Mi título
de hoy proviene de un proverbio de la sabiduría oriental japonesa. Su significado práctico se refiere a la
capacidad humana de administrar y controlar los deseos colmados por la
realidad. Porque aunque siempre se
desea que el resultado de esos deseos sea la dicha, muchas veces resulta lo
contrario.
Traigo
a colación ese filosofema porque me parece que esta semana el Partido Popular
se ha embarcado --- en el doble sentido de la palabra --- en una aventura política
de consecuencias impredecibles, cuando no fatales a su ideario de justicia
social y autonomía política.
La
transacción realizada por el alto liderato del PPD con los “jóvenes turcos” de
la soberanía muy bien pudiera resultar peligrosa para el enfoque problemático, programático,
incrementalista de la línea general del partido de 1938 al 2012. Eso es así porque en política, como en
boxeo, hay por lo menos dos sobre las tablas. Lo que Luis Muñoz Marín nunca permitió como definición de su
partido,--- la independencia política de Puerto Rico ahora bajo el nombre
altisonante de soberanía --- acaba de hacer su entrada al programa político del
PPD por la calle del medio. Ha
cobrado legitimidad política en el partido de la justicia social, el desarrollo
económico y el servicio público honesto.
Eso fue intentado muchas veces en la historia del PPD y fue tajantemente
rechazado por Muñoz y la casi totalidad del partido. Pero la debilidad e ineptitud de la gerencia actual del PPD
--- que no puede llamarse liderato --- ha provocado esa legitimación de la
independencia, con su traje nuevo y brilloso de la soberanía.
Por eso
los próximos tres años viviremos enjocicados en el status, la soberanía, la
independencia nueva, y la vieja de Rubén Berríos y Fernando Martín: “Much Ado About Nothing”, como dijo el
bardo.
Debajo
de ese nuevo andamiaje retórico, ideológico, de ideales absolutos --- de
quimeras, como decía Muñoz --- estarán esperando, con una canasta grande, los
sarracenos del capital y del miedo, servidos a la carta. Los buenos autonomistas de ayer serán víctimas
--- en esa gloriosa Asamblea Constitucional de Status --- del lenguaje político-ideológico
fascinante de la soberanía. Morirán
como el pez, por la boca.
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