En la
calibración de Donald Trump como posible Presidente de los Estados Unidos,
aún tomando en serio el hecho de
que se ha postulado, se ha cometido un error de bulto por parte de la prensa
norteamericana, y aún de parte de los otros candidatos del Partido
Republicano. Porque, para empezar
y a fin de cuentas, ¿qué hace este ricacho, brutote, payaso, denigrando la alta
dignidad de ese puesto? Tomarlo en
serio de por sí es una enorme superficialidad, cuando en realidad el bufón lo
que hace es darse un gustazo estrujándole su riqueza a los otros candidatos que
dependen de colectas de otros grandes intereses que definen su partido
oligárquico. Un gustazo, como
decía el político francés Gambetta, “pour écraser l’infame”--- para
escandalizar a la Santa Madre Iglesia, pero nada en serio.
La
importancia de Donald Trump y su temprano éxito político entre las masas
ignorantes del Grand Old Party consiste en su calidad de síntoma de que ese sistema político está muy enfermo. ¿Síntoma de qué? Síntoma de la desesperanza del pueblo
norteamericano de que ese sistema político pueda producir soluciones a sus
grandes problemas domésticos e internacionales. Se trata de un síntoma de frustración de vastas mayorías de
esa poderosa y problemática
democracia. Trump es el coraje
colectivo ---“by Proxy” --- ante el tranque político con que un Congreso
reaccionario paraliza las soluciones propuestas por el Presidente. Se trata de lo que el profesor Stuart Brown
llamó hace medio siglo “el tranque de la democracia”.
Ahora
bien, la payasada de este rico bufón certifica no sólo la desesperanza política del pueblo norteamericano, manifestada
en su preferencia por el payaso, sino que como síntoma descriptivo de la “malaise”
política, envía un mensaje tétrico al resto del mundo democrático como ente ridículo
que no merece el respeto de ningún país o persona seria.
Payaso,
síntoma o ridículo, Trump se ha hecho importante además de notorio. Pero el tiempo y la realidad tienen una
cita con él, y de aquí a pocos meses no pasará de ser mucho más que una
bufonada patética en el cuerpo político de los Estados Unidos.
Mientras
tanto… !Calma, piojo!
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