Desde la administración de Bill Clinton Puerto Rico ha sufrido una cadena de vejaciones a manos de los Presidentes Norteamericanos, supuestos demócratas liberales, que han despreciado y destruido lo que pensábamos era un logro político y moral: el Estado Libre Asociado.
Clinton lo despreció mediante la busconería de Jeffrey Farrow y las opiniones de sus Secretarios del Tesoro y sus alcahuetes de Casa Blanca, fingiendo apoyo a la libre determinación y definiendo esta como la unanimidad de los puertorriqueños en apoyo a un status determinado. La maldad no puede ser más evidente, puesto que democracia y unanimidad son incompatibles. Lo cual quiere decir que nunca se resolverá el problema del status, ya que siempre la democracia supone división. Lo que demuestra que la oferta de todos los Presidentes, desde Eisenhower hasta hoy, han sido hechas de mala fe, para dividir más al pueblo puertorriqueño y que no se logre nunca la necesaria demanda de solución a nombre de todo el pueblo.
Después de Clinton, Bush hizo lo mismo, y lo mismo está haciendo Obama, de quien se ha dicho, a la luz de su manipulación del status, y su insensibilidad en el caso de Oscar López, que es negro por fuera y republicano conservador por dentro.
El cúmulo de maniobras y contorsiones morales para no atender los derechos de Puerto Rico como pueblo significan patentemente una vejación a nombre del poder. Eso es lo que define a los imperios.
La segunda, patente vejación de Obama y el Congreso a Puerto Rico como pueblo --- sellando como despotismo imperial su arrogancia de poder frente a la Isla inerme --- la constituye su PROMESA.
De un jalón imperial --- confirmando el juicio del Juez Magruder, en el sentido de que el repudio del Estado Libre Asociado como comunidad libre asociada a los Estados Unidos por su libre voluntad constituiría un “fraude monumental”--- Obama y el Congreso nos han devuelto, a patadas, al Gobernador imperial de 1899. Esa es la segunda vejación.
Ante todo lo anterior, nuestro patético liderato oficial compite entre sí sobre quién está más dispuesto a “jugar pelota” con la Junta de PROMESA. ¿PROMESA o amenaza?
Pienso que la respuesta a la primera vejación reside en la Asamblea Constitucional de Status, y a la segunda una CONCERTACIÓN PUERTORRIQUEñA para repudiar el atraco de PROMESA. Sólo así, abochornando a Obama y al Congreso, a nombre de la dignidad democrática del pueblo de Puerto Rico --- en Washington, en las Naciones Unidas, aquí frente a la corte imperial de Hato Rey, en la Prensa norteamericana, se lograría que los amos imperiales presten atención a un pueblo digno. Lo otro, como han hecho todos nuestros líderes y partidos oficiales, es pegarse a PROMESA, a ver qué le sacan politiqueramente.
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