Los
sistemas se imposición de tributos pueden analizarse de dos maneras: en términos de su lógica ideal, o en términos
de las circunstancias que vive cada pueblo y el carácter y los estilos de sus
gobernantes.
La
propuesta del Gobernador para alterar el sistema contributivo por concepto de
ingresos, de tal manera que se reduzca, escala por escala, el monto de la
responsabilidad contributiva, tiene lógica y atractivos porque a nadie le
amarga un dulce. Al acompañar esa
propuesta con un proyecto de impuesto al consumo --- en base al valor añadido
en una cadena de ventas y compras --- se acoge al uso y la experiencia de 160 países
en los que ya es práctica usual, eficiente y de casi universal aceptación. Por eso el equipo ejecutivo del
Gobernador y muchos legisladores lo proponen como cosa conocidamente eficiente,
normal y superior a cualquiera otra norma impositiva.
Lo que
el Gobernador y sus consejeros íntimos no perciben, no captan, es el hecho de
que en las reformas o reestructuraciones políticas y económicas lo decisivo no
es la idea absoluta, en teoría superior a otras ideas, sino las circunstancias
sobre las que opera la discusión y la decisión sobre las propuestas. Porque en ese terreno las circunstancias
predominan sobre las idealidades abstractas.
¿Y cuáles
son esas circunstancias? Primero,
el hecho de que se opera dentro de una crisis fiscal asfixiante, al borde de
una quiebra total. Por lo que el
dinero a cobrarse a través del IVA no ira dirigido a fortalecer la economía famélica,
sino que se enviará fuera del País para conjurar la deuda que
irresponsablemente crearon los últimos seis gobernadores, que suponían que la
hora del juicio final no llegaría nunca.
En
segundo lugar, el gobierno de Alejandro ha decidido que en vez de aumentar el
IVU y cobrarlo eficientemente, es preferible meter debajo de la alfombra la
ineficiencia e irresponsabilidades de Hacienda y acudir en vez, masivamente, al
bolsillo de todo el pueblo, por igual, regresivamente, donde el consumo del
rico y del pobre aporten lo mismo.
Finalmente,
por ahora, que no hay consenso de partido ni de la Legislatura, que no siendo
en sí radical, resulta explosiva políticamente, partidistamente, y carece de la
aceptación de los 5 alcaldes más poderosos del PPD y del País.
Es hora
para el Gobernador zafarse del grupito íntimo de asesores ajenos a la calle y
al pueblo y restablecer el diálogo con los verdaderos representantes del
pueblo, de todo el pueblo. Una rectificación
valiente vale más que una terquedad ciega.
Dado que el PPD no cree en Dios, (e.i., en la estadidad) lo único que cuenta en la política es ganar las elecciones, es decir el poder por el poder mismo, pues nada más existe. Así pues el PPD está buscando la manera de conseguir el dinero para la campaña. En ese proceso le está sacando demasiado dinero al pueblo de Puerto Rico con tal de no tener que despedir empleados.
ResponderEliminarPero los empleados del gobierno no producen un servicio que se pueda vender en el exterior, de modo de atraer dinero a la economía de Puerto Rico.
Puerto Rico necesita mover 100,000 empleados del servicio público al sector privado. Eso no se puede llevar a cabo sin gravar a las 100 familias y las 100 familias no se pueden gravar a menos que Puerto Rico se incorpore.
A Puerto Rico se le está acabando el tiempo. Los populares están tratando de comprar tiempo contando con que el IVA les va a resolver el problema. Dudo de que puedan recaudar los $3,000 millones visualizan, pues la gente reducirá el consumo ante el alza en los precios y como resultado la reducción en la producción que el nuevo impuesto le dará al éxodo hacia la Florida.
Mientras tanto, Pierluisi no tiene ninguna estrategia que sea distinta a lo que proponen los populares, que es no pagar la deuda e implementar el IVA. Las 100 familias quieren que de ganar Pierluisi, mantenga el IVA. Ahora Pierluisi hace campaña contra el IVA, pero si llegara a ganar, no lo eliminaría. Ya él nos lo dejó saber.