viernes, 31 de enero de 2014

Enfrentando la Crisis: Con las Cartas Marcadas


Alejandro García Padilla, por obligación constitucional, por solicitud que hizo para ejercer el Poder Ejecutivo, y por necesidad perentoria de que el gobierno gobierne, le toca la tarea casi imposible de administrar la escasez contra una opinión pública y política que exige milagros.

La herencia desde la cual parte Alejandro está constituída por el legado triple de tres exgobernadores irresponsables, que antepusieron sus intereses de cuatrienio a las responsabilidades patrióticas que exigían pensar en términos de generaciones, si no de siglos.

El primero de ellos, Rafael Hernández Colón, ante una crisis económica que exigía prudencia y sentido de futuro, optó por cultivar clientelas partidistas, que en su demanda conjunta de ventajas y favores culminó en la creación de docenas de agencias nuevas, una para cada grupo que se quería cultivar y complacer, aunque para justificar el estancamiento económico y fiscal de su gobierno hablaba de “el monstruo de la burocracia”, a la cual añadió pisos de condominio.

Le sucedió Pedro Rosselló, el faraón de la corrupción ilegal más agresiva de nuestra historia.  Capas enteras de su cuerpo administrativo pararon en las cárceles federales, lo que le hizo confesar, al abandonar el País como un forajido, “ahí les dejo ese desastre”, refiriéndose al balance legal de los que le acompañaron en el pillaje de fondos públicos.

Aníbal Acevedo Vila aguantó el poste que heredó hasta que por su propio peso se derrumbó porque estaba podrido.

La llegada de Luis Fortuño, al poder atestigua la intermitente torpeza moral de nuestro pueblo, no todo el tiempo, pero recurrente.  Porque la historia de las plutocracias, de las oligarquías del poder --- de los pocos ricos contra los muchos pobres --- confirma el hecho repetido en la historia de cómo los pueblos, engañados por la publicidad pagada, votan contra sí mismos.

Fortuño y su señora robaron a derecha e izquierda --- no en el sentido vulgar del ladrón que asalta bancos y hogares, sino mediante leyes y contratos que los beneficiaron directamente --- como expresión de gratitud de los favorecidos.  Sencillamente ha sido el político mas ratero, a más alto nivel, que exhibe nuestra historia.  Todas sus explicaciones y racionalizaciones eran sencillamente mentiras, mentiras caras, pero mentiras.  Todavía lo mantenemos --- como a Romero y Rafael --- con gastos de oficina y escoltas para protegerlos de por vida.  Debemos enviarlos a vivir su “dolce vita”, robada al pueblo, a las calles de Ucrania.

Alejandro ha heredado, como cordero llevado al matadero, la obra siniestra de Romero, Rafael, y Rosselló y Fortuño.  Ha heredado la quiebra.  Le favorece su honestidad y su entusiasmo, y su indisposición --- encomiable y criticable a un tiempo --- de asignar culpas a los otros, mientras todos le pedimos soluciones mágicas.  ¿Qué debe hacer?  Hablamos mañana.

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