La
obligación mas perentoria que asume todo aquel que quiera participar en el
debate político es la de mantener los conceptos y los términos lo más claro
posible, aún contando con el carácter práctico --- y por lo tanto impreciso ---
de la ciencia y la discusión política.
La confusión
más frecuente que puede detectarse en el debate político tiene que ver con las
nociones y definiciones --- y confusiones --- del Estado con el gobierno, y de
este último con la política como lucha por el poder.
Brevemente
dicho, el Estado se refiere a la organización jurídica de la sociedad en una
estructura que monopoliza el poder del pueblo, para autorizar las acciones del
gobierno y las actividades proselitistas de las facciones o partidos políticos. El gobierno --- su naturaleza y su ámbito surge del Estado, mediante
disposiciones constitucionales.
Entonces adquiere el carácter de administración, dirigida a satisfacer
las necesidades del pueblo, que es a fin de cuentas el dueño del Estado y del
gobierno.
A la
luz de estas sencillas distinciones, vale decir que el error más costoso que
puede cometer una comunidad política es confundir el Estado con el gobierno, que
es la administración, y entonces, usualmente, confundir la administración con
la política, es decir, con la lucha electoral de las facciones para alcanzar el
poder. Cada una de estas tres categorías,
funciones o conceptos tiene su legalidad lógica y funcional, pero confundirlas,
reducir unas a otras, crean la patética turbación del pueblo cuando habla y actúa
como si esos tres conceptos fueran intercambiables.
Ejemplo
palmario de esas confusiones en el Puerto Rico de hoy, a nivel del Estado, de
gobierno y de la política partidista, evidente en los medios de comunicación y
en las actividades partidistas, es el ataque y la defensa de los diferentes
status, la conducta de la administración de gobierno, y las tácticas y
expresiones partidarias con vistas a las elecciones siempre venideras como sise
tratara de la misma realidad.
En filosofía
práctica, en ciencia política, y en la acción partidaria electoral, si no se
diferencian los conceptos --- las posiciones adoptadas con respecto al status,
al gobierno y a las campañas políticas --- no se entiende nada. Esa es la condición que sufrimos al
iniciarse este agosto del 2015.
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