La
advertencia lógica que encabeza estas líneas --- acuñada por el filósofo
anglo-americano Alfred North Whitehead para allá por los años cuarenta del
pasado siglo --- tiene un significado y contiene una advertencia bien
sencilla: en nuestro pensamiento,
sea teórico o práctico, tenemos que evitar la fácil tentación de tomar lo
abstracto --- principios, ideales, ideologías --- como si fuera realidad
concreta. Su título original
llamaba a esa fácil tentación “the phallacy of misplaced concretness”. Utilizo esa referencia hoy para
caracterizar las posturas de los sindicatos laborales ante la crisis económica,
financiera y fiscal que padece
Puerto Rico --- todo Puerto Rico, gobierno y pueblo --- y sus implicaciones
para todos los sectores económicos que son parte de ella.
El
gobierno ha hecho lo que tenia que hacer, sumar, restar y dividir lo que le
queda como haber público de tal manera que pueda atender sus múltiples
compromisos con todo el pueblo, con el País. Para ello ha tenido que afectar, recortar, exigir
multiplicidad de aportaciones de todos sus componentes. El ejercicio no es fácil, ni simpático,
ni quizás suficiente. Pero el País
ha entendido, excepto aquellos a quienes no les conviene materialmente
entender, porque se afecta su bolsillo, es decir, las concesiones que lograron
en los años de bonanza y de irresponsabilidad gerencial en las agencias e
instrumentalidades del gobierno. Y
a esas concesiones privilegiadas le llaman, demagógicamente, derechos. Tal concepto ladino de las concesiones
obtenidas los haría inmunes a la historia, al cambio social y a los sacrificios
que los otros sectores del gobierno aceptan con sabia y prudente actitud de
solidaridad y cooperación.
Se
lamenta ese sindicalismo arrogante de que el gobierno no se sienta a dialogar,
a legislar, con ellos. Como si se
tratara de entes comparables: los
sindicatos privilegiados por un lado y el gobierno por el otro. Se les escapa un dato: el gobierno representa al todo colectivo;
ellos a una parte. Un elefante y
un conejo son sólo iguales en cuanto ambos son animales. Pero tratados en su concreta
individualidad representan entidades y cualidades muy distintas.
La
falacia de que por tratarse de intereses distintos tienen que sentarse a
parlamentar como iguales representa un mito, una retórica fantasiosa, que toma
lo abstracto --- la ideología de los intereses propios --- como si fuera la
realidad concreta, como advertía Whitehead, a propósito de otras confusiones en
la vida de la filosofía.