Para la
vasta mayoría del pueblo de Puerto Rico, incluido Canóvanas y el Distrito
Senatorial de Carolina, se trata de un chiste, un ridículo, y ciertamente una
payasada por la que Chemo Soto dispone para su familia de las posiciones
electivas de ese pedazo de Puerto Rico.
Como chiste, como cinismo extremo que proviene de una condición de
retraso mental, la cosa pasa, como pasó por un tiempo el otro episodio
pintoresco del Chuchin de Guayama, que hoy anda en manos de la justicia.
Cuando
me refiero a esa conducta política grotesca como picaresca, ando por los
predios de Cervantes y su “Buscón”.
Pero me doy cuenta enseguida que la picaresca de Cervantes es graciosa,
divertida, inofensiva en su entorno.
Lo de Chemo y Canóvanas --- mañana Carolina --- no tiene nada de
gracioso. Es insultante al
concepto de la representación democrática y huele a caso mental digno de ASSMCA
si estuviera activa todavía. Aquí
la picardía no viene de pintoresco sino de pícaro en el pleno sentido de la
palabra.
Así que
el incidente apesta moral y políticamente, pero a ese precio se compra la
casa: así es el PNP. Por eso hay que discutir a Chemo,
porque Chemo no es Chemo: Chemo es
el PNP, y por ello el peligro de degradación de la función representativa no lo
representa él privadamente, lo representa el PNP.
En
ciencia a veces un sólo caso prueba una teoría. En política también, chemísticamente hablando.
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