El próximo
domingo el PNP celebra primarias para la presidencia del partido en San Juan,
equivalente a la candidatura a la alcaldía de la ciudad en 2016. ¡Dios nos coja confesados!, como dicen
los ingenuos creyentes de la Santa Madre.
Más
tarde veremos la primaria y candidatura a la gobernación. Da lo mismo. Se trata del PNP, del PNP de Pedro Rosselló a esta parte,
porque tengo que admitir que --- en términos generales --- aunque la corrupción
empezó bajo la administración de Luis Ferré, él personalmente no era corrupto y
Carlos Romero no permitió la corrupción en su gobierno. Ello quiere decir que la putrefacción
PNP dio comienzo --- agresiva como los cánceres --- en la administración de
Pedro Rosselló. Se robó, mediante Álvaro
Cifuentes como mensajero y Víctor Fajardo como pillete con corbata, los
dineros de los niños y los
maestros del Departamento de Educación, además de robarse personalmente una pensión
abultada a la cual no tenía derecho, gracias a la corrupción judicial que, por
voz de media docena de jueces no vieron en los documentos lo que todo el País
vio cristalinamente.
Esos
fueron dos comienzos siniestros de lo que más tarde entronizó Luis Fortuño con
perversidad y planificación descarada.
Compró un trabajo en un bufete de Washington mediante el cambalache de
24 millones en contratos a sus futuros empleadores, y aquí no ha pasado nada.
Lo
mismo ha hecho Guillermo Somoza desde que era Secretario de Justicia. Concedió contratos al bufete que ahora
lo emplea, al estilo de su maestro Fortuño. Se trata de sólo dos casos escandalosos, que presiden la retahíla
de corruptos a quienes Fortuño le regaló el dinero del pueblo.
Pero
Fortuño fue más lejos. En vez de
que su señora realizara la función
de Primera Dama mediante iniciativas de servicio al pueblo, se gastó un caudal en
Fortaleza, en comodidades, escoltas y demás emolumentos --- como si en verdad
fuera Primera Dama ---para aceptar contratos de notaría millonarios, firmando
escrituras que trabajaban otros, a la vez que los bancos se beneficiaban con la
legislación y concesión de millones de dineros públicos, que les daba Fortuño.
En un País
que no haya perdido la vergüenza, el asco a esa corrupción y esos corruptos,
debiera producir un rechazo permanente al PNP. Pero por ahí andan, buscando el poder de nuevo. Se trata del mayor peligro que amenaza
la justicia y la dignidad que el pueblo merece y que a veces no sabe como
obtenerlas.
Ante todo
este estercolero moral --- rossellista y fortuñista --- la Oficina de Ética
Gubernamental es una comisaría de permisos para delinquir. Y ante todo ello, parece que no tenemos
Legislatura ni Secretaría de Justicia.
Muñoz Marín tenía una palabra para dedignar esa vagancia moral y política
en el Partido Popular: ¡Son unos
mofolongos! Yo les digo pendangos.
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