Como
especie de sobrecarga ideológica y mezquindad imperial, los procónsules judiciales
y policíacos federales de Hato Rey se desviven en sus pretensiones de rebajar,
despreciar y ofender a las personas e instituciones a cargo de la justicia en el
Estado Libre Asociado. Llegan allí
--- al Tribunal y a la burocracia del FBI --- y se convierten en ofensores jurídicos
y políticos de las instituciones y personas que representan la justicia bajo la
autoridad del Estado Libre Asociado.
La fiscal Rosa Emilia Rodríguez actúa, con fruición gozosa, de
pasionaria contra todo lo que se le parezca a Puerto Rico, así de avanzado es
su estado de desnaturalización. El
juez José A. Fuste, disfruta en forma orgásmica el deleite de desmerecer todo
cuanto le parezca puertorriqueño, a la usanza del modelo que repite, el del
juez Juan Pérez Jiménez, el gozoso frecuentador de la tribuna política del PNP
en sus mejores tiempos como presidente de esa corte.
Un burócrata
tallado a imagen y semejanza de esos jueces y fiscales, el Director local del
FBI en Puerto Rico, acaba de declarar, con la santa estupidez de la ignorancia
y la saña que la mala fe genera, que está preparado para investigar la Rama
Judicial de Puerto Rico para sanarla de su supuesta corrupción. Ahora falta que el Tribunal Supremo de
Puerto Rico --- su Presidente, ya que la mayoría apalabrada del PNP allí no
entiende de derecho ni de justicia --- ponga en su sitio a este fotuto de los procónsules
renegados.
La
campaña de descrédito que dirige la fiscal federal y sus mandaderos del FBI
tiene que ser confrontada por la Judicatura puertorriqueña, desde el Gobernador,
el Secretario de Justicia, el Presidente del Tribunal Supremo, y la profesión
legal como la aludida, atacada y vejada por estos tarugos invertidos --- de puertorriqueños
soplapotes de sus propios prejuicios.
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