domingo, 30 de noviembre de 2014

Apología de las Obras Municipales


A riesgo de quedarme solo en lo que diré a continuación, quiero convocar hoy la inteligencia y el sentido de proporción y de justicia de mis lectores al juzgar la legislación propuesta por el Gobernador para la realización de obras municipales.

No importa a qué partidos pertenezcan, los representantes y los alcaldes son oficiales electos por los electores de los municipios, y es su responsabilidad atender los proyectos locales que son fruto de la comunicación continua con el pueblo --- sectores --- y agentes suyos al nivel ejecutivo y legislativo municipal.

El nombre peyorativo de barril de tocino no despacha la necesidad sentida por las comunidades municipales, que sólo tienen su alcalde y su representante para que se realicen obras locales, todas sencillas comparadas con los monumentos que se realizan y construyen a nivel estatal, especialmente en el área metropolitana.

¿Es justo y moral que San Juan, Bayamón, Carolina y Caguas y otros centros económicamente poderosos ostenten obras monumentales --- Choliseo, Centro de Convenciones, docenas de hoteles de lujo --- a los que todo el pueblo les paga sus gastos energéticos, pero que los municipios pobres --- como son todos los otros --- no puedan aspirar a obras que satisfagan sus demandas de recreación, para poner un ejemplo?  Con mofarse de esos pequeños municipios no cumplimos con el deber de la objetividad y la justicia.  La democracia sigue siendo democracia aunque la ejerzan los pobres de nuestros municipios hambreados.

Es muy fácil y cómodo --- e injusto --- para la clase media y la clase opulenta del área metropolitana --- con sus periódicos y sus agentes de radio y televisión --- mofarse de los “barriles de tocino”.  Lo que no ven detrás de los barriles es la tarea ingente de sus alcaldes y representantes por responder a las modestas necesidades de las comunidades humildes que constituyen el grueso de los municipios.

Se trata en el fondo de una arrogancia clasista, que nunca ha protestado, sino que más bien se ha aprovechado de los monumentos costosos que con fondos públicos --- de todos los municipios --- le permiten una calidad de vida cachendosa.

¡Hipócritas!

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