lunes, 2 de junio de 2014

El PNP: La Corrupción como Política Pública


El próximo domingo el PNP celebra primarias para la presidencia del partido en San Juan, equivalente a la candidatura a la alcaldía de la ciudad en 2016.  ¡Dios nos coja confesados!, como dicen los ingenuos creyentes de la Santa Madre.

Más tarde veremos la primaria y candidatura a la gobernación.  Da lo mismo.  Se trata del PNP, del PNP de Pedro Rosselló a esta parte, porque tengo que admitir que --- en términos generales --- aunque la corrupción empezó bajo la administración de Luis Ferré, él personalmente no era corrupto y Carlos Romero no permitió la corrupción en su gobierno.  Ello quiere decir que la putrefacción PNP dio comienzo --- agresiva como los cánceres --- en la administración de Pedro Rosselló.  Se robó, mediante Álvaro Cifuentes como mensajero y Víctor Fajardo como pillete con corbata, los dineros  de los niños y los maestros del Departamento de Educación, además de robarse personalmente una pensión abultada a la cual no tenía derecho, gracias a la corrupción judicial que, por voz de media docena de jueces no vieron en los documentos lo que todo el País vio cristalinamente.

Esos fueron dos comienzos siniestros de lo que más tarde entronizó Luis Fortuño con perversidad y planificación descarada.  Compró un trabajo en un bufete de Washington mediante el cambalache de 24 millones en contratos a sus futuros empleadores, y aquí no ha pasado nada.

Lo mismo ha hecho Guillermo Somoza desde que era Secretario de Justicia.  Concedió contratos al bufete que ahora lo emplea, al estilo de su maestro Fortuño.  Se trata de sólo dos casos escandalosos, que presiden la retahíla de corruptos a quienes Fortuño le regaló el dinero del pueblo.

Pero Fortuño fue más lejos.  En vez de que su señora  realizara la función de Primera Dama mediante iniciativas de servicio al pueblo, se gastó un caudal en Fortaleza, en comodidades, escoltas y demás emolumentos --- como si en verdad fuera Primera Dama ---para aceptar contratos de notaría millonarios, firmando escrituras que trabajaban otros, a la vez que los bancos se beneficiaban con la legislación y concesión de millones de dineros públicos, que les daba Fortuño.

En un País que no haya perdido la vergüenza, el asco a esa corrupción y esos corruptos, debiera producir un rechazo permanente al PNP.  Pero por ahí andan, buscando el poder de nuevo.  Se trata del mayor peligro que amenaza la justicia y la dignidad que el pueblo merece y que a veces no sabe como obtenerlas.

Ante todo este estercolero moral --- rossellista y fortuñista --- la Oficina de Ética Gubernamental es una comisaría de permisos para delinquir.  Y ante todo ello, parece que no tenemos Legislatura ni Secretaría de Justicia.  Muñoz Marín tenía una palabra para dedignar esa vagancia moral y política en el Partido Popular:  ¡Son unos mofolongos!  Yo les digo pendangos.

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