martes, 8 de septiembre de 2015

¡Todos Somos Refugiados!


La Segunda Guerra Mundial se peleó a nombre de la humanidad, para ponerla a salvo del salvajismo nazi, aunque a su culminación cayera víctima del salvajismo estalinista.  Contra eso también luchó la humanidad civilizada de Europa y América.  El lema de esa lucha de la civilización contra la barbarie se hizo a nombre de la democracia, que entrañaba la libertad personal y justicia social.  Todo ello implicó una era de relativa paz y prosperidad, de 1945 al 2000 --- desde Franklin D. Roosevelt hasta concluir la encomienda de Bill Clinton.

Después llegaron los sarracenos, de George Bush y la invasión de Irak hasta la barbarie que fue su producto:  el genocidio como política oficial del espurio estado islámico, ISIS y compañía.

Hoy el Cercano Oriente, desbaratadas sus instituciones tradicionales, sus economías y sus estructuras de mando, lanzan sobre Europa y América su humanidad paupérrima en cientos de miles.  La primera reacción de Europa --- liderada por Alemania --- fue de rechazo, luego cabezas más frías entre su liderato han abierto las puertas a docenas de miles de esos refugiados.  Porque, de otra manera, ¿no recuerdan los alemanes el espectáculo masivo de los “displaced persons”, principalmente alemanes, rodando por Europa en busca de comida y alojamiento?  En Estados Unidos --- más allá de los Trumps de la vida --- a nadie se le escapa el simbolismo de la Estatua de la Libertad.  El planteo de la tragedia a ambos continentes no puede ser más dramático y retante.  Pues, después de todo, todos somos refugiados y emigrantes, a partir de África y el Mediano Oriente, origen genealógico de todos nosotros, como atestigua la paleontología, que es la ciencia de las cosas viejas.  Si somos intelectual y moralmente honestos sabemos que todos somos refugiados y emigrantes, desde la prehistórica África e Irak hasta los refugiados que hoy tocan a las puertas de Europa y América para por lo menos vivir. 

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