lunes, 30 de mayo de 2016

De la Ley 600 a la Junta de Control Financiero

Llevo más de seis décadas estudiando, escribiendo, pensando sobre Puerto Rico en las entrañas del imperio norteamericano.  El principio --- la aspiración --- de nuestro pueblo, de la mano de Don Luis Muñoz Marín y de Don Antonio Fernós Isern, fue la autonomía, la división de poderes, entre la esfera federal y la esfera puertorriqueña, consagrado en un supuesto “pacto” que le daba legitimidad al reclamo de descolonización.

Muchas de las más altas voces de nuestra política, como Vicente Géigel Polanco, Gilberto Concepción de Gracia, y Pedro Albizu Campos advirtieron que se trataba de un doble engaño, de los americanos de allá y los líderes con poder oficial de acá.  La forma más incisiva de desvestir el mito del ELA lo produjo Albizu Campos en un intercambio amigable con Don José Trías Monge en un encuentro incidental en una calle del Viejo San Juan.  Dice Trías que Don Pedro le dijo:  el ELA es una “sosera jurídica”.

Según el Presidente Obama y el Congreso, eso es lo que es y nada más.

No es raro que la voluntad imperial se exprese como lo han hecho los arrogantes del Congreso y los servidores de la Casa Blanca de Obama.  Lo raro es la pasividad, docilidad y cobardía con que el supuesto liderato puertorriqueño ha reaccionado al insulto.  Valen más las primarias, los sueldos y los contratos, que la vejación a Puerto Rico que emana de todas las esferas federales.

En medio de esta crisis de voluntad patriótica veo que la maquinaria política de lo que queda del PPD se lanza contra una de las pocas esperanzas de renovación del Partido y del País.  Eduardo Bhatia y Jaime Perelló se lanzan contra Ángel Rosa, una de las personas que puede darle vida y credibilidad al PPD.  Están, como maquinaria política, repitiendo el error de 1980, cuando Rafael Hernández Colón y Miguel Hernández Agosto se tiraron contra mi candidatura a Comisionado Residente, lanzando a la derrota a un ilustre puertorriqueño, Arturo Morales Carrión, que había sido el primero en proponer y alabar mi candidatura.  Los derroté a los tres, sin dinero, pero con un record limpio a favor del Partido.

Héctor Ferrer es un candidato idóneo para Comisionado Residente, como lo es Ángel Rosa.  ¿Por qué tiene la maquinaria mohosa de Bhatia-Perelló denigrar la competencia limpia de los dos candidatos?  Me parece una expresión de debilidad y miedo al pueblo.

Sumadas esas manipulaciones a las cobardías frente al Congreso que quiere regresar a Puerto Rico al 1899, el balance es cenizas.

Volveré sobre estas claudicaciones en las próximas reflexiones.

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