El
futuro y la existencia misma de la administración de Alejandro García Padilla,
y el futuro político del Partido Popular, guinda entre dos barriles de distinto
orden, pero de pareja consecuencia.
La
propuesta de Fortaleza para imponerle un impuesto adicional de cuatro centavos
al litro de gasolina, resultado del aumento al barril de petróleo, ha sido
acompañada --- para endulzar la píldora amarga --- por un paquete de cien
millones de dólares como barril de tocino, a petición y para fortalecer a
representantes de distrito y alcaldes.
Ese quid pro quo es
claramente político, pero eso no es nada nuevo, ni raro, ni necesariamente
inmoral, sino que se trata de una legítima jugada política electoral en una
democracia donde las realidades y demandas locales tienen legitimidad, a la luz
de las condiciones paupérrimas de los municipios y las necesidades de los
legisladores, como condición para aprobar el impuesto al petróleo.
Hay que
recordar que los municipios, y por ello los alcaldes, están más pelaos que el gobierno central, y que lo que nos
pueda parecer absurdo y ridículo o innecesario acá en el área metropolitana
puede resultar importante para las gentes de los municipios pobres, la mayoría
del País.
El otro
barril, el del petróleo, parece necesario y cuantitativamente
indispensable. Por su monto parece
difícil sustituir esa propuesta por otras que no llegan ni a una fracción de lo
necesario. Sobre esto en el campo
decimos que si usted va a robar gallinas vaya allí donde hay muchas.
Se han
propuesto diversos sustitutos a la propuesta del Gobernador. Ninguna de ellas toca ni de lejos la
magnitud de lo necesario para mantener la solvencia del Banco Gubernamental de
Fomento ni la Autoridad de Carreteras, incluyendo la transportación terrestre y
marítima.
Hay un
objetor locuaz de las propuestas del Gobernador --- el representante Natal ---
que ha resucitado el argumento ideológico de imponerle a la firmas extranjeras
un impuesto igual a lo necesario para los propósitos arriba mencionados. Esa ha sido siempre la posición independentista
en todas sus versiones y géneros: atáquese a las empresas extranjeras, hasta
que se vayan porque no le resulta ventaja competitiva invertir en Puerto
Rico. Ese margen de tolerancia
puede haberse agotado ya. De aceptar
la propuesta de Natal el efecto sería --- paso a paso --- el mismo que tuvo la revocación
de la exención a las compañías 936, traición a Puerto Rico como aportación
funesta a nuestra crisis económica de Carlos Romero, Pedro Rosselló y Luis
Fortuño. La política produce a
veces compañeros extraños.
No hay comentarios:
Publicar un comentario