Una
falacia es una falsedad lógica, como cuando se derivan consecuencias en un
argumento que no están implicadas en las premisas que se postulan como
ciertas. La falsedad como tal es
otra cosa: es un alegato o proposición
negada por los hechos. En el caso
que a continuación analizo sobre el status se trata de una falacia formal ---
sostener, por ejemplo, que puesto que el status jurídico del País tiene relación
con su organización administrativa, se concluye que la condición económica del País
depende del status. Cierta la
premisa, y falsa la conclusión, puesto que aunque la condición social y económica
ocurre en el marco de un status específico, ello no quiere decir que su
estructura y logros y fracasos se deban al status imperante, por lo cual hay
que alterar el status para mejorar la economía y la administración
gubernamental.
Esa es
la falacia, y mucho más, la falsedad que Rafael Hernández Colón le ha vendido a
Alejandro García Padilla, para que este adopte todos los fracasos históricos
del ELA para desarrollarse, como única forma de salir de la crisis económica y
derrotar a su vez a la estadidad.
Se
trata de un jalón personal para volver a las posiciones derrotadas en el
Congreso en 1953, 1963, 1967 , 1974 y suma y sigue. El instigador, con el maletín de Muñoz en la mano, de
aquellas estrategias, no fue otro que Rafael Hernández Colón. Mientras tanto, Alejandro parece estar
alelado frente al hombre de las escoltas, los cabildeos y las fundaciones y
bibliotecas que le chupan la sangre al cuerpo político y económico debilitado
que es Puerto Rico hoy.
El
amigo Rafael Cox Alomar ha caracterizado el fenómeno del secuestro como un
“rapto” --- como el de los griegos de Troya a Helena en la mitología clásica.
Pero Hernández
Colón no ha secuestrado sólo el status, ha secuestrado al PPD mediante su
familia inmediata --- uno en Washington, uno en la Junta de Gobierno a cargo
del status y el nieto en Fortaleza de atalaya de sus intereses. Por afuera dirigen a Alejandro Marisara
Pont a cargo de estrategias publicitarias, su hermano mayor a cargo de
estrategias y discursos, Fernando Agrait como oráculo del pasado, mientras la
juventud preparada y pensante tiene que andar por las afueras del partido y de
Palacio para modernizar al Partido Popular.
Luis
Muñoz Marín no necesitó cambio de status de 1940 a 1953, y sus filosofías y
programas económicos y sociales no dependieron nunca de cambios de status. Ahora bien, si hay que cambiarlo,
mejorarlo, por razones de dignidad política, no es volviendo al maletín de
Rafael Hernández Colón, tantas veces derrotado en esa brecha.
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