Echemos
por delante los principios: La
salud es la vida y la educación el desarrollo de esa vida hasta su máxima potenciación,
culminando en el ciudadano cívicamente avisado y capacitado para examinar su
propia vida y la de los demás. Sin
salud no hay educación plena y consciente, y sin educación nos quedamos en la
etapa de mamíferos, a lo más consumidores de lo que se es incapaz de crear o
entender.
Toda la
inteligencia médica de nuestro País ha reiterado la necesidad, económica y salubrista,
de que los servicios de salud del Estado, en cantidades cercanas a los tres mil
millones de dólares, estatales y federales, deben ser ofrecidos y administrados
por el Estado: en un sistema
universal de salud que asegure el acceso, la continuidad en el tratamiento, y
la evaluación de sus resultados, como ocurría en Puerto Rico de 1941 a 1983,
desde el doctor Fernós y Eduardo Garrido Morales hasta el doctor Guillermo
Arbona y luego hasta 1983, cuando Pedro Rosselló se lo vendió por batatas a las
aseguradoras de salud al servicio del lucro, a los mercaderes del templo, a
sabiendas de su corrupción.
¿Recuerda el lector a ACODESE?
El
Partido Popular y su gobierno han traicionado esa promesa y esa obligación,
para favorecer la continuidad de la oligarquía PNP-PPD, en beneficio de la
familia de Rafael Hernández Colón, Alejandro García Padilla y Roberto Prats
Palerm. ¡Prohibido olvidar!
En
cuanto a la educación pública, exigida por nuestra Constitución, está sujeta
hoy a dos ataques. El primero es
uno de desmoralización, de incompetencia a nivel de escuela y maestros, de
gigantismo burocrático en el centro, ajeno todo ello a la educación en la
escuela y el salón de clase.
Maestros en gran medida incapacitados, estudiantes alelados y sin estímulos
intelectuales y morales y planes portentosos de reformas más políticas que pedagógicas,
mediatizado todo ello por la zafra de contratos políticos que le roban los
recursos a la escuela, suponiendo que al nivel de salón de clases, laboratorios
y actividades aleatorias se sepa lo que se está haciendo, por qué y para qué.
Las
reformas fantasmales de educación son irrelevantes a las realidades de la
escuela, ya que carecen de tracción
en la realidad.
En
cuanto a la salud, creo que ya cruzamos el puente dantesco en que se perdía
toda esperanza. Porque en ese ámbito
el dinero vale más que la salud, y ya estamos en campaña.
No hay comentarios:
Publicar un comentario