Reanudo
hoy con mis lectores esta serie de breves reflexiones sobre nuestro País,
Sociedad, y Gobierno y Desgobierno.
Declaro concluidas las Navidades.
Dos
incidentes atinentes al fenómeno de la muerte me mueven a reflexionar hoy. El primero, impersonal por naturaleza,
tiene que ver con la inteligente propuesta legislativa del Representante Ángel
Matos para asistir a los moribundos irreversibles, que sufren muertes de facto,
de tal manera que logren la paz y el descanso que merecen, a la vez que sus
deudos cumplen con sus deberes terminales con una buena conciencia, dada la condición
mortuoria no reversible de sus seres queridos.
La
segunda motivación de estas líneas proviene de la experiencia personal de una amiga
entrañable que acaba de trascender el umbral de la eternidad. Esposa de un siquiatra amigo, vivió ---
él y su familia --- todas las angustias de la decisión última: aceptar la muerte de facto sin los
apasionamientos de la negación y la culpa. La buena conciencia, más la inteligencia educada deben
facilitar la despedida, de la misma manera que el insomne aspira a la
inconciencia.
Me es
duro despedirme de una persona que por 46 años fue amiga, compañera de luchas y
anhelos, familia en la tertulia y en la mesa, madre y maestra ejemplar de sus
hijos, nietos, amigos y juventudes escolares. He perdido, más que una amiga una hermana menor. Nos reunió por muchos años la vida
gozosa, y un día nos reunirá la muerte que la naturaleza dispone democráticamente,
sin acepción de personas. Que
descanse en paz mi querida comadre, Honoelia Arbona.
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