¡“Yo,
Jeb Bush”! dice el nuevo candidato republicano a la presidencia de los Estados
Unidos para 2016. Frente al
entramado de complejos problemas nacionales y mundiales a que tiene que
enfrentarse un Presidente, Jeb Bush responde con un patético…!Yo, Jeb!
En el
título de estas líneas les digo a los amigos lectores que se trata del
ejercicio de una vieja teoría del conocimiento que consiste en afirmar que el único
saber posible es el de las cosas individuales, concretas, objetos de
sensaciones igualmente individuales, y que el saber científico o filosófico a
partir de ideas, conceptos, esencias generales o universales no es
posible. El individuo, persona o
cosa, es la primera, única y última realidad.
Tomemos
como ejemplo a mister Jeb. ¿De qué
se trata? ¿Del gobernador de la
Florida, del hermano del otro Bush, de ingrata recordación, o de su padre dinástico,
provenientes todos de la oligarquía original Bush de Connecticut? La mera mención de estos miembros de
esa casta refuta la pretensión publicitaria del nuevo candidato en el sentido
de que sólo se trata de “Yo, Jeb”.
La
identidad familiar, la historia o biografía política, la estructura
problemática, nacional e internacional de la potencia más poderosa del mundo,
insertada económica y políticamente en todos los continentes, desdicen de la
pretensión político-publicitaria de Jeb.
Como decía Don José Ortega y Gasset, al yo hay que añadirle las
circunstancias. En este caso
como cualquiera
candidatura a dirigir la nación norteamericana tiene que partir --- por
necesidad --- de un diagnóstico de las múltiples crisis a que se enfrenta,
acompañada de un conocimiento ancho y profundo que ligarían al candidato a la
estructura de esas crisis, incluyendo la crisis casi permanente ya de un
Congreso norteamericano paralizado para decisiones relevantes a la vida real de
la nación y del mundo. Un Congreso
“NO”, que no sea el beneficio de la criminal oligarquía económica del País, y
especialmente del partido de Jeb.
La
situación exige un Primer Ejecutivo educado, culto, conocedor del entramado
causal de la sociedad y el Estado, a nivel nacional e internacional.
¿Es
acaso suficiente la ambición personal y familiar por la Casa Blanca, de
espaldas al saber pertinente sobre la estructura del Estado, de la nación, de
la sociedad nacional e internacional a la altura del 2016?
Para esa vasta problemata --- universal y crítica aporía, como diría un griego --- se necesita mucho más que un Jeb. Se necesita un líder a la altura de los tiempos. En vez del narcisismo nominalista de Jeb, un líder relevante a las ideas, los conceptos, las realidades del mundo ancho y ajeno.
A eso
llamamos en filosofía realismo político, o pragmatismo, que es la ciencia y la acción
sobre “problemas importantes”, pragmata, contra todo nominalismo y narcisismo
político.
Feliz de leerlo nuevamente en su blog. Gracias por su punto de vista sobre el mencionado candidato presidencial. Que no nos ciegue la simpatia que inspira su espanol tan bien manejado, ni su familia de raiz latinoamericana. Enfoquemos en sus ideas, decisiones, posiciones y si en alguna raiz, en la dinastica de la cual procede.
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