La primera invasión norteamericana de Puerto Rico ocurrió en 1898. El 25 de julio señala la fecha exacta. Nuestro buen y dócil pueblo la celebra aún hoy como efemérides, aunqueablanda el recuerdo de la agresión mediante la celebración de nuestra Constitución desde el 25 de julio de 1952.
Hoy los casi 118 años de aquella agresión imperial, que destruyónuestro incipiente régimen autonómico --- flaco y limitado, pero digno en la forma en que se definió y se consagró como indiscutible avance nacional y democrático --- el imperio americano se aprovecha de la fragilidad financiera de nuestro pueblo para izar velas de revisionismo político-jurídico contra la dignidad dolida de un pueblo que, además sufre los embates criminales de una clase política corrupta e incompetente que por medio siglo ignoró convenientemente los principios elementales de la aritmética --- los efectos del interés compuesto, por ejemplo --- a favor de pírricas victorias electorales, personales y partidistas.
La reacción congresional al pedido de ayuda de Puerto Rico --- o que asuman los dueños imperiales su parte de la responsabilidad por la crisis de lo que reclaman es su “territorio”--- ha ajorado la insolencia imperial, digna sucesora del rancio despotismo español de los tiempos de Felipe Segundo o Romualdo Palacios.
Lo que llevo dicho vale en cuanto a las actitudes arrogantes del Congreso. Lo demás nos concierne a los puertorriqueños como gente, como pueblo, y obviamente como gobierno.
En las esferas oficiales --- Ejecutivo, Legislativo y Judicial --- la reacción ante el insulto y el maltrato ha sido patética, cuando no bochornosa: ¡adelante con los contratos corruptos, las primarias para puestos públicos, el figureo de imágenes, de espaldas a la crisis de su propia creación. Los autores documentados de la crisis --- los Hernández Colón, los Romero, los Roselló, y los Luis Fortuño, y los jueces del Supremo retirados con obscenas pensiones, calladitos, porque calladitos se ven mas bonitos. Debe señalarse que Sila María Calderón y Aníbal Acevedo Vilá--- aunque en menor cuantía, también participaron de la fiesta del fiao irresponsable. El Pueblo gime bajo el peso de sus fechorías, y no se escucha ni una palabra de boca de esa corruptela que se inició en 1972 y no escampa…
¡Cara de lata ante el agravio congresional, por un lado, y silencio culpable, cínico, de los autores y beneficiarios del saqueo, por el otro.
Decía Luis Palés Matos en 1936: ¡Piedad, Señor, para mi pobre pueblo, donde mi pobre gente se morirá de nada!
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