Exploramos
anteanoche la semántica política de la soberanía, la real, objetiva, la literal
y unívocamente equivalente a la independencia, cuando se postula con honestidad
intelectual.
Vamos a
explorar hoy la ideología retórica de la “colonia”. Como caballito de pelea de los enemigos del Estado Libre
Asociado, la mera enunciación de la palabra suscita emociones y placeres punto
menos que orgásmicos en los detractores del ELA. Todo ello capitalizando en un concepto que es ajeno a la teoría
y a la práctica política norteamericana.
El
termino “colonia” es de extracción y uso europeo, principalmente inglés. Se refiere a las prácticas explotativas,
extractivas del imperialismo europeo en Asia, África y el Oriente Medio desde
el siglo 16 en adelante, incluyendo al dominio imperial español sobre Puerto
Rico de 1492 a 1898. Gran Bretaña,
España, Bélgica, Holanda, Francia y Alemania practicaron inclementemente el colonialismo extractivo, despótico,
tiránico en todos los continentes menos Europa misma. Para eso crearon ministerios coloniales --- la Oficina o
Ministerio Colonial en Inglaterra, por ejemplo. No se trataba de “territorios” suyos sino de pueblos y
naciones enteras para explotarlas, succionarlas brutalmente. Todas esas “colonias” pelearon por su
emancipación, desde 1947 en adelante, en un proceso revolucionario exitoso
desde Ghana y la India en 1947 hasta las colonias del Caribe muchos años
después.
En la expansión
continental de los Estados Unidos, desde Maine hasta California, Alaska y
Hawai, a los territorios que todavía no habían cualificado para convertirse en
estados --- de las originales 13 colonias a los 50 estados --- nunca se le
llamó colonias sino territorios, y la relación gubernativa y económica, aunque
desigual, nunca fue tiránica, explotativa o de pura succión económica, aunque
ciertamente desventajosa para el territorio, a falta de liderato competente y patriótico
que repudiara la desigualdad --- como lo hicieron Luis Muñoz Rivera y Luis Muñoz
Marín en su tiempo. De ahí que
desde el 1900 hasta el 1952 la relación fue alterada a favor de Puerto Rico,
todavía territorio, pero nunca colonia en el sentido bárbaro de Inglaterra,
Holanda y Bélgica en África y Asia.
La
actitud del pueblo de Puerto Rico, de inconformidad, pero de aprecio de lo que
la relación con la metrópolis ha significado, repudia las actitudes olímpicas
de rechazo total --- soberanía--- y sopesa las ventajas y las responsabilidades
del ELA para con los Estados Unidos.
Reformas sí, separación no, ya sea esta franca y honesta, como en la
independencia o agazapada como soberanía, bajo su nuevo disfraz de “libre
asociación”, que a la luz de los casos en que se ha instituido representa
cuando menos un retroceso político, y cuando mas un insulto al pueblo de Puerto
Rico. Porque las instancias en que
se ha establecido la libre asociación tratan de pueblos minúsculos, apenas
poblados, ajenos a la tradición histórica europea e hispana que hace de Puerto
Rico una cultura nacional definida y consciente de sus relaciones políticas y
culturales con el mundo exterior.
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