La
profunda crisis puertorriqueña que vivimos tiene tres dimensiones o
componentes. Se trata en primer
lugar de una crisis económica --- de producción, distribución y financiamiento,
tanto público como privado. Esa es
la realidad objetiva de la situación que vivimos. Para entenderla, e idealmente para superarla tenemos que
aclararnos cuáles han sido los factores componentes de la crisis, o como se
dice en epidemiología, cuáles son los vectores que la propagan y la
intensifican. Me parece que son
dos, y tres si contamos las vías de salida de nuestra encerrona.
En
primer lugar, se trata de una conducta económica irracional: endeudarse sin límites ni responsabilidad,
y sin fuente realistas de repago.
Seis gobernadores en ristra, prefirieron embrollar al País con tal de
complacer demagógicamente sus clientelas políticas electorales. Nos han dejado una economía machorra y
una hacienda pública quebrada, y la palabra de Puerto Rico por el suelo.
En
segundo lugar, vivimos una crisis partidista --- de los partidos políticos como
instrumentos de la democracia --- en la que se juegan los reclamos de un
partido totalmente corrupto --- el PNP ---, y un partido incompetente,
originado como vehículo de la justicia social y el crecimiento económico, pero
agotado moralmente con respecto a esa doble motivación originaria. Ni la corrupción ni la incompetencia
pueden marcar rumbos respetables hacia un futuro plausible y deseable.
Es
doloroso tener que mencionar al PPD en la misma tesitura en que se menciona al
PNP, cuya corrupción es definitoria, mientras el PPD tiene una gloriosa
historia de conquistas y logros para el pueblo de Puerto Rico. Pero está agotado, política y
moralmente agotado.
Las
peleas entre estos dos partidos --- entelequias ideológicas, podrían llamarse
--- me recuerdan un cuento que le gustaba repetir a Abraham Lincoln: dos borrachos de regreso a su casa se
enfrascan en una pelea, y tras la ineficacia de sus intentos de herir al otro
terminaron el encuentro con un sólo resultado: se habían cambiado sus respectivos chaquetones.
¿Alternativas
a la tentación de retirarse de la decisión electoral? “!A plague on both your houses”!, como decía el personaje de
Romeo y Julieta? Eso, a menos que
todos esos partidos pequeños, que solos no van para ningún sitio, se integren
en un sólo movimiento de pueblo, con un sólo programa económico y social y desistan
--- en servicio a fines más altos --- de sus pequeñas ideologías de status, en
aras de retomar el rumbo económico y social que por 30 años --- de 1938 a 1968
--- lidereó el Partido Popular. ¿Y
el status? Eso se referiría a una
unificadora Asamblea Constitucional de Status para que el status no sea un obstáculo
al rescate de nuestra sociedad y nuestra economía.
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