El pasado miércoles, en una Perspectiva publicada en El Nuevo Día, Aníbal Acevedo rompió el cerco de silencio sepulcral que el supuesto “liderato” del País ha observado servilmente ante la arrogancia federal. La cual quiere imponerle al ELA la soga apretada del imperialismo vergonzoso de principios del siglo 20, regresando al Componte de 1887. Excepto que ahora se hace a nombre y a favor de unos bonistas buitres, cuando en 1887 se hacia por España a nombre de la Corona, su unidad y su absolutismo confesado.
Da vergüenza --- ajena y propia --- observar la complacencia de los dos partidos principales y sus “líderes”, objetando puntos y comas de la vejación antidemocrática que se le hace a Puerto Rico mediante una “junta imperial” que revoca la Constitución del 1952 y suprime el mandato democrático del pueblo en el proceso electoral.
¿Qué vale para un puertorriqueño digno la ciudadanía americana que desde 1917 ha acorralado la conciencia puertorriqueña mediante una complacencia esclavista?, que hoy produce el fruto de la incondicionalidad.
Es patética la conducta de nuestros partidos: todos, anonadados frente al insulto imperial. Muchachos y muchachas de mandado de un comité de gringos, que le ordenarán lo que tienen que hacer. ¿Y a eso le vamos a seguir llamando democracia y gobierno de Puerto Rico? ¡Da nauseas!
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