Ante
nuestra vista se han escenificado en estos días dos enredos de espíritu ---
como los categorizaría Don Luis Muñoz Marín --- relativos a la naturaliza de la
función judicial --- su ética --- y la legitimación del ministerio magisterial.
En el
primer caso, que ha tenido como portavoz al Presidente del Tribunal Supremo,
Federico Hernández Denton, se reclama, por clara implicación lógica, que la
independencia judicial reside en los ingresos, sueldos y emolumentos y
pensiones que reciben ahora, o que recibirán tras su retiro, los componentes de
la Rama Judicial, desde el Tribunal Supremo hasta los jueces municipales. Yo creía, y sigo creyendo, que la
independencia judicial reside en el carácter, vocación y honestidad intelectual
de los jueces. Se trata de una
voluntad de justicia, dólares más o dólares menos. Pero he sido despertado a la realidad de lo que los jueces
piensan de sí mismos en el servicio a tan alto magisterio. Estoy seguro que en eso el pueblo de
Puerto Rico piensa como yo… !ingenuo moralmente como es!
Igual
ocurre con el magisterio en el dintel mismo de sus protestas concertadas ---
paros, demostraciones violentas, o eventuales huelgas ilegales. Yo pensaba que la misión y
justificación profesional del maestro era la enseñanza, la formación de la
niñez y la juventud hacia sus óptimas capacidades de desarrollo hacia el saber
y la cultura. Pero ahora me
informan los líderes magisteriales que se trata de pensiones más o menos
razonables o posibles. Por eso a
parar, demostrar, resistir y huelguear si les parece bien. ¡Otra vez ingenuo!
¿Qué le
parece al lector, y cual sería su actitud si viera que los maestros marchan y
protestan y huelguean por la causa de los niños: materiales de instrucción actualizados, escuelas limpias y
sanas, pizarras, tiza, instrumentos tecnológicos apropiados, seguridad en el
contorno de la escuela? Tendrían
al pueblo tras de sí en respaldo moral a esa causa. Pero pretender mediante rabietas, arrogancias y paralización
de la actividad escolar lograr sus
fines económicos resulta tan fatuo como cuando los jueces degradan el concepto
de la justicia y la independencia judicial a dólares y centavos para beneficio
propio.
Una analogía: la autonomía universitaria no está en
los organismos políticos fuera de la Universidad ni en los cuerpos
administrativos o normativos de dentro de la institución: está en la cátedra, en los profesores,
investigadores y estudiantes. Está
en la voluntad de Verdad de la misma manera que la independencia judicial está
en el compromiso intelectual y moral de los jueces de hacer justicia.
Ni el
derecho ni la verdad, o la justicia y el saber, son reducibles a numismática.
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