Han
sobrado en días recientes, a partir de la crisis financiera y fiscal de Grecia,
las falsas analogías que las apariencias convocan en situaciones complejas.
Para
los ideólogos antiamericanos usuales, se trata, en el caso de Grecia, de otra fechoría
del imperialismo capitalista, de marca europea o de marca norteamericana. La realidad es otra, pues tanto Grecia
como Puerto Rico pagan por las irresponsabilidades acumuladas de sus gobiernos,
por el precio de la corrupción y demagogia populista, clientelista, de su clase
política avara e incompetente.
Hasta
la fecha la ventaja de Grecia para resistir y lidiar con la crisis es
doble: por un lado la Unión
Europea es un organismo racional y responsable, aunque su principio de gravitación
política es --- en cada país --- su estabilidad y progreso económico. No están en el negocio de la caridad. Por el otro lado, Grecia está dando la
pelea tras un liderato joven, responsable y capaz. Hasta la fecha va logrando el respeto y el respaldo de la Unión
Europea, mientras pugna por educar a su pueblo sobre las consecuencias del
venga más, dame más, y el que venga atrás que arregle. La razón griega va terciando en la
crisis, mientras apura los aprendizajes de hasta dónde estirar los pies más allá
de la sábana.
Ambos,
Europa y Grecia son viejos en estas lides, y más sabe el diablo por viejo que
por diablo.
Cuando
pasamos a nuestros pueblos adolescentes, Cuba, Puerto Rico y Estados Unidos,
hay lecciones duras que aprender todavía.
La decisión de Obama de reintegrar a Cuba el ámbito americano e
interamericano es una señal de madurez política, del mismo tipo que llevó a
Michael Gorbachev a romperle el espinazo a la Unión Soviética, y que llevó a Richard
Nixon a visitar y abrir ambos sistemas --- el comunista y el capitalista --- a
una especie de injerto modernizador, hacia un comunismo capitalista en China, y
en Estados Unidos una ideología democrática realista sobre intereses económicos
que hoy le abren la puerta al modelo marxista-leninista fracasado en Cuba.
Hay
problemas, decía Don José Ortega y Gasset, que no se resuelven, sino que se
disuelven. Los intereses económicos
que ablandaron a China ablandarán a Cuba:
la libertad y la afluencia económica son los mejores disolventes del
totalitarismo, sea soviético, chino o cubano.
¿Puerto
Rico? En estos días se ha manifestado
en todo su desparpajo lo que en 1979 le dije a un alto oficial de la Casa
Blanca de Jimmy Carter: “Nosotros
actuamos como si Puerto Rico fuera un Estado Libre Asociado, y ustedes actúan
como si fuéramos una maldita colonia”.
Esta
semana, por fin, empiezan a darse señales de que tomen conciencia de su
irresponsabilidad y maltrato para Puerto Rico. Padecemos de un Presidente tuerto; ni mira ni ve para el
lado de acá.
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