martes, 25 de noviembre de 2014

El Gobernador entre Dos Barriles: El del Petróleo y el de los Legisladores y Alcaldes


El futuro y la existencia misma de la administración de Alejandro García Padilla, y el futuro político del Partido Popular, guinda entre dos barriles de distinto orden, pero de pareja consecuencia.

La propuesta de Fortaleza para imponerle un impuesto adicional de cuatro centavos al litro de gasolina, resultado del aumento al barril de petróleo, ha sido acompañada --- para endulzar la píldora amarga --- por un paquete de cien millones de dólares como barril de tocino, a petición y para fortalecer a representantes de distrito y alcaldes.  Ese quid pro quo  es claramente político, pero eso no es nada nuevo, ni raro, ni necesariamente inmoral, sino que se trata de una legítima jugada política electoral en una democracia donde las realidades y demandas locales tienen legitimidad, a la luz de las condiciones paupérrimas de los municipios y las necesidades de los legisladores, como condición para aprobar el impuesto al petróleo.

Hay que recordar que los municipios, y por ello los alcaldes, están más pelaos que  el gobierno central, y que lo que nos pueda parecer absurdo y ridículo o innecesario acá en el área metropolitana puede resultar importante para las gentes de los municipios pobres, la mayoría del País.

El otro barril, el del petróleo, parece necesario y cuantitativamente indispensable.  Por su monto parece difícil sustituir esa propuesta por otras que no llegan ni a una fracción de lo necesario.  Sobre esto en el campo decimos que si usted va a robar gallinas vaya allí donde hay muchas.

Se han propuesto diversos sustitutos a la propuesta del Gobernador.  Ninguna de ellas toca ni de lejos la magnitud de lo necesario para mantener la solvencia del Banco Gubernamental de Fomento ni la Autoridad de Carreteras, incluyendo la transportación terrestre y marítima.

Hay un objetor locuaz de las propuestas del Gobernador --- el representante Natal --- que ha resucitado el argumento ideológico de imponerle a la firmas extranjeras un impuesto igual a lo necesario para los propósitos arriba mencionados.  Esa ha sido siempre la posición independentista en todas sus versiones y géneros: atáquese a las empresas extranjeras, hasta que se vayan porque no le resulta ventaja competitiva invertir en Puerto Rico.  Ese margen de tolerancia puede haberse agotado ya.  De aceptar la propuesta de Natal el efecto sería --- paso a paso --- el mismo que tuvo la revocación de la exención a las compañías 936, traición a Puerto Rico como aportación funesta a nuestra crisis económica de Carlos Romero, Pedro Rosselló y Luis Fortuño.  La política produce a veces compañeros extraños.

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