Estas líneas podrían titularse también, “la mujer en la economía puertorriqueña, de 1900 a 1944”.
Tras el papel esencial y amoroso, de esposa, trabajadora en el hogar, y madre dedicaba a la crianza, nuestra mujer puertorriqueña fue jornalera en la fase industrial del tabaco, despalilladora en los grandes ranchos y aún en el hogar. De esa manera la explotación del hombre trabajador y sus hijos mayores se extendía a la mujer.
Conocí en el Senado de Puerto Rico, como colegas, a dos representantes de la explotación cañera y del café: Miguel Ángel García Méndez, como colono y Ramiro Colón como hacendado del café, a cuya hacienda corporativa el llamaba “cooperativa” para encubrir su faena explotatoria.
En la fase agrícola de la caña la explotación era salarial, miserias para producir riquezas. En la fase de hacendados de café y tabaco, la explotación se extendía al sentido de propiedad sobre mujeres e hijas de los trabajadores explotados, con un sentido totalmente amoral de propiedad del hacendado.
La legislación que de 1941 a estos días aprobó el Partido Popular Democrático superó la colonia cañera y la hacienda del tabaco y el café, y produjo una economía industrial, con legislación económica y social que redimió a hombres y mujeres, del régimen feudal todavía imperante en 1940.
A la altura de los tiempos que vivimos, tal parece que hemos advenido a una recaída feudal, de jefes administrativos --- los alcaldes --- como dueños de la dignidad, del cuerpo y del alma, de las mujeres que trabajan en los municipios. No se trata, claro está, de todos los alcaldes, ni de la mayoría, pero sí de una minoría numerosa que se comportan como padrotes de su personal femenino. Hay varios --- uno sería demasiado --- en las cárceles. Otros están en proceso de llegar a ellas.
Como todos los fenómenos humanos, existe en este caso la instancia luminosa --- aunque se tratara de un solo caso --- que dramatiza y explica la aberración moral que comentamos hoy: es la del padrote en jefe del municipio de Guaynabo. Ha producido el gagueo del Gobernador, la parsimonia de la Secretaria de Justicia, y de la Oficina de Ética, y la continuación del régimen de terror que Héctor O’Neill dirige en Guaynabo.
¡Colonos, Hacendados y Padrotes! La historia progresa hacia atrás.