Además
de la colonia, el segundo caballito de batalla de los independentistas y soberanistas --- en sus consecuencias
son la misma cosa, como hemos dicho --- es el sonsonete del territorio. El asunto arranca, en la Constitución
Americana, de la expansión de las trece colonias originales hasta lo que son
hoy los 50 estados de los Estados Unidos, mediante la organización de todas las
tierras y poblaciones del Oeste, Noroeste, Norte y Sur del subcontinente
original. Para eso, la Constitución
de 1787 dispuso que “el Congreso dispondrá de los territorios y otras
propiedades de los Estados Unidos”.
Sobre
la mayoría de los territorios --- menos las Islas Filipinas --- se dispuso,
mediante una cláusula territorial, organizarlos y administrarlos como estados
una vez cumplidos dos requisitos, solicitud mayoritaria y población suficiente
para obtener una representación decente en la Cámara de Representantes
federal. En el caso de Filipinas
se utilizó esa misma cláusula para conceder su solicitud de independencia. La misma cláusula territorial, más
recientemente, sirvió para admitir a Hawaii y Alaska.
En el
caso de Puerto Rico se trata de otra cosa, enteramente otra cosa: nunca ha solicitado ni la estadidad ni
la independencia. Lo que sus
vastas mayorías han preferido, desde mediados del pasado siglo hasta el
presente es una relación autonómica, de gobierno propio y aceptación de poderes
federales sobre Puerto Rico que le garanticen la ciudadanía americana, la libre
emigración e inmigración, la participación en el tesoro federal mediante la asignación de fondos
federales a las áreas más
necesitadas de nuestra vida económica y social, el libre comercio con los
Estados Unidos y la autonomía fiscal, para usar nosotros el producto de
nuestras contribuciones, arbitrios, tributos y demás obligaciones para mantener
nuestro Estado Libre Asociado.
Repito,
con la monotonía de la necesaria repetición pedagógica, que el hecho de que
haya sido a través de la Cláusula Territorial que se haya creado --- y el
pueblo de Puerto Rico legitimado repetidamente --- el Estado Libre Asociado no
hace a este status territorial, como con la misma cláusula no hizo ni a
Filipinas, ni a Hawaii y Alaska territoriales.
Existe
abundante evidencia jurídica en las cortes norteamericanas, incluyendo la Corte
Suprema, que demuestra que en el convenio estadolibrista se creó una condición
constitucional especial, única, que el pueblo de Puerto Rico estudió, discutió,
votó y aprobó repetidamente, en el sentido de que su libre determinación lo ha
preferido y legitimado. Su
desarrollo y crecimiento adicional es un asunto de voluntad política, no de racionalizaciones
leguleyas de líderes y partidos sin votos para anularlo.
"Su desarrollo y crecimiento adicional es un asunto de voluntad política, no de racionalizaciones leguleyas de líderes y partidos sin votos para anularlo."
ResponderEliminarEn economía se habla de un equilibrio inestable. Ese creciemiento puede ser hacia afuera de los Estados Unidos o hacia adentro. Si la mayoría se unió para quitarle el consenso, falta decidir hacia dónde se dirige ese desarrollo.
La mayoría le quitó su endoso porque el mundo ha cambiado y lo que era satisfactorio en 1952 aparentemente no lo va a ser en 2052.
No obstane, esa voluntad política todavía existe entre las 100 familias que dominan los dos partidos políticos. Ninguna quiere pagar los impuestos federales y ni los Fonalledas ni los Ferré van a apoyar la incorporación del territorio y someterse a la tributación federal. Ellos están satisfechos con la triple exención contributiva de los bonos del gobierno de Puerto Rico.
Hasta la fecha, la oligarquía puertorriqueña sigue apoyando sólidamente el Estado Libre Asociado.
Saludos,
ResponderEliminarOpino igual. La clausula territorial solo limita al territorio no al congreso el cual puede hacer lo que le de en ganas como lo es organizar a un pueblo mas hallá de una condición colonial dentro de la misma. http://wp.me/p2INDS-v