domingo, 7 de diciembre de 2014

Individuos, Partidos y Políticas Públicas


En los 70 años que llevo estudiando y practicando el arte de la política --- la política como propuesta de acción pública mediante partidos, esto es, conjunto de ciudadanos agregados en torno a un programa colectivo --- colectivo en sus agentes y sus instrumentos de acción, no había yo observado una falsificación más patente y destructiva como la que hoy exhibe el Partido Popular Democrático en la Legislatura y una que otra alcaldía.

Un partido político es un colectivo, que resulta de la agregación de voluntades hacia una postura común hacia el Bien Común de la comunidad política a que supuestamente sirve.

La conducta destructiva de por lo menos una docena de legisladores populares, tanto en la Cámara como en el Senado, con respecto al cuadro fiscal y financiero del Estado, representa una negación de su función y responsabilidad como políticos, a favor de un exhibicionismo individualista que le da la espalda a sus responsabilidades políticas, en la teoría y en la práctica de la democracia.

¿Cómo se explica la conducta de este puñado de legisladores --- electos bajo la insignia del Partido Popular y elegidos sólo gracias a ese hecho --- cuando repudian a su Gobernador, el de su partido y el del pueblo todo, en aras de unas pequeñas teorías y unas grandes ignorancias del cuadro fiscal y financiero del gobierno,  mirando demagógicamente a las gradas en busca de prospectivos votos, aunque el País se hunde?

Es enteramente posible que estos legisladores estén convencidos en sus conciencias de que la legislación que objetan e intentan desnaturalizar no convenga al pueblo.  En ese caso, en actitud de consistencia con sus conciencias deberían entregar sus escaños a favor de otros que puedan responderle al pueblo y al Ejecutivo con sus actuaciones de partido, no de individualismo místico y romántico.

En la Cámara esa posición olímpica se redujo a un voto de clara naturaleza ideológica incompatible con la responsabilidad del partido y del gobierno de ese partido, que masivamente representa, en la teoría y en la práctica, al pueblo de Puerto Rico.

La conducta política propiamente dicha es la conducta desde y para la “polis”, la comunidad política como un todo.  No es el escenario propio --- como negación de la responsabilidad política --- para preciosismos personalistas, individualistas, de “después de mí, el diluvio”.

En la vida política honesta hay que sacrificar a veces los pruritos personales --- la pureza cautiva --- en aras de consensos mayoritarios que hacen posible la acción colectiva.  Porque la vida política no es el ámbito de lo absoluto, o de las certezas totales.  Porque los juicios políticos son inexactos, variables, válidos no en absoluto sino en su mayor parte.  Eso diferencia la política --- la práctica --- de la teoría y la verdad completa.  Lo contrario es pura arrogancia, o agendas políticas contrarias e inconfesables.

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