --- o su bajura --- que es lo que le ha tocado al Gobernador, al cabo de tantas irresponsabilidades de sus predecesores en el cargo.  Hay que hacerse cargo del pasado, tan maltrecho como dejó al País para el 2 de enero del año pasado.

Ahora bien, con denostar la parte negativa de ese pasado no se cumple la función para la cual se elige a los gobernadores.  Hay que tener futuro, y si es problemático ese futuro, enderezarlo.  No se repudia el pasado heredado simplemente --- se diseña un futuro posible, y será tan posible como voluntad y claridad mental se empleen con respecto a las exigencias y los recursos de la situación que se vive y al cambio que se desea.

El mensaje de Alejandro reprodujo ecos de “El Propósito de Puerto Rico”, de 1964, de boca de Don Luis Muñoz Marín.  Trabajo esforzado, motivación limpia, acción y decisiones no partidistas.  Todo el pueblo en auxilio de todo el pueblo en su hora más angustiosa desde lo años 30 del pasado siglo.

Los principios del mensaje de anoche crearon los estándares para juzgar su desempeño.  Porque ya sabemos, desde anoche, que no es por falta de claridad de agenda que se le fallaría al pueblo.  ¡No habrá excusa!