viernes, 12 de diciembre de 2014

Entre la Espada y la Pared: O, un Palo Sucio por las Dos Puntas


A la hora que escribo estas líneas, el Gobernador no ha decidido qué hacer con el proyecto que le sometió a la Asamblea Legislativa sobre el impuesto al petróleo.  La tensión y la expectativa crecen.  ¿Firmará o no firmará el proyecto para convertirlo en ley?  Opino que se trata de una falsa expectación: no tiene más remedio que firmarlo.  Sobre la marcha, mañana o pasado, lo que se dicen sus defectos o limitaciones, tales como limitar al 8.5 por ciento el costo de los bonos, o la prohibición de un ajuste anual por el costo de vida, se irán corrigiendo conforme los hechos, en el tablero real de la negociación con los buitres de Wall Street, según vayan confirmando las limitaciones legisladas.  Actuar a priori, a nombre de los peores escenarios, no es prudente, especialmente porque existen razones de peso --- y de pesos --- para sostener cualquiera de las dos alternativas.

Después de la guerra entre el Gobernador y la Legislatura sobre la necesidad y la forma que debió presidir el proceso y el proyecto, se impone el criterio prudente de trabajar sobre lo hecho y no insistir en actitudes de todo o nada.

Lo anterior no significa que el proyecto aprobado por la Legislatura sea perfecto, ni que la posición y el método del Gobernador hayan sido los más sabios o prudentes, como no lo ha sido tampoco la actitud ácida de varios senadores ante la propuesta del Gobernador.  Lo que estoy diciendo es que después de la lucha amarga, desmoralizadora que culminó en la aprobación del proyecto, el Gobernador no puede aferrarse a lo perfecto para rechazar lo bueno.

Que las dos enmiendas incluidas en el proyecto --- el rechazo del ajuste inflacionario al impuesto y la limitación a que deban negociarse los bonos --- puede achacársele que con el tiempo limitarían el monto real del impuesto, por un lado, y por el otro limita el poder de negociación del Estado, cuando sabemos que se trata de un mercado fluctuante.  Esa es la liga en que estamos jugando.  Pero por el otro lado, la Legislatura popular está harta de la manipulación de los intereses a gusto y gana de los buitres del mercado de bonos.

En el fondo, se trata de un asunto espinoso --- un palo sucio por las dos puntas --- pero la Legislatura no puede administrar, ni el Gobernador actuar a base de lo que la parezca a los especuladores.

Mientras tanto, hay que mantener la relación cordial y racional entre el Gobernador y la Legislatura.  Eso se logra firmando el proyecto, convertirlo en ley, y hacer consciente a la Legislatura de sus limitaciones.  Sólo eso crearía las condiciones de diálogo para corregirlo.

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