domingo, 16 de noviembre de 2014

La Crisis Puertorriqueña: Economía, Partidos Políticos y Alternativas


La profunda crisis puertorriqueña que vivimos tiene tres dimensiones o componentes.  Se trata en primer lugar de una crisis económica --- de producción, distribución y financiamiento, tanto público como privado.  Esa es la realidad objetiva de la situación que vivimos.  Para entenderla, e idealmente para superarla tenemos que aclararnos cuáles han sido los factores componentes de la crisis, o como se dice en epidemiología, cuáles son los vectores que la propagan y la intensifican.  Me parece que son dos, y tres si contamos las vías de salida de nuestra encerrona.

En primer lugar, se trata de una conducta económica irracional: endeudarse sin límites ni responsabilidad, y sin fuente realistas de repago.  Seis gobernadores en ristra, prefirieron embrollar al País con tal de complacer demagógicamente sus clientelas políticas electorales.  Nos han dejado una economía machorra y una hacienda pública quebrada, y la palabra de Puerto Rico por el suelo.

En segundo lugar, vivimos una crisis partidista --- de los partidos políticos como instrumentos de la democracia --- en la que se juegan los reclamos de un partido totalmente corrupto --- el PNP ---, y un partido incompetente, originado como vehículo de la justicia social y el crecimiento económico, pero agotado moralmente con respecto a esa doble motivación originaria.  Ni la corrupción ni la incompetencia pueden marcar rumbos respetables hacia un futuro plausible y deseable.

Es doloroso tener que mencionar al PPD en la misma tesitura en que se menciona al PNP, cuya corrupción es definitoria, mientras el PPD tiene una gloriosa historia de conquistas y logros para el pueblo de Puerto Rico.  Pero está agotado, política y moralmente agotado.

Las peleas entre estos dos partidos --- entelequias ideológicas, podrían llamarse --- me recuerdan un cuento que le gustaba repetir a Abraham Lincoln:  dos borrachos de regreso a su casa se enfrascan en una pelea, y tras la ineficacia de sus intentos de herir al otro terminaron el encuentro con un sólo resultado: se habían cambiado sus respectivos chaquetones.

¿Alternativas a la tentación de retirarse de la decisión electoral?  “!A plague on both your houses”!, como decía el personaje de Romeo y Julieta?  Eso, a menos que todos esos partidos pequeños, que solos no van para ningún sitio, se integren en un sólo movimiento de pueblo, con un sólo programa económico y social y desistan --- en servicio a fines más altos --- de sus pequeñas ideologías de status, en aras de retomar el rumbo económico y social que por 30 años --- de 1938 a 1968 --- lidereó el Partido Popular.  ¿Y el status?  Eso se referiría a una unificadora Asamblea Constitucional de Status para que el status no sea un obstáculo al rescate de nuestra sociedad y nuestra economía.

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