La
gente, casi todo el pueblo, confunde a diario, mientras opina y mientras sufre
la crisis gubernamental --de economía y específicamente de finanzas públicas
--- lo que puede llamarse la clase política, por un lado, y por el otro la
clase dirigente. La primera tiene
que ver con las actividades en torno al poder político --- partidos, comités,
cuerpos legislativos, primarias, elecciones y organismos de gobierno. La segunda consiste de ideas, visiones,
proyecciones de una vida social deseable y posible.
Normalmente
, históricamente hablando, la clase política en Puerto Rico --- de 1868 a 1968,
cien años --- coincidió con la clase dirigente, la que proyectaba visiones,
estrategias, programas y cursos de acción para avanzar la libertad y la
felicidad colectiva. En ese roster
de clase política y dirigente a un tiempo se inscribieron Eugenio María de
Hostos, Ramón Emeterio Betances, Luis Muñoz Rivera y Luis Muñoz Marín. Practicaron el arte político y a la vez
practicaron la cultura política desde ideas, principios y valores que señalaban
futuros deseables y posibles.
De 1968
a esta parte ha hecho crisis tal empobrecimiento de la política que hay que
buscar por otros linderos la cultura política, esto es, las ideas de dirigencia,
por otros caminos y con otros tipos de liderato. Porque la clase política es hoy palpablemente machorra a la
hora de las necesarias orientaciones valorativas y posturas regeneradoras que
superen el bache político que ella misma ha creado. El 1968 marcó esa transición, cuando Luis Muñoz Marín rindió
la función creadora y “utópica”, si se quiere, por la función pedestre de
retener el poder político sin responsabilidad legitima moral y democrática. De ese momento en adelante se empobreció
la política y se secó la imaginación futurista amparada en una dirigencia moral
respetable y enaltecedora.
Si hoy
se quiere pensar en dirigencia moral, democrática, futurista y necesariamente utópica
--- en aras de lo ideal deseable --- no hay que acudir a los partidos para
nada, ni a sus políticos de turno.
Hay que fijarse en la cultura políticamente independiente, en los
escritores libres, en las revistas de ideas libres, no importa el ideario político
que sustenten. Sobre ello pongo
sobre la mesa dos ejemplos: el ensayo
reciente de Ingrid Vila sobre los espacios libres necesarios para adecentar la política
y la administración, y los números semanales de Claridad y El Cucubano, órgano
de Servios Legales de Puerto Rico --- donde plumas libres, pero con compromiso
con el País, proyectan un Puerto Rico deseable. No hay que estar de acuerdo con ellos, pero ciertamente
representan un esfuerzo de dirigencia cultural, social e histórica, que no se
encuentra en los partidos, cansados y agotados como están.
Unicamente los caculos politicos como usted conciben y "sufren" una crisis gubernamental. La poblacion realmente sufre la crisis social publica. No se contribuye al bienestar general "sufriendo" fines politiqueros.
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