El
llamado movimiento obrero --- que apenas se mueve y apenas labora --- ha
conseguido por su cuenta y sin ayuda de nadie, lo que sus detractores siempre
han tramado en su contra: la división
con respecto a sus reclamos o defensas --- no contra el gobierno, sino contra
la realidad crítica del fisco, y contra el pueblo.
Ante el
llamado del Gobernador y la Legislatura --- el único gobierno que tenemos, a
menos que la UTIER y la UIAA hayan realizado exitosamente un golpe de estado
sordo contra el pueblo y yo no me haya enterado --- estas uniones proclaman la
calle y la intransigencia como método de lucha.
Los
empleados del Gobierno Central y sus representantes laborales han concluido
acuerdos sensatos con el gobierno:
ganan por aquí, pierden por allá, posponen por el otro lado, como líderes
sindicales pragmáticos, que no rechazan lo posible en aras de lo imposible
fantasioso.
Lo
anterior les ha valido el insulto, la descalificación moral para defender a sus
afiliados. ¿De boca de quién? De
boca de lo que Mario Vargas Llosa ha llamado “los perfectos idiotas”, que
braman por lo absoluto y desprecian lo relativo, lo parcial, lo posible, en lo
que el futuro prometa las conquistas ideales.
Aquí el
contraste se da en términos de personas líderes y demagogos vociferantes. Los primeros están representados por
Manuel Perfecto y Luisa Acevedo, los segundos por Luis Pedraza y Figueroa
Jaramillo, que piden calle como método e impugnan la integridad de los
primeros.
Piense
el lector en lo que se trata, en el fondo. Los líderes que han negociado exitosa y responsablemente con
el gobierno representan uniones que sirven directamente al pueblo, en las salas
de espera y en las ventanillas o en las salas de emergencia. Los empleados de Pedraza y Jaramillo
--- y los de la UIAA --- trabajan para instrumentalidades corporativas que
funcionan como negocios privados.
Y que están quebradas --- AAA y AEE ---, entre otras. Normalmente, en esas corporaciones el
sueldo y las concesiones adicionales --- bonos de todo tipo, hasta los de la
perra y la gata --- dependen de si tienen ganancias. Pero están en quiebra de facto. ¿De dónde más beneficios o mantenimiento de los acuerdos?
Estas
uniones privilegiadas alegan que le están alterando sus derechos. ¿Derechos de qué? Concesiones y privilegios producto de
unas gerencias cobardes e incompetentes, y que repartían para ellos también. Todo eso se acabó. ¡Despierta boricua!
Toda
esta demagogia sindical sobre “la calle” contra quien va dirigida es contra el
pueblo, que es quien paga por los beneficios privilegiados de los sindicatos,
de los trabajadores mejor pagados
del País.
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