Durante
este fin de semana, y respondiendo a críticas en el sentido de que el que calla
otorga y de que el que calla concede, el Gobernador García Padilla salió a la
palestra en defensa propia y en ataque al otro partido y su record de gobierno.
No
tengo objeciones, en términos de la verdad de los hechos y los reclamos del
Gobernador. Sólo que continúan el
patrón del entusiasmo metodológico, del que anda loco de contento con su
cargamento, aunque el pueblo no lo vea ni lo sienta.
Dos
páginas de reclamos, de generalidades elocuentes por su vaguedad, y por la
imposibilidad de juzgarlas en su verdad o mentira, porque no se trata de
información que eduque, que ilustre, porque se trata de un ejercicio político
contra el otro, mientras se reclama logros inconfirmables. Yo puedo concluir que los anuncios
contienen una gran dosis de verdad, pero a la luz de los ataques al otro
pierden su virtud informativa real.
Se reduce el esfuerzo a otro alegato político, a otro dime y
direte. Eso no es educación política,
sino propaganda desesperada.
¿Y que
sería información seria, educativa?
Una alocución, escrita, radial o televisada en donde analice un
problema: sus elementos, su historial, las alternativas de enfoques y solución,
y entonces una expresión de lo hecho, lo logrado y lo que queda. ¡La verdad por delante! Lo demás es politiquería de más.
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