De
antiguo se sabe que el saber político --- y por tanto la acción y las
decisiones políticas --- difiere por mucho del saber científico o lógico. En el caso de estos últimos saberes
lidiamos con proposiciones universales, porque los objetos de que tratan, sean
estos reales --- las cosas de la experiencia ordinaria -- o ideales, puros
conceptos del entendimiento o la razón, ocurren siempre de la misma manera, son
invariables en su conducta, como en el caso de las ciencias naturales.
Por el
otro lado, cuando estudiamos, analizamos y afirmamos proporciones sobre cosas
variables --- la política, la moral, las artes --- no podemos aspirar a
generalizaciones universales o absolutas, porque los objetos y las realidades
de la vida práctica --- histórica, política, ética o artística --- siempre
pueden ser de otra manera, y en todo caso lo que sobre ellos pueda afirmarse es
incierto, variable, cambiante, carente por ello de exactitud y precisión.
Valga
este preámbulo como marco en que encajar una conducta particular, de un político,
un moralista, un administrador. En
ese contexto quiero analizar la conducta del representante Pedro Pellé
Santiago, al romper filas con su partido y votar por una medida propuesta y
defendida por el otro partido. ¿Y
de qué se trata? ¿Convicción? ¿Conciencia? ¿Negocio de voto por
dinero? Yo no sé, y nadie sabe a
ciencia cierta. Pero han llovido
sobre él todos los innuendos de rigor:
¿Compraventa, torpeza, deslealtad a su partido? Lo cierto es que le aguó la fiesta a su
partido de opositores irracionales de todo lo que proponga el partido de
gobierno, que representa a todo el pueblo de Puerto Rico, hasta que otras
elecciones digan otra cosa.
Toda política
democrática se fundamenta en mayoría --- minoría, no importa el proceso para
llegar a eso. Se fundamenta además
en la santidad de la conciencia individual. Transcurre mediante acuerdos y transacciones entre entes políticos
de ideas discrepantes, con tal de facilitar decisiones necesarias al
pueblo. Demonizar al que se atreve
a romper filas para facilitar soluciones, y llamarle cobarde, telegrafía la
miseria moral de los políticos que son poco más que tuercas de maquinaria.
Es
interesante, aunque no sorprende, la unanimidad del elemento soberanista
independentista que contaba con la derrota de la medida en cuestión, para
declarar muertos al PPD y a Alejandro García Padilla, para proclamar el triunfo
del purismo virginal de su agenda.
Pellé Santiago les frustró esa romántica quimera. Por eso hay que denostarlo y acusarlo
de vender su voto. Yo, por el
contrario, creo que su conducta ha sido racional y valiente. Si andando el tiempo su Distrito
Representativo se beneficia de su acción, santo y bueno. Así es la política democrática a nombre
de los votos que se tienen. Los
que no tienen votos --- también gracias a la democracia --- están libres para
difamar a los que sí tienen votos y los usan.
El problema es que a Puerto Rico se le acabó el tiempo. Cuando Héctor Ferrer, Carmen Yulín y Pierluisi dicen que hay otras formas de resolver el problema, lo dicen de la boca para fuera.
ResponderEliminarA Puerto Rico se le acabó el tiempo.
Si hay un impuesto que se debe poner es uno a la gasolina. El efecto a largo plazo de un impuesto a la gasolina es reducir el tamaño de los automoviles y el de promover el uso colectivo de transportación. En Europa el litro de la gasolina está a $2.00 y el cielo no se ha caído. Si se le sube el impuesto a la gasolina, se le puede bajar en otros renglones como en el caso de la transportación colectiva. El que se usen más motoras, más bicicletas y más transportación pública mejora la calidad de vida en Puerto Rico. En realidad, en una isla tan pequeña y tan sobre poblada, el uso del auto debería ser más un lujo (para los fines de semana) que una necesidad. El aumento en el impuesto de la gasolina crea el incentivo para hacer esos ajustes, además que mejora el ambiente, aumenta el ahorro y mejora la balanza de pagos de la economía de Puerto Rico.
Claro los dealers de autos se van a oponer. Y ellos también votan.
Siempre alguien se va a oponer. No se puede complacer a todos.
En el caso de Puerto Rico los varios grupos que se van a ver afectados por la crisis fiscal son
1) Los trabajadores
2) Los jubilados
3) Los contribuyentes
4) Los consumidores
5) Los bonistas
6) La Universidad
¿Quién debe pagar el costo de la crisis?
Si le preguntas a Fortuño, que gobernaba para los bonistas, el costo lo deben pagar todos menos los bonistas. Así que la solución de Fortuño, lejos de traer la estadidad iba a destinada a botar trabajadores, reducir las pensiones, aumentar los impuestos y cortarle fondos a la Universidad.
Esa era la agenda escondida de Fortuño cuando decía que iba a traer la estadidad. Y Pierluisi anda por el mismo camino.
Alejandro García Padilla quiere empujarles el costo de la crisis a los bonistas para salvar a la mayoría de los electores y salir electo otra vez. García Padilla está dando señales de que va a sacrificar a los bonistas. Si todos tienen, culpa los bonistas también tienen culpa por seguir prestándole a una economía embrollada que no da señales de sacar las patas del plato.