De 1938 a 1964 el PPD no necesitaba primarias. Luis Muñoz Marín era la primaria. Su dedo índice era, a decir de muchos legisladores, su electorado.
En 1968, al insistir Muñoz en que su dedo índice seguía sustituyendo el juicio el electorado Popular, y frente a una situación nueva, de un gobernador competente que aspiraba a continuar su buen gobierno, Muñoz contestó con un brote caudillista latinoamericano, y prefirió la derrota del PPD a la primaria de Roberto Sánchez Vilella, aunque su buen gobierno le constaba a todo el pueblo. Muñoz prefirió la derrota del PPD a la victoria de Sánchez y el partido, con tal de retener él, el caudillaje absoluto. Así que Muñoz creó el PNP de Ferre y sus sucesores.
¿Respuesta hoy ante ese balance histórico? La cosa más sencilla, legítima y salvadora para el PPD: Que el Pueblo decida. Primero en el Partido y luego de cara al País.
Esa es la respuesta sencilla e inevitable: para producir un candidato de unidad, no la unidad perniciosa de los demagogos, sino la unidad sincera de la primaria honesta, frente al Partido primero, y luego frente al País.
Lo otro es la guerra intestina divisionista y debilitante, la perpetuación de la incompetencia y la corrupción PNP.
Queda el PPD advertido: o primaria de pueblo o la permanencia del mal conocido.
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